Un asomo a la Cutlura del Privilegio
La cultura del privilegio opera como un sustrato profundo en que se cimienta y reproduce la desigualdad en América Latina y el Caribe y muchos lugares lejanos, sin un imaginario que los cobije, ni una cámara digital que los atrape en su cotidianidad. El origen central s es indiscernible de la conquista y la colonización en los siglos pasados, por medio de las cuales se sometió a poblaciones indígenas a trabajos forzados y a personas afrodescendientes a la esclavitud, se expropiaron los bienes y riquezas de los pueblos originarios, se prohibieron sus creencias y valores, se les aplicó un maltrato sistemático y se les negó todo estatuto de ciudadanía. La cultura de la negación de los beneficios de alcanzar desde la educación y trabajos dignos fue el inicio del sistema de privilegios que parecen que no acaban.
La negación del otro no solo se aplicó a personas indígenas y afrodescendientes durante la época de la colonia, sino también a mestizos, zambos y mujeres y, cuando ya se habían creado las repúblicas, se extendió a inmigrantes, campesinos, analfabetos, habitantes de tugurios y trabajadores domésticos. La colonización estableció esta marca de dominio mediante la cual el que impone la diferencia se yergue, al mismo tiempo, en juez que jerarquiza la diferencia: conquistador, colonizador, criollo, hacendado, figura conspicua, aristócrata, político.
La cultura del privilegio puede entenderse a partir de tres rasgos básicos que se remontan a la lógica colonial y que en la historia republicana se transfigura y a la vez se preservan. El primero es la naturalización de la diferencia como desigualdad.
Los derechos de propiedad, poder, nivel de vida, acceso a activos, redes de influencia y condición de ciudadanía en una capital de una gran urbe versus aquellas comunidades alejadas en la sierra o en el desierto. La instauración de las élites y grupos dominantes, es una condición disfrutable, defendible y pocas veces pérdida por aquellos que la detentan. La necesidad de crecer el poder a través del dinero, conocimientos y acceso altas esferas del gobierno, dan cuenta de su forma de ser y de moverse hacia casi el infinito. El carácter hegemónico de esta forma de dominación radica, precisamente, en que una construcción histórica (la jerarquía de razas, géneros, pueblos o poblaciones)se internaliza como una realidad casi natural.
Este fenómeno también lo podemos ver por las condiciones de piel, acento y origen étnico o cultural. No será lo mismo para un moreno de la Sierra Gorda que un oriundo de la ciudad de Querétaro. Nacer en la costa chapaneca contra un nacido en mejores condiciones de Huixquilucan.
La cultura del privilegio es también un sistema de valores que ordena prácticas establecidas, en el que se considera aceptable que un grupo de la población, caracterizado jerárquicamente por su etnia condición racial o de género, por su posición socioeconómica, por su pertenencia a élites políticas o culturales, por su estatus de clase o por su filiación sanguínea o de herencia, tenga ventajas sobre el resto de la sociedad. Estas ventajas otorgadas con referencia a las condiciones para el desarrollo de capacidades y la formación de capital cultural; el uso y diferenciación de redes de relaciones para obtener contratos, hacer negocios por concesión, y acceder a mejores puestos de trabajo por una condición de relación pública da cuenta de mayores remuneraciones y facilidades de financiamiento; Da voz en los circuitos comunicacionales donde se imponen ideas, ideologías y agendas políticas; el acceso a recursos públicos para beneficio privado; la impunidad o facilidades especiales frente a la justicia ante hechos relacionados con delitos económicos, daños a terceros, formas ilícitas de poder sobre otros y discriminación; y la capacidad de presión, negociación, manipulación y veto frente a políticas y estamentos del gobierno o del Estado. Además de poder salir mejor librado frente a los propios excesos del privilegio y del privilegiado en forma delincuencial.
Es nuestras sociedades contemporáneas hemos vivido un sinfín de circunstancias donde podemos más o menos ir por camino para equilibrar circunstancias para dirigir la carrera de no solo el mérito sino también en ejes de grupos de trabajo para siempre favorecer de manera horizontal a propios y extraños. El propósito es reconocer los privilegios para que la lucha a través de políticas públicas, exámenes de oposición, diagnósticos de la personalidad y condición de mejor oportunidad den paso a más personas a la escalera del desarrollo compartido.