LA PROPUESTA ECONÓMICA DE AMLO
En lo económico, la política seguida por Andrés Manuel López Obrador pudiese explicarse como parte del actual proceso democratizador en el país, incluso en lo que él llama Cuarta Transformación, pero cursada esta etapa y corrido el tiempo de su periodo, es poco posible que ubiquemos un punto de encuentro con la propuesta de la izquierda socialista. Al contrario, se toman senderos separados y divergentes ni siquiera paralelos, por lo cual cada día se distancian más.
Si bien la política económica impulsada por AMLO es declarativamente antineoliberal, es claramente capitalista, con rasgos nacionalistas, de rescate del Estado y del papel que puede jugar éste en el desarrollo económico, pero sin romper con la lógica del mercado, como balanza reguladora de la evolución económica.
En opinión del exsecretario de Hacienda Carlos Urzúa, “…nosotros somos una economía extraordinariamente abierta para estándares internacionales y dependemos totalmente del comercio exterior. Nuestra suerte está echada desde 1994 y si el T-MEC no florece como yo espero que florezca, pues a ver qué sucede con México. Entonces, la economía mexicana es totalmente neoliberal. Lo único que no es neoliberal, probablemente sea esta intervención en el sector de energía. Y ya”. Esta apreciación fue hecha antes de la visita a Washington.
Desde mi punto de vista, la apuesta del gobierno hacia el T-MEC y la presunta alianza del cono norte del continente americano, corresponde a un paso atrás en la lógica de una postura progresista, ciñéndose a las reglas del juego capitalista. Sin ser explícito, allanó el camino para cumplir con uno de sus objetivos inmediatos, con los cuales le apostaba a revertir la crisis económica en la que cayó el país. Quedó en el recuerdo la voz opositora al TLCAN levantada por López Obrador en el pasado.
Hemos venido reiterando que el modelo económico seguido por AMLO es el keynesiano, que bien tuvo sus efectos positivos en tiempos del New Deal después del crack financiero de 1929 y que ayudó a rescatar a Estados Unidos bajo la conducción de Roosevelt.
Aún su postura de apoyo primero a los pobres, implícitamente está su consideración de los individuos como mercancía, haciendo una analogía entre los medios de producción con la fuerza de trabajo. Esto es básico dentro de la teoría capitalista. Pero también hay otros elementos que lo caracterizan, como el aumento del gasto público para la implementación de programas sociales de refuerzo económico a los más desprotegidos; aumentar por esa vía el empleo (esta es la idea de Jóvenes construyendo el futuro o sembrando vida), para alentar el consumo, dinamizar el mercado interno y buscar el equilibrio económico.
Esto nos lleva a una apreciación incorrecta por parte de AMLO y corresponde a pensar que el desarrollo no necesariamente infiere aumento del crecimiento económico y eso no es cierto. Apoya a partir de los programas sociales, con lo cual se espera mejorar la calidad de vida y redistribuir de mejor manera el ingreso.
Al respecto, José C. Valenzuela Feijóo afirma que, “el proceso de crecimiento, usualmente va acompañado de cambios en la estructura social: las instituciones que moldean la vida económica, la vida política y la ideológica. Para dar cuenta de los cambios en el sistema social asociados al crecimiento, se suele hablar de desarrollo económico. Por eso, como fórmula rápida, se suele sostener que “desarrollo = crecimiento más cambio social”
De esta maneta no podría haber reversión real a la pobreza, la desigualdad, tratamiento a la informalidad y adecuada distribución de la riqueza, sin debido crecimiento económico, cuyas expectativas para el presente año no son promisorias, esperándose incluso un decrecimiento.
A todo lo anterior se abona un estilo propio de gobernar de AMLO en materia económica, donde a diferencia de la Salud (como se ha evidenciado en el manejo de la pandemia por el coronavirus), no escucha la voz de los especialistas. Por algo hay analistas que le encuentran paralelismos con el echeverrismo, cuyos resultados desastrosos ya vimos en el relevo con el sexenio de López Portillo. Los puntos en común que se les encuentran son la postura nacionalista en lo económico, el refuerzo estatal, mejorar la recaudación fiscal.
Un encontronazo será cuando se discuta la propuesta de salida a la crisis económica.
