En defensa de la UAA
Leyendo con interés textos del filósofo romano Marco Tulio Cicerón, nacido en el año 106 a.C., me he encontrado con rasgos sobresalientes de su vida y la visión ética que tenia del comportamiento del ser humano y de las colectividades. Pienso que algunos rasgos de su concepción trascendieron épocas y ahora son pertinentes en nuestra sociedad convulsa y llena de contradicciones. A partir de su filosofía, Cicerón defendió el sistema republicano y luchó en contra de la corrupción y los gobiernos autoritarios de Julio César y Marco Antonio. Por ello, fue perseguido y ejecutado en el año 43 a.C.
De sus famosas frases me ha llamó la atención la que precede este texto, una sentencia que cuestiona y reprueba la mentira, la calumnia y la mala fe con la que personas juzgan fácil e irresponsablemente los actos de otras personas y a las personas en sí mismas. Justo leyendo la obra de Cicerón, recibo información y opiniones escritas sobre el problema no resuelto del fraude de casi 350 millones de pesos en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), institución a la que asisto de lunes a viernes como docente e investigador y a la que le debo mucho por lo que he sido como profesionista.
Vale recordar, de entrada, que las instituciones no son sus autoridades y, si en dichas instituciones se tienen trayectorias sólidas y con óptimos resultados, es porque hay trabajo de mucha gente que día a día lo hacen posible, sin negar, desde luego, las acciones derivadas de liderazgos proactivos y sobresalientes. Este es el caso de la UAA.
Recientemente, la comunidad universitaria y sus autoridades han participado en la elaboración de su Plan de Desarrollo Institucional, para los años 2025-2033. Como parte de este ejercicio colegiado, la Dirección de Planeación y Desarrollo de la universidad encabezó la elaboración de un importante diagnóstico en el cual se destacan logros, fortalezas, limitaciones, problemas, amenazas y áreas de oportunidad.
Gracias a este diagnóstico, el cual tiene diversas fuentes (encuestas, mesas de trabajo, foros, investigación documental, etc.), que lo convierten en un documento sólido y confiable, tenemos un panorama de sus luces y sombras. El diagnóstico, ciertamente, nos refiere a graves problemas que, en un juicio justo, no podemos negar. Allí están los datos duros y, muy probablemente, dicha problemática es producto de la pandemia, de la falta de apoyos de los gobiernos federal y estatal, y de una comunidad de maestros y estudiantes limitada en muchos sentidos. Así también, tal problemática es consecuencia de las incapacidades, imposibilidades y decisiones erráticas e irresponsables de quienes han encabezado a la institución.
Los datos que tiene el diagnóstico nos señalan, por ejemplo, que, entre 2016 y 2023, en la UAA disminuyeron las plazas de profesores de tiempo completo (PTC): de 425, que había en 2016, disminuyeron a 355, en 2023. Los PTC que apoyaban el pregrado y posgrado, en 2016, eran 386 y, en 2023, sólo 280. La tendencia a la baja impactó en los profesores que apoyan la investigación, pues, en 2016, había 243 y, en 2023, bajó a 221. También disminuyeron los maestros PRODEP. Seguramente, por jubilaciones. Por el contrario, el personal administrativo de confianza aumentó en 2016: de tener 763 se incrementó a 874, en 2023.
Estos datos nos refieren a un posible proceso burocrático en la institución, que, además se refleja, según yo, en el Plan de Desarrollo Institucional, pues el eje de Gestión tiene siete objetivos, mientras que los otros tres ejes (docencia, investigación y vinculación) tienen tres cada uno. Desde luego, el tema merece mayor discusión. Lo cierto es que los datos del Diagnóstico nos señalan tendencias negativas. Otros ejemplos: disminuyeron los proyectos de investigación, a pesar de que hay más miembros del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras; y disminuyó la producción académica (artículos indexados y arbitrados y libro y capítulos de libro), pues, en 2016, había 264 y, en 2023, bajó a 227. En el apartado de Vinculación, se nota una disminución de convenios y una tendencia zigzagueante en publicaciones: en 2019, había 134 publicaciones (libros y revistas) y, en 2023, sólo 73, casi la mitad. De diplomados, se registraron 766, en 2016, y, en 2023, disminuyeron a 396, casi la mitad menos.
En fin, seguro hay mucho por hacer, y en este año 2024, que está por terminar, esperamos observar cambios en estas tendencias negativas y mejores resultados en los campos de la docencia, la investigación y la vinculación. En este momento, no es mi intención entrar a una discusión sobre estos logros y desafíos, lo que quiero resaltar es que, a pesar de esta problemática y del fraude que aún no tiene solución (y que las autoridades siguen debiendo a la sociedad y a la comunidad universitaria una mayor explicación), hay logros de los cuales los universitarios y los aguascalentenses podemos sentirnos satisfechos y orgullosos.
Es en la Universidad Autónoma de Aguascalientes en donde se está construyendo otro plantel de educación media y en donde se tienen licenciaturas acreditadas y certificadas por organismo externos; además, es en esta institución en donde se hace la gran mayoría de la investigación en el estado y se están abriendo programas de posgrado de excelencia y, en definitiva, es en esta universidad en donde, desde su creación en 1973, se procura que sus egresadas y egresados tengan una preparación que ayude a construir una mejor sociedad.
Todo esto lo resalto porque, en estos últimos días, nuevamente han aparecido opiniones en redes sociales y medios de comunicación sobre el fraude en la institución, con desconocimiento y mala fue, y que, lejos de aclarar y avanzar en la solución, confunden y enturbian aún más el panorama.
Las actuales autoridades señalan públicamente que el proceso para resolver el problema sigue en marcha. Al interior de la UAA, la Junta de Gobierno, con sus nueve integrantes, ha cambiado al responsable de la Contraloría Universitaria para que realmente ayude y permita a las autoridades tomar las decisiones que ordena la legislación universitaria. Muchos esperamos y deseamos que así sea.
Ocurre que, por diversos motivos, la comunidad guarda silencio y no se ha movilizado para exigir respuestas, y es una verdad lamentable, puesto que, por otro lado, se abren puertas para que aparezcan las mentiras y los insultos. La UAA es una institución que pertenece a la sociedad de Aguascalientes y merece ser vista con respeto y, ciertamente, con sentido crítico, porque con ello se avanza y se mejora; pero, en nada ayuda el uso de la calumnia, esa que “se lanza con más facilidad, se acoge con más presteza y se difunde tan ampliamente.”
Bienvenidos el cuestionamiento y la exigencia, siempre y cuando se hagan con fundamento y, particularmente con honestidad, esa honestidad sincera y bien intencionada, que, como decía el gran Marco Tulio Cicerón, “es digna de elogio”.