El feminismo actual: de la emancipación a la histeria ideológica…

El feminismo actual: de la emancipación a la histeria ideológica…

El feminismo contemporáneo, tal como se manifiesta hoy en día, ha dejado de ser un movimiento coherente con objetivos claros (como alguna vez fue el sufragismo) para convertirse en una licuadora ideológica que tritura emociones, identidades y discursos abstractos, sin una base científica sólida que lo sustente. Conozco de cabo a rabo esa ideología; he leído sus textos fundacionales, subrayado sus libros página por página, y he llegado a una conclusión clara: está mal. No porque sus ideales originales fueran inválidos (la igualdad ante la ley), sino porque lo que vemos ahora es una caricatura fanática y violenta de lo que alguna vez pudo haber sido un proyecto emancipador. La mayoría de las jóvenes que lo abrazan —esas «escuinclas» atrapadas en su fervor— ni siquiera comprenden contra qué se manifiestan ni por qué. Se mueven por un sentimiento de pertenencia, un ansia de identidad que las redes sociales amplifican hasta el paroxismo y poco más.

Este fenómeno no surge de la nada. Hay una propensión biológica en las mujeres hacia la empatía, un rasgo que, si bien puede ser una fortaleza, aquí se convierte en combustible para una causa que no requiere reflexión, solo adhesión ciega. A eso se suma otra tendencia, menos admitida pero igualmente observable: una inclinación a la agresividad y a la manipulación psicológica como rasgo evolutivo de la naturaleza femenina. Y así, mezcladas estas características en el caldo de cultivo de las redes sociales —donde todo es validado por likes y retuits— es como se obtiene el feminismo de hoy: un grito visceral que confunde volumen con autoridad. Un grito que les otorga una sensación de poder, sí, pero es falsa y efímera, como un subidón de adrenalina que pronto se desvanece. Y el animal humano, hombre o mujer, siempre ha sido vulnerable a la corrupción que trae consigo esa ilusión de dominio.

Filosóficamente, este feminismo es un reduccionismo ideológico con raíces profundas. Bebe del existencialismo de Sartre, con su énfasis en la libertad absoluta que termina en la nada; de la obsesión por el poder de Foucault, que ve opresión en cada estructura sin ofrecer alternativas viables; y de la deconstrucción posmoderna de Derrida, que desmantela significados hasta dejar solo escombros. El resultado es un discurso que suena profundo pero que, al rascar la superficie, revela su vacuidad. No hay hechos, no hay datos, no hay ciencia que lo sustente; todo es pura construcción retórica, pura ideología, sólo de discurso. Y esa es su debilidad fatal: que al rechazar cualquier anclaje en la realidad objetiva, se condena al caos del nihilismo. Porque cuando todo es relativo, cuando no hay verdad más allá del relato victimista que se grita más fuerte, ¿qué queda sino el vacío?

Las redes sociales, con su inmediatez y su lógica de validación instantánea, son el amplificador perfecto para este desorden emocional. Ahí, las premisas filosóficas que pocas entienden se convierten en consignas simplistas, en memes que sustituyen el argumento por la emoción. El feminismo actual no busca dialogar ni construir; busca imponerse, aplastar, y en el proceso se traiciona a sí mismo. Las jóvenes que lo encarnan no son liberadas por él, sino esclavizadas por una narrativa que las usa como peones en una guerra cultural que ni siquiera comprenden. Y mientras tanto, el mundo real —con sus problemas concretos y sus desigualdades naturales— queda relegado a un segundo plano, ahogado por el ruido de una ideología que prefiere el espectáculo al análisis científico y objetivo de los hechos. 

Y es que, en última instancia, este feminismo no es más que un espejismo: uno que 

promete empoderamiento, pero entrega confusión; promete justicia, pero siembra división. Y como toda ideología que se alimenta de sí misma, está destinada a colapsar bajo el peso de su propia incoherencia. El nihilismo no es un triunfo; es una derrota intelectual, una que se disfraza de victoria moral…

Alan D Capetillo
Alan D Capetillo

Alan D Capetillo

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