Aniversario 40 del ICA: Vientos de renovación en el Instituto Cultural de Aguascalientes, 1990-1992


“No puedes escapar para siempre de la tormenta: debes aprender a hacerle frente”
— Mehmet Murat Ildan. Dramaturgo Turco.

“La cultura genera progreso y sin ella no cabe exigir a los pueblos ninguna conducta moral“
— José Vasconcelos. Creador de la SEP
Tormenta en el ICA, hoy
¿Qué está pasando en el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA)? ¿Por qué personas y grupos piden la renuncia de su director? Desde el inicio de la administración gubernamental, encabezada por Tere Jiménez Esquivel, se criticó que dirigentes y militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ocuparan cargos en el ICA, y demandaron que las autoridades de la institución tuvieran trayectoria en el mundo de las artes y la cultura y, sobre todo, capacidades probadas para desempeñar tan importantes cargos.

Recientemente, un grupo de maestros de la Escuela de Música Manuel M. Ponce dieron a conocer problemas en la institución, y exigieron respuestas. En una carta dirigida al titular, Alejandro Vázquez Zúñiga, pidieron renovación de contratos, basificación de horas, regulación ante el ISSSPEA y, entre otras demandas, condiciones dignas de trabajo. Inconformes por el trato, las y los profesores también denunciaron la discrecionalidad con las que se contrata a la gente, aunque no tengan el perfil laboral. Señalan que el criterio es el amiguismo y la militancia partidista.
Otras personas, en lo particular, criticaron el supuesto autoritarismo del director del ICA. Los comentarios, apoyando estos cuestionamientos, se multiplicaron en las redes sociales. Rescato aquí un breve pero agudo comentario del maestro Eudoro Fonseca, una persona de gran trayectoria como artista, promotor y autoridad en el mundo de las artes y la cultura en el estado y el país.
En su texto, aceptado ampliamente, señala lo siguiente: “La situación por la que atraviesa hoy la Escuela de Música me preocupa y me entristece”. Luego, aludiendo a los vacíos y dificultades del ICA, planteó: “Un gestor cultural debe saber en dónde están las prioridades institucionales. La iniciación y la educación artísticas lo son, como lo son también la atención debida a nuestros museos, a su mantenimiento, promoción y difusión; el programa editorial y la difusión literaria; la creación de públicos; la situación de precariedad laboral del personal académico de la Universidad de las Artes, entre muchas otras”.
Sin mencionar nombres ni partidos políticos, fue claro para el buen entendedor: “Un funcionario cultural debe ser capaz de mantener, dentro de los límites impuestos por su obvia definición pública-gubernamental, a las instituciones culturales al abrigo de injerencias y militancias partidistas; debe, ante todo, defender la independencia creativa y la libertad irrestricta de las artes, la capacidad crítica de la cultura. Las instituciones culturales no deben ser mera caja de resonancia de los intereses de los poderosos, y muchísimo menos, su caja chica para financiar campañas y proyectos ajenos a los que son propios de las instituciones culturales”.
A estos comentarios, el Dr. Víctor González Esparza, el exdirector del instituto, agregó: “la consolidación institucional pasa necesariamente, como bien lo ha dicho Eudoro, por la defensa de la autonomía cultural necesaria ante lo partidos y los poderosos”; luego, se refirió al declive que tiene el instituto: “El deterioro institucional que está sufriendo el ICA, que lamentablemente no empezó en este sexenio, tiene que ver precisamente en saber distinguir el papel que la gestión cultural debe tener en estos momentos”.
Ante estas referencias a las sombras en las que vive y transita el ICA, recuerdo una historia con otros resultados. Me refiero a un periodo en el que dicho instituto vivió una renovación en su estructura y funcionamiento, que dio buenos resultados. Esto ocurrió durante los últimos años de la administración del gobernador Miguel Ángel Barberena Vega. Aquí parte de la historia.
Institucionalidad y crecimiento
A la mitad del camino, el gobernador Miguel Ángel Barberena (reconoció públicamente que no se había avanzado en el cumplimiento de objetivos en el ICA. En su tercer informe señaló: «las acciones llevadas a cabo en esta área, no consolidaron resultados». Entonces, el gobernador designó al joven historiador Jesús Gómez Serrano, quien trabajaba en el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. Años más tarde, Gómez Serrano recordó la manera en que el gobernador lo invitó a dirigir el ICA: “Un buen día, caminando solos por el andador Juárez (como era su costumbre, iba sin guardaespaldas), camino a la biblioteca Torres Bodet, me dijo: ‘le recuerdo mi encargo, licenciado’ Yo francamente no sabía a qué encargo se refería y le pedí que me lo recordara. ´Lo del Instituto Cultural’, me dijo, agregando que el Arq. García Navarro había renunciado y que de los muchos que codiciaban el cargo ninguno le llenaba el ojo”. Pasó el tiempo y finalmente decidió que él ocupara la dirección.

El diagnóstico inicial de Gómez Serrano presentaba un panorama problemático que sería dado a conocer al gobernador: “A principios de 1990 en Instituto Cultura padecía serios problemas en materia administrativa. Abandonada a su propia inercia y a las rutinas, la administración era incapaz de alentar los cambios y de proponer respuestas certeras a los nuevos problemas”. Años más tarde, él mismo escribió: “Había tantas carencias en todos lados, estaba tan extendido el desánimo y eran tantos los problemas, que el gobernado se sorprendió cuando le presenté los primeros diagnósticos».
Para entonces, Víctor Sandoval estaba como director del Instituto Nacional de Bellas Artes, y continuaba interesado en mantener activo el ICA. Uno de los primeros pasos consistió en crear el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes. También se inició un proceso de reestructuración y redefinición de las estrategias de promoción de la cultura, y se elaboró un programa de gastos y un proyecto homogéneo para vitalizar las casas de cultura de los municipios, para lo cual se creó la Dirección de Casas de Cultura dentro del organigrama de la institución.
En esos años se mejoró la infraestructura de las escuelas y centros del ICA, se remozó el Museo de Aguascalientes y se restauró el edificio que albergaría el Museo de Arte Contemporáneo. En febrero de 1990, el gobernador anunció la construcción del Teatro de la Ciudad, una obra que “cimbró a todos” y que dio a la ciudad de Aguascalientes un espacio digno para eventos de calidad y profesionalismo. Una de las principales actividades que allí se realizaron fue la XII Muestra Nacional de Teatro, evento que generalmente se tenía en ciudades como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México.
Otro ejemplo, del trabajo realizado fue la mejora del programa cultural de la Feria de San Marcos, que procuró ofrecer espectáculos de distinta índole, incluyendo conciertos de jazz y obras teatrales de buen nivel, a pesar de que no siempre tenían gran demanda. El director invitó a Enrique Rodríguez Varela (excompañero en la carrera de Sociología y corresponsable de dirigir el semanario cultural “El Unicornio”) a su equipo y juntos impulsaron un proyecto editorial sin precedente. En la primavera de 1990 se dio conocer públicamente la revista Espacios y, meses después, se dio nueva vida a la revista Talleres. Ambas con el propósito de fomentar el debate e impulsar a los nuevos creadores aguascalentenses.
En el mes de julio “Aguascalientes toma Bellas Artes”, con la exhibición del Ferial de Aguascalientes y la presentación del libro La Convención Revolucionaria de Aguascalientes en ciudad de México. Junto con estas acciones, se incrementaron los montos del Premio Nacional de Poesía y el Premio Nacional de Arte Joven. El propósito era fortalecer y posicionar la promoción cultural de Aguascalientes en el escenario nacional.

Así también, se presentaron varias exposiciones, como la de “Jesús F. Contreras. Escultor Finisecular”, en el Museo Aguascalientes. Este evento tuvo un reconocimiento amplio en el país, toda vez que se exhibieron 175 piezas del artista aguascalentense, entre ellas las colosales esculturas del Paseo de la Reforma y los relieves diseñados para el Pabellón Mexicano en la Exposición Universal de París. El objetivo primordial de la exposición, dijeron los organizadores, era rescatar y revalorar la obra y personalidad de uno de los más grandes escultores mexicanos y enriquecer la tradición artística de la entidad.
Cuestionamientos y autocríticas
En contraste con la notoriedad de artistas aguascalentenses de importancia internacional, el panorama de pintores y escultores en la última década del siglo XX era modesto. La autocrítica fue pública, sana y necesaria. El director de la Escuela de Artes Plásticas, Juan Castañeda, escribió en 1991 que estos artistas eran “muchos… pero pocos” los profesionales, y explicó:
“En ocasiones que se ha convocado a algún evento –los concursos con el tema del cerro del Muerto y el encuentro estatal de artes plásticas- han aparecido infinidad de pintores, pero un alto porcentaje son sólo pintores ocasionales que no le dedican mayor tiempo al quehacer plástico. Los que sí se dedican a ello son pocos”.
De manera constante. los medios de comunicación dieron cuenta de la promoción de eventos culturales en el estado. Un periódico publicó: “resultados francamente halagadores, dadas las circunstancias en las que hasta 1990 se hallaba la institución”. Esto no evitó críticas e inconformidades de grupos opositores a la labor realizada por el nuevo equipo de trabajo. Se dijo que las autoridades eran jóvenes que no tenían experiencia y, además, que no eran artistas.

El director entonces director de la Escuela de danza, José Luis Sustaita, hizo un reconocimiento al trabajo realizado, pero también habló de un sesgo de las autoridades, porque, al tener una formación como sociólogos e historiadores y al interesarse mucho en los libros, descuidaban otras áreas igualmente importantes. Ciertamente, como nunca, en el estado se hizo un trabajo editorial sin precedentes. En menos de tres años, el instituto publicó más de 50 libros y dos revistas.
Los comentarios a este trabajo fueron positivos. El escritor José de la Torre Alcocer, por ejemplo, señaló los aciertos en la labor editorial: “Continuidad y profesionalismo, por un lado. Recursos tecnológicos bien aprovechados, por el otro. Voluntad política que también cuenta”. Para él, también había “negritos en la sopa”, pero eran menos. Otro literato, Ricardo Esquer, señaló que el panorama literario se había caracterizado “por un dinamismo sin precedentes en la región”, pero dijo también que había retos y “limitaciones dentro del ICA”.
Además, era un hecho que la producción literaria estaba principalmente en manos de los hombres. La escritora Rosa Luz de Luna explicaba algunos obstáculos para que las mujeres hicieran literatura: “Ni entonces ni ahora, el camino ha sido fácil. Sin generalizar y poniendo a salvo las excepciones que siempre existen, una mujer encuentra el doble de obstáculos para la realización de esta carrera”.
Al problema de la desigualdad de género se agregaba el del centralismo, pues muchos de los artistas locales desde hacía muchos años se habían visto obligados a “buscar horizontes más amplios en la capital de la república o en otras capitales del interior”.

El mismo director del ICA denunció este fenómeno al final de su periodo. Después de decir que las relaciones con el Instituto Nacional de Bellas Artes eran muy viejas, “tan viejas como la Casa de la Cultura misma”, reconoció que si bien se trababa de “relaciones sólidas y perdurables”, también era verdad que “difíciles”, pues no se reconocía que el ICA ya tenía “mayoría de edad” y ya no podía estar sujeto a personas que se creían dueños de una visión propia de las cosas. El ideal de las relaciones entre ambas partes era planteado por el mismo director:
“Nosotros quisiéramos que ahora las relaciones se dieran entre iguales y en un plano de mutuo respeto, pero por desgracia sentimos que no es ese el punto de vista de quienes trabajan en la ciudad de México… En el Consejo y en el INBA ha faltado muchas veces el adecuado conocimiento de las realidades regionales. El país ya no es, si es que alguna vez lo fue, ese dócil corcel que se maneja con la rienda floja de las asignaciones presupuestales. Ahora tenemos entidades beligerantes, dueñas de su propio punto de vista, que exigen respeto y que no aceptan la sumisión como premisa”.
Halagos al gobernador y a los artistas
En contra de las críticas que señalan la presunta sobre atención a los eventos del Teatro Aguascalientes en detrimento de los otros; la falta de apertura hacia el trabajo de los artistas; su poca experiencia en el ámbito de la promoción de las artes, y el rezago de las Casas de la Cultura en los municipios, Gómez Serrano se defendió, y terminó diciendo: “los proyectos y realizaciones hablan por sí solos”. Al final, como despedida, planteó un escenario optimista y un halago y reconocimiento, ya no sólo al gobernador, sino también a los artistas:
Deseo sincera honestamente que lo hecho hasta ahora palidezca ante logros futuros. La vida es un milagro cotidiano y yo creo que los artistas, los escritores y los trabajadores de la cultura de Aguascalientes son perfectamente capaces de seguirnos deslumbrando.
Ciertamente, las y los artistas dentro y fuera del ICA nos siguen deslumbrando, con o sin el apoyo del gobierno. Por desgracia, los tiempos nublados y tempestuosos en los que actualmente se desarrolla la promoción artística y cultural desde el gobierno estatal merman las posibilidades de avanzar y de construir esa sociedad culta que necesitamos y merecemos.
Seguros estamos de que después de la tempestad vendrán tiempos mejores.