La política asistencialista: El Bronco y Marvin Harris
En intervención anterior presenté algunas ideas del pensamiento y cultura norteamericana que Marvin Harris expone en su libro ¿Por qué todo está mal? (1984), principalmente se planteó la visión y principios económicos y la respuesta xenofóbica de la clase dominante, la cual busca imponer su cosmovisión a fuerza de su dominio, en oposición a la diversidad cultural y racial que existe en los Estados Unidos.
De lo cual se desprenden dos discursos antagónicos, que para ejemplificarlos se presentaron como tipos ideales (en el sentido de Weber); así el discurso económico e individualista representado por Trump y el discurso de inclusión y aceptación de la pluralidad cultural representado en Obama. Ambos con una menor o mayor presencia de xenofobia, ya que si bien el republicano discrimina todo lo que no sea blanco racial, Obama discrimina lo que atente contra el pueblo norteamericano. Pero eso es otro historia.
En esta oportunidad y por referencia en el tercer debate presidencial en México, a lo vagamente expuesto por Jaime Rodríguez Calderón conocido como El Bronco, cuando trato de explicar porque la política asistencialista puede convertirse en un lastre que limita el desarrollo.
Definitivamente El Bronco no se ve que conozca mucho en materia de teoría política, menos de antropología; pero dentro de su simplismo señaló, por referencia a sus unidades culturales, que posee un <<discurso>> diferente en relación a los otros tres candidatos que plantean conservar y renovar distintos programas de asistencia social, con poca o nada de convicción teórica que les permitiera demostrar o explicar el porqué debe o no existir, reformarse o cambiarse algún programa ya existente.
Marvin Harris en su libro ¿Por qué todo está mal? señala que algo similar pasa con los republicanos y demócratas en Estados Unidos (los odiamos tanto porque nos parecemos tanto a ellos), donde por lo menos en la década de 1980 la administración republicana de Ronald Reagan con la participación de todo el aparato federal, estatal y local ejerce en promedio anualmente un gasto o inversión (según el punto de vista del lector), que ha alcanza un valor equivalente al “40% del producto bruto nacional” op. cit
Harris explica que la razón de este gasto o inversión, históricamente en Estados Unidos sube y baja, aunque no se aleja mucho de la media del 40%, dependiendo de las motivaciones del gobernante en turno: si es de los poseedores del <<discurso>> Trump, ve como gasto la seguridad social, pero decide conservarla para evitar las posibles manifestaciones de violencia de la población dependiente de los apoyos del gobierno. Los principios xenófobos de su psicología y cultura lo motivan a tratar de mantener las cosas como están y continuar con los apoyos sin buscar resolver el problema de forma estructural ya que también al conservarlos busca obtener el premio del clientelismo electoral, ya que sabe que ejercer este tipo de políticas son muy rentables en las democracias modernas (compra de votos con dinero oficial).
Los poseedores del <<discurso>> Obama, ven la política de seguridad social y asistencialismo, al menos teóricamente, como formas de distribución y acceso a la <<justicia social>> para grupos vulnerables. Aunque no escapan del objetivo clientelar electoral. Harris muestra con bastante ejemplos estadísticos el pobre efecto que este tipo de inversiones impactan para mejorar las condiciones sociales, disminuir la pobreza o generar condiciones de ascenso social. Para Harris “el sueño americano estadísticamente no existe”.
Siguiendo el recorrido de Harris por sus estadísticas rescata varios ejemplos de grupos vulnerables; nos centraremos en el caso de las “madres solteras” para mostrar algunos elementos que obligan a los sujetos a <<reproducir>> los mismos patrones de su pobreza. Que hacen que la modificación de las estructuras culturales y materiales que dan vida y origen a la pobreza se conserven aun con el esfuerzo de políticas públicas de asistencialismo gubernamental que tratan fortalecer el desarrollo individual de el sujeto, que simplemente <<decide no cambiar>> sus circunstancias por dichos paradigmas culturales.
Por lo que un importante grupo de “madres solteras” por no decir que casi el 99% de ellas en Estados Unidos que reciben apoyos financieros y en especie, por parte del gobierno federal, estatal, local y apoyo de organizaciones civiles, que como grupo vulnerable consisten en apoyos para vivienda, vestido, comida, seguridad social y acceso a la educación para ellas y sus menores, en un casi 99% ellas continúan <<reproduciendo>> patrones culturales y psicológicos que perpetúan su situación y aceptación como grupo social, incluso hacen deseable “ser madre soltera” como un proyecto de vida, sin considerar las expectativas de desarrollo para ellas o sus hijos; ya que lo que realmente desean es “sobrevivir” y “entretenimiento” para sus vidas.
Reforzando la idea de Harris sobre la reproducción de la <<“CULTURA DE LA POBREZA”>>, podemos citar al también antropólogo norteamericano Oscar Lewis que en su libro ANTROPOLOGÍA DE LA POBREZA (1961); estudiando a cinco familias de la ciudad de México, demuestra la existencia de patrones culturales y paradigmas mentales que evitan que psicológicamente el individuo pueda desarrollar expectativas y deseos para mejorar sus condiciones de vida, tanto emocional como materialmente <<la cultura de la pobreza>> moldea los cuerpos y sus expectativas de proyecto de vida infringiendo al sujeto la imposibilidad emocional de crear o aprovechar oportunidades de desarrollo personal.
Harris ve como las “madres solteras” al recibir apoyos y asistencia pública desean y ven como proyecto de vida que inculcan a sus hijas el mantenerse solteras, ya que si contraen matrimonio el apoyo termina. Por ello establecen relaciones sexuales de pareja que cambian continuamente ya que su “libertad económica” obtenida gracias al asistencialismo sería reducida si la pareja sexual se establece formalmente y eso pone en riesgo la recepción periódica del apoyo gubernamental.
Al mismo tiempo medidas en distintos estados como la reducción de jornada laboral, aparte de ser una forma de discriminación positiva, invita a los empleadores a no contratar “madres solteras” ya que se ven obligados a pagar completo sin recibir un tiempo y trabajo completo, lo que reduce la oferta de trabajo, además que si la “madre” llega obtener el trabajo ella pierde el apoyo. ¿Para que buscar trabajo entonces?
En cuanto a los hijos varones de “madres solteras” son ellas quienes inculcan a sus hijos que busquen parejas sexuales temporales; que se mantengan en la calle y generen oportunidades económicas en mercados informales, ya que si llegan a establecer relaciones formales en la economía, dicha relación pone en peligro el apoyo gubernamental a la madre.
Estas condiciones al varón hijo de “madre soltera” más lo que explica William Foote Whyte en su libro LA SOCIEDAD DE LAS ESQUINAS (1971), establecen relaciones con pares coetáneos (grupo de amistad y solidaridad en edad similar, con ideales y condiciones económicas semejantes), para formar pandillas con el fin de generar oportunidades de entretenimiento y si se puede de alguna actividad económica fuera de las relaciones formales de la economía.
Estas acciones y relaciones sociales establecidas desde la marginación fortalecen la relación de dominación y sumisión femenina en los barrios bajos norteamericanos, perpetuando estructuras de marginación y la <<”cultura de la pobreza”>>
Siguiendo este orden de ideas Harris explica porque los servicios sociales, apoyos a madres solteras, gasto público e inversión en políticas públicas en la materia no obtienen resultados satisfactorios para reducir la población de “madres solteras”, ya que las <<estructuras>> mentales de los sujetos resisten casi cualquier intento de modificación. Si consideramos que ya tiene arreglado el problema de casa, alimento y vestido ¿qué motiva al sujeto a cambiar su estado objetivo?
Como parte de la cultura de la pobreza norteamericana basada en la política asistencialista, los sujetos rechazan el trabajo, no desean mantener relaciones permanentes al tiempo que así como a las hijas se les motiva a conservar y reproducir la vida de “madre soltera” y a los hijos varones se les invita a reproducir la vida en las calles. Con estas condiciones producto de la forma como se aplican las políticas de asistencia social ¿Cómo se pueden crear condiciones que realmente generen oportunidades de desarrollo y bienestar para los individuos?
Aunque no nos guste admitirlo El Bronco tiene razón de que los apoyos y sistemas de asistencia social han fallado para erradicar la pobreza, que incluso la fomentan y promueven, pues existan cada día más personas que sin darse cuenta realizan actos que perpetúan las relaciones culturales y estructurales de la pobreza.
Los tres candidatos de partido no alcanzan a ver la dificultad y exigencia del planteamiento de El Bronco, porque están metidos como miembros de partidos en el problema de generar clientela electoral. NO QUIEREN RESOLVER EL PROBLEMA DE LA POBREZA, eso sería perder el control de grupos vulnerables que se traducen en votos.
El mismo Bronco, da con una posible solución al problema pero parece que no se da cuenta de la trascendencia ni la forma de cómo lograrlo, cuando usa de ejemplo a su madre, esa oportunidad está en el trabajo individual y los deseos de crear otro tipo de oportunidades para la vida de sus hijos y para ella lo que obligó a la madre de El Bronco (si es verdad su historia), a crear por medio del trabajo opciones productivas que permitieran la acumulación de capital inicial y fomentarán la inversión y el trabajo dentro del grupo familiar como una unidad económica de reproducción social y producción económica.
No todos pueden ser vendedores de tamales; pero hay otra serie de opciones comerciales que no se exploran por conservar como hasta ahora las bases del sistema clientelar de los partidos y con ello más la <<CULTURA DE LA POBREZA>>, con la <<Cultura Clientelar electoral>> impiden crear otro tipo de opciones y programas que sí erradiquen o por lo menos disminuyan la brecha entre las distintas clases sociales en cualquier democracia moderna.