DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA
Sobre el relevo en la presidencia norteamericana leía una frase adecuada y que comparto: “que bueno que se va Donald Trump, que malo que llega Joe Biden. Ello porque aunque estilos y formas sean diferentes en el uno y en el otro, en el fondo son la misma cosa, defienden los mismos intereses, que no son los del continente, menos aún los de México.
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Trump se fue en medio de una crisis política la cual él mismo provocó, con un ambiente desastroso y una evidente vulnerabilidad de las instituciones provocada por su mal gobierno. Bajo su visión chovinista de “primero Estados Unidos” despreció instituciones como la Organización Mundial de la Salud. Tampoco suscribió el Acuerdo de París sobre Cambio Climático; actuó provocadoramente como se evidenció con el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén o el apoyo a Marruecos para mantener la ocupación en terrenos del pueblo saharaui.
Dividió a su país, dándoles manga ancha a los supremacistas blancos, los mismos que ocuparon en días pasados El Capitolio, en su pretensión de evitar la calificación de las elecciones y evitar que procediera la asunción a la presidencia de Joe Biden. Nunca se había visto un presidente norteamericano con una postura tan desestabilizadora como la de Trump. Desde la guerra civil no había habido situaciones similares.
El empresario convertido en presidente laceró la investidura y denigró la práctica política como práctica correcta y constructiva. Faltó al respeto todo, al grado de hacérsele fácil no acudir al relevo formal y en contrapartida, asistir a un acto con sus correligionarios y al estilo del general Douglas McCarthur, amenazar que por cualquier medio regresaría.
Dividió al país y a su propio partido, incluido a su mismo vicepresidente que, al final, decidió no seguirle a sus bravuconadas desestabilizadoras. Deja entonces heridas abiertas que sabrá cuando se van a poder restañar y curar, aún los llamados de Biden a la reconciliación.
Trump será recordado por los norteamericanos y por el mundo, como uno de los peores presidentes de los Estados Unidos, que no gobernó para todos, sino para un sector, el más retardatario y conservador, xenófobo y racista que actúa en el país vecino. Él trasladó esa particularidad en su visión y política exterior, salvo excepciones como ocurrió con Israel.
Por su parte, Joe Biden asumió la Presidencia con una herencia nefasta, que aún la marcha atrás en algunas de las políticas seguidas por su antecesor, como el manejo de la pandemia o la actitud ante organismos internacionales y políticas seguidas en varios ámbitos, le costará mucho trabajo recomponer las cosas, por lo menos a corto plazo.
Sin duda no será fácil, independientemente que desde el mismo momento de la asunción haya hecho anuncios, que por lo menos para los mexicanos no son mal vistos, como es la suspensión de la construcción del muro fronterizo, o la reforma migratoria que posibilitaría la regularización de once millones de inmigrantes, entre ellos los conocidos como dreamer.
Pero tampoco podemos olvidar que a México no le ha ido bien con los gobiernos demócratas, los más cercanos, el de Clinton y el de Barack Obama, por ejemplo. Sus políticas migratorias, por ejemplo, nunca estuvieron a la altura de lo esperado por los mexicanos. En igualdad de circunstancias está su postura internacional, de apoyo a Israel y cerrazón con relación a Cuba y Venezuela.
Insistimos que salvo formas, son la misma cosa, como el PRI y el PAN en nuestro país, ambos de derecha, impulsores de modelos capitalistas ahora en su fase neoliberal, que ven como menores a los distintos países, entre ellos el nuestro.
El nuevo presidente manifestó en su discurso entre otras cosas que, “este es un día de renovación y esperanza”. De lo primero, podría ser, pues la superación de lo hecho por su antecesor es esperado y necesario, pero hablar de esperanza, quizá sólo para los anglosajones, no obstante la procedencia racial de la actual vicepresidenta.
El tiempo nos irá diciendo si nuestro pesimismo es correcto o no. Cambios en relación a Trump, sin duda los habrá, es imperiosa la necesidad del nuevo gobierno de hacer una clara diferenciación, ya lo empezamos a ver en algunos rasgos planteados en su discurso de asunción, pero otra cosa será cuando empiece a asentarse el nuevo gobierno y vayan imponiéndose la realidad, para que los dichos vayan siendo sustituidos por los hechos.
Al tiempo…
