LA VUELTA DEL DESTINO MANIFIESTO
En el siglo XIX surgió el llamado Destino Manifiesto, posterior a la Doctrina Monroe, donde Estados Unidos se inventó su aspiración expansionista como mandato divino. Habrase visto mayor megalomanía. El problema es que con esa postura se anexó la mitad de nuestro territorio, intervino en Cuba (desde entonces tienen una base militar en Guantánamo), en Filipinas y Puerto Rico, que actualmente sigue siendo un protectorado del país vecino.
El Destino manifiesto jamás ha desaparecido de la mente de los mandatarios gringos, sean demócratas o republicanos. Donald Trump ahora pretende intensificar esta doctrina, con toda desfachatez y cinismo, pensando que su gobierno tiene derecho para hacerlo, sin respetar la soberanía de los pueblos y actuando a mansalva, actitud que debe ser denunciada y contenida. Casos planteados no son pocos y ya hoy trascienden en varios continentes. Señalo varios de ellos, como ejemplo.
Sólo en el Continente americano y yendo de norte a sur podemos anotar la pretensión de apoderarse de Groenlandia (que depende de Dinamarca), isla plagada de recursos naturales; el maltrato a Canadá y a su Primer Ministro, Justin Trudeau, para plantear que mejor debiera convertirse ese país en estado 51 de la Unión Americana o la bravata para “recuperar” el Canal de Panamá, para lo cual ya visitó ese país el Secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, que al estilo de su jefe, presiona y tuerce la realidad o de plano dice mentiras.
Bajo la amenaza de considerar a cárteles de la droga, entre ellos los de nuestro país, como grupos terroristas, intenta entrometerse en la vida interna de muchas naciones, actuando con impunidad y desconsideración del marco legal internacional y de sus instituciones, de ahí su salida de la OMS, su condena al Tribunal Penal Internacional, la no suscripción del protocolo de París e incluso el cambio de nombre del Golfo de México por de América.
El presidente norteamericano ha dictado, con la complicidad del gobierno de Israel, el desplazamiento del pueblo palestino, para que no regresen a su tierra, apoderándose de Gaza, para montar un megaproyecto inmobiliario, involucrando a países que, como Egipto, Emiratos Árabes y Jordania ni están dispuestos a recibir a este pueblo diezmado por el sionismo ni están de acuerdo con la propuesta de Trump. La realidad es que alienta el exterminio palestino y la limpieza étnica.
En la reciente plática que el presidente norteamericano ha tenido con su homólogo ruso, Vladimir Putin, para hablar sobre la posible paz por la guerra en Ucrania, ha surgido el planteamiento de que este país debía pagar todo el apoyo militar y económico recibido, con la entrega de las áreas caracterizadas por sus recursos naturales, entre ellos el litio. De paso, Trump le hace un desdén en su antigua relación con la Unión Europea, que camina en otro sentido y particularmente a la OTAN, aceptando que Ucrania no entre a dicho organismo.
Trump habla y decide por los demás. Y eso que no tocamos el tema de los aranceles. A pocos días del inicio de su mandato, ha abierto muchos frentes, que más temprano que tarde le harán agua.
