LA LUCHA CONTRA LA ULTRADERECHA
No son tiempos de medias tintas, de pasividad ni de contemplación. La ultraderecha en el mundo, que es lo mismo que referirnos al fascismo, bajo la égida del presidente norteamericano, Donald Trump, ha entrado a un momento de ofensiva intensa, que lamentablemente empieza a ganar terreno. Tenemos que denunciar, pero sobre todo actuar y no dejarlos avanzar.
A nivel internacional hay muchas manifestaciones al respecto, de tal manera que hoy se abre la disyuntiva de progresismo-izquierda o fascismo. Ni siquiera es la derecha tradicional y en mucho moderada, ésta empieza a ser desplazada por posturas más radicales, intolerantes, que han confundidos a muchos, incluso retomando planteamientos programáticos en los cuales no creen, como Estado de Derecho, democracia y libertad.
El mundo se encuentra polarizado, entre dos concepciones antípodas. Es la disputa por el futuro y nuestra propia pervivencia. No son entonces cuestiones menores e intrascendentes. Tampoco son lejanas a nosotros, a nuestro país y al continente. Solo hay ver en este contexto, la marcha programada para este 15 de noviembre, que ha tomado como pretexto un lamentable acontecimiento (el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo), para apostarle a la inestabilidad y la ingobernabilidad en el país.
Son aquellos que piden la intervención norteamericana en nuestro país, al estilo de Corina Machado en Venezuela, a quieren no les interesa ser cipayos, al estilo de Novoa en Ecuador, Millei en Argentina o Bukele en el Salvador o están por la regresión en Chile y Honduras, países donde habrá elecciones presidenciales este mes de noviembre o en Colombia en el primer semestre del 2026.
Son los mismos sectores que repudiaron los resultados electorales recientes en Irlanda y Nueva York, que además despliegan todo su apoyo al genocidio en Gaza, su acoso contra el pueblo saharaui y apoyo al intervencionismo marroquí, que persisten en el inhumano bloqueo a Cuba, que no dicen nada contra los asesinatos extrajudiciales en el Caribe y a las intenciones intervencionistas en Venezuela y Colombia.
Es la derecha ultra que ha revivido con nuevos bríos la industria armamentista, para lo cual necesitan de las guerras, las cuales mantienen y fomentan, como es el caso de la de Rusia-Ucrania. Quien no tiene empacho en atacar países, como Irán, bajo la presunta acusación de tener armas nucleares, cuando son los primeros en tenerlas, como es el caso de Israel y Estados Unidos.
Insisto, no son tiempos de confianza ni de problemas lejanos que no pudiesen darse en nuestro país. La postración política y orgánica del PAN (quieran aceptarlo o no en Aguascalientes), puede ser sustituidas por posturas más radicales de corte fascista, ganando sectores sobre todo de las llamadas clases medias, aspiracionistas y despolitizadas.
El progresismo sigue obnubilado por la fiebre de un periodo de bonanza, que para ellos pareciera que se mantendrá por los siglos de los siglos, sin más y, no es así. Los proyectos y modelos, para mantenerlos, hay que alimentarlos, sin discursos, sino con hechos. Es la prevención para que no llegue la derecha radical.

