Justicia y moral
Si no existe la justicia divina, cuantimenos la humana
“Las leyes de cada nación tienen que estar relacionadas con su forma de gobierno, sus circunstancias físicas (por ejemplo: clima, geografía) y con las condiciones sociales” (por ejemplo: libertad, costumbres, comercio, religión). En esto Montesquieu sigue a Aristóteles. Y todas las leyes consideradas en su conjunto, constituyen el espíritu. (Lowenthal). “La razón no constituye el espíritu o mentalidad de ninguna nación. Las naciones viven en función de la pasión y el prejuicio, no del entendimiento”, afirma Montesquieu, Más aún –arguye– las virtudes políticas no derivan de la ética sino de las pasiones, por lo cual las estructuras políticas son los medios para reprimir el conflicto social, en lo cual difiere de Aristóteles, quien sostiene la unidad de ética y política en la búsqueda del bien de la comunidad.
Baruch Spinoza, al igual que Platón, postula la filosofía y la moral como fundamentos para la organización de la sociedad y el orden político, por lo cual la tarea del filósofo es esencial para explicar, construir, perfeccionar mantener la sociedad civil, acorde a los principios racionales de la filosofía. (Tratado político. Ética) Según Spinoza, las diferencias naturales (y no las convencionales) son fundamentales en la sociedad política, lo cual impone una variedad de tipos, funciones y opiniones entre los hombres en la sociedad que no pueden ser destruidas en la unidad del poder gobernante. Esto lo lleva a reflexionar sobre la democracia, en la cual debe permitirse la libertad de expresión para satisfacer las discrepancias naturales que hay entre los hombres. De otro modo, “cuando la opinión es tiranizada la democracia queda destruida por el dogma y la superstición”. De este circunloquio se desprende, en consecuencia, lo justo como medida para las relaciones sociales y políticas. (David Efraín. Breve análisis del pensamiento filosófico de Baruch Spinoza)
El fatalismo universal constituye otro de los puntos fundamentales de la concepción filosófica de Spinoza. Si “Dios obra con la misma necesidad absoluta con que existe”, determinismo absoluto que se extiende igualmente a la voluntad humana: “lo que en el hombre se llama libertad o libre albedrío, sólo entraña y exige la libertad de coacción” (Zeferino González/Historia de la Filosofía)
Kant rescata el valor moral de la justicia (Metafísica de las Costumbres). “Por eso –discurre– ha habido en todos los tiempos filósofos que han negado en absoluto la realidad de esa disposición de espíritu [la moral] en las acciones humanas y lo han atribuido todo al egoísmo, más o menos refinado; mas no por eso han puesto en duda la exactitud del concepto de moralidad; más bien han hecho mención, con íntima pena, de la fragilidad e impureza de la naturaleza humana, que, si bien es lo bastante noble para proponerse como precepto una idea tan digna de respeto…”
De ahí deduce Kant que la justicia es un valor absoluto por sí mismo en cuanto es deducido por la razón humana, aunque carezca de vigencia en la realidad social, pero, admite, carece de raíz divina, “pues, no hay ningún verdadero principio supremo de la moralidad que no haya de descansar en la razón pura, independientemente de toda experiencia… es el fin natural, que todos los hombres tienen, su propia felicidad. Ciertamente, podría mantenerse la humanidad, aunque nadie contribuyera a la felicidad de los demás, guardándose bien de sustraerle nada; mas es una concordancia meramente negativa y no positiva”.
“La discordia –explica Kant– y el antagonismo son recursos de la naturaleza que sobreviven en el Estado civil, el cual procura una ulterior concordia, la cual es una discordia bien regulada en el nivel legal y político… El Estado civil conserva la libertad en tanto que fomenta el antagonismo mediante el juego de las instituciones”. Es decir, anticipa la institucionalización de la lucha por el poder y la lucha de clases.
Para Marx la moral y la justicia responden exclusivamente a la ideología de la clase dominante, que impone al resto de la sociedad –las clases subordinadas—para explicar o justificar la validez ética y social de su predominio. Así, moral y justicia no son sino cascarón ideológico –sin correspondencia necesaria con la realidad– que posee carácter histórico, es decir, responde a cada etapa de la historia de la sociedad, tanto en las condiciones de la existencia material del ser humano en medio de las relaciones de explotación y dominación propias de la estructura socio-económica, como en la idealización y sublimación (alienación y autoengaño) de sus circunstancias y formas de vida. Creencias, percepción del mundo y del hombre incluida su aceptación o su crítica y rechazo (ya sea en forma de religión, filosofía, ideas políticas), que se modifican conforme evoluciona la propia sociedad acorde a la naturaleza de la economía política –la organización del trabajo, la propiedad–, de la esclavitud a la servidumbre y de ésta a la enajenación proletaria.