Franz Boas: Antropología Cultural y la raza
Cuestiones fundamentales de Antropología Cultural (1911); de Franz Boas es el testimonio directo de la influencia del padre de la antropología culturalista norteamericana que en el siglo XX diera origen, en su pensamiento a autores e investigadores tan renombrados como Ruth Benedict, y Margaret Mead, por nombrar algunos, (por cierto: en varios trabajos y exposiciones sobre derechos humanos es normal encontrar citas a frases que se atribuyen a Margaret Mead cuando en realidad son provenientes del texto de su maestro Franz Boas, tomadas de Antropología y Cultura y que Mead cita sin mucho éxito por lo que los lectores de Sexo y Temperamento deben tener en cuenta las referencias y notas de pie de página de la autora); que sostenían en sus investigaciones de antropología y sociología el cómo la cultura determinaba las acciones y sentir de los individuos y los pueblos. Definiendo las formas de adaptación y la acción social, como el cambio y sus transformaciones desde unidades culturales que se manifiestan en forma de luchas, acciones, objetos o procedimientos por parte de los sujetos en determinado tiempo y lugar. Comprendiendo así:
“… que la cultura es, un efecto de creación orgánica y viva y no una adaptación mecánica” … “Los fenómenos históricos de una tribu o pueblo sólo pueden ser entendidos como <<desarrollo de condiciones específicas y únicas en que ese pueblo vive>>” (Boas: 1911)
El culturalismo de Franz Boas se opone principalmente a las escuelas biologicistas, difusionistas que a principio del siglo XX tenían mucho eco y en el <<discurso del poder>>, ya que nutrían y servían principalmente a los intereses políticos de facciones antes que a la ciencia misma, justificando la explotación de naciones menos desarrolladas y la aplicación de ideas racistas y creacionistas en detrimento de los derechos humanos, derechos civiles, libertades y oportunidades de desarrollo para los individuos y pueblos.
Para Boas era una obligación de los gobiernos de las naciones “cultivar los ideales de la igualdad de derechos” op. cit, principios que son antecedentes en los Estados Unidos para la integración de los derechos civiles y, en buena medida, aportaron sustento a los argumentos internacionales para la creación y promoción de los derechos humanos.
En Antropología Cultural Boas debate y construye en formas diversas, sin perder el hilo conductor del principio culturalista, las relaciones sociales como determinantes para las pautas, acciones y adaptaciones psicológicas de los individuos; antes que los accidentes de aislamiento o ecología puedan determinar un proceso de adaptación y respuesta en los individuos que afecte su estructura psicológica y cultural por mediación de procesos biológicos como la raza.
Las relaciones humanas son productos culturales que moldean a los individuos y al mismo tiempo definen bajo miles de condiciones diferentes no controladas antes que el proceso biológico, la conducta y la psicología del individuo en una experiencia sensible con el mundo de las ideas y los objetos.
A lo largo de más de 100 mil años de historia de la especie, Boas observa la gran capacidad de la especie para crear diferentes respuestas de adaptación, aunque sí ve con curiosidad que las poblaciones que experimentan aumentos en sus densidades de población son las que tienden a desarrollar más objetos para su vida diaria. Por lo que sería más factible que la competencia por el número poblacional pudiera tener alguna relación con la necesidad de la población y sus individuos para crear nuevos objetos y tecnología creyendo que estos nuevos elementos les pudieran traer beneficios y mejoras en las condiciones de vida.
Boaz insiste que la adaptación de la historia de la civilización se basa en procesos culturales, no en procesos biológicos y son ellos los que transforman por influencias coyunturales y temporales a los individuos y ellos, a su vez, a la cultura produciendo objetos materiales que pueden ser considerados ejemplos materiales de civilización.
“Desde un punto de vista estético, pictórico, esto es bastante cierto, como en un paisaje la forma topográfica, la vida vegetal, la vida animal y la cultura humana pertenecen al cuadro, aunque la unidad estructural en el sentido de las relaciones causales no puedan darse. El suelo y el clima favorecen ciertas formas de vida, pero no determinan las plantas, animales y formas culturales que existen. Un estudio científico de la totalidad de los fenómenos nunca debe conducir a la omisión del estudio de la causalidad. La presencia de un cierto número de rasgos en un cuadro no se debe necesariamente a su relación causal. Las correlaciones pueden ser fortuitas, no causales. La prueba de la relación causal es indispensable. Debe probarse, no suponerse, que las diferencias de los rasgos mentales de las razas están determinadas biológicamente, y asimismo debe ser probada y no supuesta la existencia de las influencias externas. Sólo si puede presentarse la prueba exacta de que el comportamiento individual depende de la estructura corporal y que lo que puede ser cierto del individuo también es cierto del grupo racial, o si la importancia relativa de la herencia y del medio ambiente en el comportamiento individual[…]” op.cit.
Históricamente las teorías raciales se basan en énfasis estigmatizados sustentados en proceso etnocéntricos. Distintos pueblos en distintos momentos por el principio etnocéntrico justifican su imaginada superioridad ante sus vecinos. Del mismo modo que funciona el pensamiento de superioridad masculina en detrimento de lo femenino.
De acuerdo a nuestra familiaridad con las formas corporales encontradas en diversas localidades nos sentimos inclinados a establecerlas como conceptos definidos conforme a los cuales clasificamos la gran variedad de tipos humanos. Seguimos el mismo proceso en la clasificación de nuestras experiencias generales que siempre depende de la índole de nuestras impresiones previas y sólo en menor medida de características objetivas. La simple clasificación de los tipos humanos no representa un agrupamiento ceñido a principios biológicos, sino que está basada en actitudes subjetivas. Sin embargo, existe una tendencia a asignar realidad, biológica a clasificaciones obtenidas de modo por completo irracional y que se fundan en experiencias individuales previas. Así ocurre que atribuimos origen mixto a una población que contiene un número de tipos que han sido conceptualizados.” op.cit.
Si raza, lenguaje, cultura fueran sistemas relacionadas en correlación concomitante (que acompaña a una cosa o actúa junto a ella), mutua y continua ¿porque no tienen una evolución común, continua y en el mismo tiempo los tres elementos?, por ello Boas al observar esta falta de relación concomitante determina que deben ser otros los factores que determinan la evolución de los tipos raciales y no los culturales, lingüísticos o tecnológicos al individuo y grupos sociales.
Las diferencias de inteligencia basadas por raza son desechadas cuando son observadas dentro de contextos materiales similares, lo que demuestra la capacidad creativa e inteligencia de la especie como una generalidad entre todos los individuos sin ser la raza la que determine elementos como el “IQ”, sino más bien los factores externos de la economía, equipamiento civilizatorio y las relaciones familiares. Hoy en día diríamos que Pierre Bourdieu, se acerca más a la respuesta de las diferencias entre los individuos cuando plantea su teoría de la <<REPRODUCCIÓN SOCIAL>>, basado en Capitales simbólicos, políticos, económicos y culturales, que dentro del <<campo>> y la <<doxa>> de los individuos crean y producen posibilidades para que el sujeto <<reproduzca>> sus acciones y objetos inmerso en la vida social.
La lectura de Boas es obligada, ahora más, cuando el avance en los estudios del ADN pudieran ser utilizados para contradecir las tesis principales del movimiento Culturalista.