Lecturas sobre las plurinominales
Mucha gente entre ellos yo, no estamos de acuerdo en las diputaciones y senadurías plurinominales, todas debieran ser uninominales, tener una representación por territorio y número de electores, pero no estrictamente de partido, diluidos los postulados en listas, que incluso no corren la misma suerte procedimental que los segundos, aunque cuando lleguen a las cámaras correspondientes eso se pierda.
Sin duda no hay equidad ni igualdad de circunstancias, los uninominales tienen que hacer campaña, invertir dinero pues casi siempre los apoyos del partido que los postula son insuficientes y para los perdedores sobre inversiones perdidas, pues lo único que les queda es un dato para su currículum.
Para los plurinominales, sobre todo para aquellos que van en los primeros lugares de las listas, no hay inversión, no hace falta pues por lo regular no hacen campaña, no pasa ni influye nada en los resultados si son conocidos o no, para que al final, lleguen a las cámaras gracias a lo que hicieron los demás, aquellos que si promovieron el voto para sus partidos.
Por otra parte, las listas plurinominales casi siempre están integradas por cuadros nacionales, que llegaron ahí casi por habilidad y oportunidad, pero muchas veces no por trabajo político desde la base. También se incluyen a cuotas para grupos políticos al interior de los partidos, equilibrios en las distintas regiones del país o maniobras políticas. Los aparatos partidistas aquí tienen su semillero de inclusión en puestos de representación popular, que por otra vía sería imposible.
Es la única posibilidad para revivir a los que podemos considerar como “cartuchos quemados”, pues por la vía uninominal casi sería imposible que llegaran. Un ejemplo de esto es el aguascalentense Augusto Gómez Villanueva, que aún que ya pasó su tiempo en la política, el PRI lo sigue manteniendo, así lo impulso en su lista como Constituyente de la Ciudad de
México, a fin de que presidiera la Comisión Instaladora por su edad y carácter de personaje que más veces ha estado en las cámara y por lo mismo (como si fuera mecánico), mayor experiencia legislativa. Ahora aparece en la lista a Diputados por el tricolor.
Coincido con la apreciación de Jorge Iván Domínguez (en artículo publicado en la web), que menciona que, “los hoy comúnmente llamados “pluris” se han convertido en el símbolo más fehaciente de la ilegitima clase política mexicana, siendo el influyentísimo, el nepotismo y hasta servilismo hacia los grandes grupos oligárquicos del país, su principal origen e interés legislativo.”
Es cierto que muchas veces de las listas plurinominales provienen los legisladores que encabezarán los distintos grupos parlamentarios y que para algunos partidos estos cuadros representan más la calidad de las organizaciones que la cantidad. Asimismo, dista mucho el contenido actual de este tipo de representantes populares, que cuando se introdujo la figura. Me refiero a la reforma electoral del 63 (inaugurada en la elección de 1964 y que se conoció por entonces como diputados de partido.
En una parte de la exposición de motivos que se consideró en aquella ocasión se decía que: “… Es evidente el hecho de que no ha podido encontrar acceso al Congreso de la Unión los diversos partidos políticos o las varias corrientes de opinión que actúan en la República; de ahí que, con frecuencia, se haya criticado al sistema mexicano de falta de flexibilidad para dar oportunidad a las minorías políticas, que se duelen de que un solo partido mayoritario obtenga la casi totalidad de los puestos de representación popular. Para consolidar la estabilidad política orgánica de que México disfruta, será un factor importante la mejor canalización, por cauces legales, de las fuerzas cívicas, en particular las minoritarias y, muy principalmente, las que estando agrupadas en partidos políticos nacionales, actúan orgánicamente y no en forma dispersa cuando no anárquica.”
Es decir, nada que ver a lo que se vive hoy, momento plural y diverso, no hegemónico para ningún partido ni sistema prácticamente de partido único como sucedía por entonces. Se ha perdido entonces la causal para garantizar la participación de la oposición. Ahora ésta no requiere “ayudaditas”, sino simplemente que se respete el voto.
Por ello cuando se propone ajustar los gastos en las instituciones oficiales, entre estas las Cámaras, surge la propuesta pertinente de disminuir el número de legisladores, y un paso al respecto es la desaparición de los plurinominales.