REENCUENTRO CON AGUASCALIENTES

Llevo casi medio siglo ligado a los medios, tanto impresos, políticos y en los últimos años, en los electrónicos y públicos. Quizá por ello decidí aprovechar todo el bagaje acumulado en ese tiempo y a partir de las iniciativas de la SEP-Ceneval, pude procesar mi titulación como Licenciado en Ciencias de la Comunicación, sin haber pasado por las aulas universitarias en dicha carrera, lo cual logré en mayo pasado con una carpeta de evidencias y tres etapas evaluatorias que pude salvar.

Hasta hace un año todavía mantenía mi programa de radio en el Sistema Estatal de Telecomunicaciones de Puebla, que se llamaba Vientos del Pueblo, Ahora publico en la Ciudad de México y en La Jornada de Oriente. Además de codirigir una revista electrónica semanal: Tribuna Comunista y laborar en una oficina de Comunicación Social.

La decisión para tomar este camino fue sencilla, vengo de una familia paterna de periodistas (mi abuelo y mi padre). Siempre fui educado en la práctica del pensamiento crítico. Como lo aprendí del marxismo, todo fue puesto en duda, hasta estudiarlo, analizarlo, debatirlo y llegando a conclusiones propias, las cuales, el paso seguido es difundirlo.

Por otra parte, los libros y las empresas editoriales; la prensa escrita en primera instancia, pero después la electrónica (radio y televisión), para después avanzar a las redes sociales en sus distintas formas, se han convertido en ricos difusores de las ideas.

Otro aspecto vale la pena señalar. Comunicar no implica solamente difundir ideas o pensamientos, también se asocia al involucramiento con lo que sucede, con la sociedad en la cual nos desenvolvemos. Para quienes nos reivindicamos de izquierda esto es fundamental. Y después de muchos años, este fue la vía que decidí tomar.

Desde diciembre de 1988 colaboré en El Sol del Centro, gracias a Paco Gamboa y después a Mario Mora Legaspi, hasta que hace casi dos años, de repente, sin ningún aviso de por medio, dejaron de publicarse mis colaboraciones. Un día decidi hablar con el nuevo director, cuyo nombre no me acuerdo ni quiero acordarme, no merece ni eso, por el trato irrespetuoso. Sin más me mencionó que no entraba en la política editorial de la empresa. El problema no fue el hecho, se vale incluso, sino la actitud asumida, la cero consideración para un trato respetuoso que todos nos merecemos, no obstante que de los casi mil artículos publicados en dicho periódico, no recibí ni un peso, ni los pedí nunca. El problema no es decir No, sino cómo hay que decirlo. Un individuo que no respeta a los demás, no se respeta a si mismo.

Por cierto, dos menciones honoríficas recibí a principios de los noventas por artículo de fondo y reportaje, a partir de mis colaboraciones en El Sol del Centro, como parte del Premio Estatal de Periodismo, cuando era gobernador del Estado Miguel Ángel Barberena Vega. Siempre las consideré no solo reconocimiento a mi persona, sino al periódico.

Siempre he tenido y tuve medios donde escribir y publicar, nunca he mendigado espacio ni pedido remuneración, nunca he tenido necesidad. Pero siempre prioricé mis colaboraciones para El Sol del Centro, no obstante que la mayor parte del tiempo he residido en la Ciudad de México y dos años en Puebla. Crecí en su redacción, cuando mi padre fue reportero. Ahí conocí a viejos periodistas que hicieron historia en Aguascalientes, como Ramón Morales, los hermanos Brand, Mario Mora Barba, entre otros. Misma actividad tuve cuando regresé por algunos años a Aguascalientes en 1988, compartiendo la Redacción con Sandra Luz Muñoz, Jaime Arteaga Novoa, Daniel Rodríguez, entre otros. Siempre le guardé un cariño entrañable al periódico, que ningún gandul puede deshacer. Pero está claro que mi tiempo ahí concluyó.

También en los noventa del siglo pasado, colaboré asiduamente en Tiempo de Aguascalientes, dirigido por Armando Alonso y también en Crisol, revista impresa y luego digital, fundada y dirigida por mi amigo Don Gus (Gustavo de Alba), lamentablemente fallecido hace ya tres años, el 30 de diciembre del 2020. Diego, su hijo, le dio continuidad por un tiempo, donde también colaboré hasta hace algunos meses que, ante un escollo personal suspendí por algún tiempo.

Aun mis largas estancias foráneas, sobre todo en la Ciudad de México (que aún se mantiene), siempre he tratado de no desvincularme de Aguascalientes ni de su problemática. Mis colaboraciones semanales tenían esa pretensión. Aún así, compañeros, amigos y familiares me han facilitado esta situación, a partir de sus comentarios e información vertida, pero no hay mejor vía que estar presentes y ser actor de lo que sucede en mi tierra. Este es un asunto que ahora trato de resolver aunque sea de manera parcial.

En el naciente año, de enorme polarización política y social, no solo en el país sino incluso en la entidad, donde se renovará miles de espacios de representación y gobierno, requiere una mayor atención y generación de opinión. Mucho habrá que decir y escribirse. Este espacio es un buen escaparate para hacerlo y confrontar puntos de vista con otros.

Tarde o temprano estaré de manera plena aquí y debe verse como si nunca hubiese estado fuera. Espero sea pronto. Así vería de manera directa lo que sucede en mi tierra y no lo valore a partir de fuentes secundarias, como les llaman los estudiosos y académicos.

Un primer paso es volver a colaborar en este esfuerzo editorial y de debate. Agradezco la disposición de Diego para aceptar mis colaboraciones. Espero que los lectores se vayan expresando a partir del debate que se pueda producir.