EN MEDIO DE LA LUCHA DE CLASES

Dos proyectos de Nación chocan en el país, cada vez con mayor intensidad, en las últimas semanas han acelerado su encono, como si el tiempo nos alcanzara y ya no hubiese más que hacer para un mañana incierto para los distintos actores políticos. Sin duda sigue agudizándose la contradicción entre capital y trabajo.

A diferencia de lo que afirma López Obrador, lo anterior es la fuente predominante de la confrontación social, que todavía tiene hundida a la mayoría de los mexicanos en la explotación y la miseria. No es pues la corrupción, que en todo caso es manifestación de la lucha por mantener la hegemonía de la derecha capitalista, pero no la razón de toda desigualdad.

[bctt tweet=»Combatir sin cuartel ni miramientos a la derecha y burguesía oligopólica» username=»crisolhoy»]

Aún las apreciaciones de los postmarxistas, como indicara El Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, el motor de la historia es la lucha de clases. Y esto subsiste hasta nuestros días. Es una concepción del mundo y de cómo interpretarlo, subsiste como un proceso constante de transformación, a partir de la confrontación por la hegemonía de una clase sobre la otra.

De esta manera, el mundo y nuestro país están divididos por intereses irreconciliables, que desvelan el dominio y la explotación de la clase dominante. En México ésta perdió en 2018 el gobierno, pero no necesariamente todavía el poder. El Presidente decretó el fin del neoliberalismo y habla de un cambio de régimen, dejando atrás sobre todo a la conducción del país en los últimos 38 años.

Se abrió un periodo transicional, que para como van las cosas, proseguiría el sexenio siguiente, siempre y cuando prevalezca el apoyo popular al proyecto denominado como Cuarta Transformación, pero también se de una incidencia más efectiva y transformadora de la izquierda socialista. Para como van las cosas, si en la Rusia prerrevolucionaria, el periodo de Kerenski duró meses, aquí podría invertirse años, más si no contamos con nuestras Cartas desde lejos y las Tesis de abril.

Tampoco podemos descuidarnos del papel de la burguesía, que en su política de no aceptación de los cambios, ha empezado a mover todos sus alfiles, como se ha expresado ahora con esos presuntos 650 periodistas y académicos que acaban de publicar un desplegado asustando con el petate del muerto.

López Obrador está haciendo lo suyo, lo que planificó en lo personal por muchos años, no esperemos que haga más, sobre todo como lo que pensamos y proponemos los comunistas o la izquierda socialista en el país. Tiene razón en no dejar pasar nada proveniendo del conservadurismo. La lucha ideológica y política hay que darla sin tregua.

Tampoco podemos esperar que lo haga su partido, Morena, ideado a imagen y semejanza de su proyecto, no por nada es una agrupación progresista pero no de izquierda. Quien haya pensado que sin cuestionar al gobierno, podría convertirse en un contrapeso o conciencia ante el gobierno de una persona, sabrá dónde tiene la cabeza. Si fuera de manera distinta, la búsqueda por renovar su dirigencia hubiese sido volteando los ojos y mente hacia fuera del partido y no hacia dentro, cociéndose en su propio jugo.

La pelota está entonces en la izquierda socialista, impulsando su reintegración unitaria por lo menos de acciones comunes, soportadas éstas a partir de una agenda temática, Tesis política, estrategia y propuesta para el periodo. El siguiente paso tendría que ser su inserción en todas las expresiones organizadas de la sociedad civil, construyendo un gran movimiento social y de masas con ideas transformadoras y revolucionarias.

Combatir sin cuartel ni miramientos a la derecha y burguesía oligopólica, dar la lucha ideológica para recuperar terreno entre aquellos mexicanos que subsisten en el espejismo que el capital les vendió por decenas de años y que ahora aprovechan en luchas por justas demandas.

Quizá la izquierda socialista es la que menos ha hecho en este choque de trenes de dos clases antagónicas. Hablando como en los viejos tiempos, se han dado las condiciones objetivas para el cambio y la transformación. La situación del país en los últimos años y el triunfo electoral popular del 2018 así lo muestran. Pero estamos ayunos de las condiciones subjetivas. El partido, la vanguardia o como quiera llamársele no es cuestión solo de buena voluntad ni por decreto.