A NUEVA OLA… DE LA DERECHA
Buscando en mi biblioteca de la Ciudad de México libros sobre comunicación y periodismo, me encontré uno que no sabía que tenía, de Manuel Buendía, el cual reunía una colección de sus artículos dedicados a la derecha poblana de los sesenta y setenta del siglo pasado. Lo leí casi de inmediato, aclarándome algunas situaciones que habían sucedido en esa entidad a principios de la década citada, que involucraban sobre todo al arzobispo Octaviano Márquez y Toriz y al gobernador Gonzalo Bautista O’Farril. Esto me llevó a otro libro, este más reciente, del periodista Álvaro Delgado, que hablaba del Yunque, organismo de la ultraderecha fundada también en dicha entidad en la década de los cincuenta, hoy vigente y actuante.
[bctt tweet=»El Yunque “es como la humedad, se cuela en todos lados, pero principalmente buscan los espacios educativos y de formación para empresarios para inculcar su agenda”» username=»»]
Leía que este periodista afirmaba que, El Yunque “es como la humedad, se cuela en todos lados, pero principalmente buscan los espacios educativos y de formación para empresarios para inculcar su agenda”, que no es otra cosa que mantener el statu quo, el conservadurismo de antaño, a partir de la cerrazón eclesial y moral.
A lo largo de las décadas recientes, la derecha se ha mantenido actuante, organizada y con vida a partir de varias agrupaciones de carácter confesional y otras políticas. El panismo las llama intermedias y con ellas ha ido permeando en algunos sectores de la población para mantener su influencia y hegemonía, de tal manera que no son solo acciones desde el púlpito y las homilías que se difunden las ideas de la derecha, sino se ha tratado de horizontalizar de muy diversas formas.
Leía un ensayo reciente sobre el tema, que mencionaba que había en el país 66 organizaciones de ultraderecha, aunque supongo que hay más de esa cantidad, pero que de alguna manera se habían mantenido contenidas, pues los gobiernos por entonces coincidían con sus apreciaciones, sobre todo en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, quien incluso acercó a su equipo de gobierno a personajes ligados al Yunque. Nunca se fijaron en la lucha contra el crimen organizado o en políticas de corte social. En realidad sirvieron como fuerzas de apoyo a los gobiernos en turno.
Sus manifestaciones y actuaciones públicas se daban a partir de coyunturas concretas, venidas de grupos antipodos ideológicamente hablando que devinieron contra posturas particulares, como el matrimonio igualitario, el aborto y/o maternidad responsable, entre algunos temas, pero sin cobertura general ni de práctica permanente.
Obviamente el triunfo de julio del 2018, rompió con la complacencia de la derecha hacia cómo se gobernaba y por quien, de tal manera que tuvieron que desempolvar sus arreos y volver a la ofensiva, mucho más intensa y agresiva de como lo habían hecho cuando calificaron a López Obrador como una amenaza para México, pudiendo incidir en millones de mexicanos, desalentando el voto por el cambio en aquel momento.
Sin embargo el modelo neoliberal hizo crisis en México al paso del tiempo, en prácticamente todos los órdenes, económico, político y social. La corrupción e impunidad se ubicó en niveles intolerables; fracaso la estrategia contra el crimen organizado, no se contuvo la violencia; México se convirtió en un país desigual e inequitativo. L respuesta popular en julio del 2018 era obvia y esperada, sin que la hoy oposición y la ultraderecha hayan podido hacer algo para contrarrestar esa tendencia transformadora.
Ahora la derecha ha vuelto a reactivarse, sobre todo sus sectores más radicalizados, han vuelto a sus viejas tácticas, apostándole a la desmemoria de muchos mexicanos o a influir en aquellos se son dúctiles para cambiar su postura y ser recuperados por la reacción, como sucede con una parte de las clases medias, aspiracionistas y con una pobre cultura política, pero que si acude a las urnas.
Así como la pandemia en su tercera reactivación, la ultraderecha vive una nueva ola en su estrategia desplegada contra el gobierno de la 4T, la cual ha venido intensificando, siguiendo la máxima goebeliana de que si se repite una mentira mil veces se convertirá en verdad, para crear una percepción de las cosas, alejada completamente de la realidad.
Un compañero de trabajo me comentaba el otro día que, porqué no se despliega una intensa campaña de apoyo a lo que realiza bien el actual gobierno, pues en el caso de quienes están en contra no descansan en su actividad de zapa y que él, en su ámbito, está viendo que la reacción ha ganado terreno. No está demás este comentario y la preocupación manifiesta tiene fuentes reales, es un riesgo que podría cambiar las cosas, a partir de los cambios de percepción y construcción de una realidad falsa.
Los viejos organismos de la ultraderecha como el ya señalado Yunque, o los organismos nuevos como Frena, personajes como Claudio x. González, Carlos Loret de Mola, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Carlos Alazraki o el Jefe Diego, sólo por anotar a algunos de ellos, se han convertido en puntales de la lucha contra AMLO y defensores del statu quo. Pero también hay una militancia de base de la ultraderecha que ha desbordado las redes sociales con mensajes insultantes y engañosos, ante la carencia de análisis objetivos y propuestas programáticas congruentes.
Ante esto hay una respuesta, sin duda, en mucho también manejada en redes sociales. A esto también debemos sumar las mañaneras, que son efectiva por los miles de mexicanos que la siguen diariamente, sólo de un portal, checaba en días pasados, se habían sumado ochenta mil seguidores, pero no es suficiente, tiene que desplegarse acciones de mayor envergadura y alcances, pero sobre todo, gobernar bien y de manera transparente.