Otoño en High Park

El aire que desciende sobre High Park, en la vibrante metrópoli de Toronto, trae consigo la promesa de una metamorfosis visual que transforma sus extensos parajes. La fotografía que hoy contemplamos nos transporta a las orillas sosegadas de uno de sus múltiples cuerpos de agua, donde la exuberancia del estío comienza a declinar, cediendo su lugar a una paleta de tonalidades cálidas y terrosas que anuncian la llegada del otoño. Los verdes intensos se matizan con destellos rojizos, ocres y dorados, creando un espectáculo natural de una belleza melancólica y evocadora. Este fenómeno, tan común como asombroso, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza cíclica de la existencia, donde cada etapa, con su particular encanto, contribuye al tapiz complejo y siempre cambiante de la vida.
High Park, un vasto pulmón verde que abarca 161 hectáreas en el corazón de la urbe canadiense, se erige como un santuario de biodiversidad y un refugio para quienes buscan un respiro del bullicio urbano. Fundado en el siglo XIX, este parque histórico ha presenciado innumerables transiciones estacionales, cada una dejando su huella en el paisaje y en la memoria de sus visitantes.
La imagen capturada en septiembre de 2016 nos ofrece una perspectiva íntima de este proceso de cambio. Las hojas, que durante los meses cálidos brindaron sombra y cobijo, ahora se convierten en protagonistas de un último despliegue de color antes de desprenderse de las ramas y nutrir el suelo para el ciclo venidero. Este acto de entrega, aparentemente sencillo, encierra una profunda sabiduría sobre la interconexión de la vida y la muerte, la continuidad y la renovación.
Más allá de la estética visual, este momento en High Park nos conecta con ritmos ancestrales, con la cadencia pausada de la naturaleza que ha existido mucho antes que nosotros y que seguirá su curso después de nuestro paso. Observar con detenimiento los detalles de esta transformación, desde la sutil variación en la pigmentación de una sola hoja hasta la panorámica del bosque teñido de fuego, nos permite apreciar la intrincada belleza y la perfecta armonía del mundo natural. Es un recordatorio de nuestra pertenencia a este ciclo continuo y de la importancia de preservar estos espacios verdes para las generaciones futuras.

Más allá de la Mirada: High Park, establecido en 1876, es más que un parque; es un santuario urbano. Su otoño revela ritmos ancestrales, una poética del ciclo vital. Cada reflejo narra resiliencia y belleza, un llamado a conservar estos oasis.
mariogranadosgutierrez@outlook.com