De lo posible a lo deseable
Desde el día siguiente que ganó la Coalición Juntos haremos historia y su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, quienes desde siempre estuvieron en contra y le atizaron el fuego contra él haciendo eco de la guerra sucia impulsada por el PRIAN y sectores de la cúpula empresarial, se mostraron acres críticos de los presuntos incumplimientos del tabasqueño, aun cuando no ha sido definido legalmente como presidente electo y menos aún ha asumido el cargo, lo cual ocurrirá hasta el primero de diciembre.
Una buena cantidad de voces han respondido también en las redes sociales a estos agresivos antipeje, señalándoles que tal actitud la hubiesen tomado con los gobernantes del PRI y del PAN, quienes han hundido al país en su peor crisis y en niveles de violencia e inseguridad, que en muchos lugares se han convertido en cotidianas. Tienen razón en señalar tales incongruencias, las que ahora me encuentro también lamentablemente en el recién grupo abierto de Crisol en el WhatsApp, las cuales no voy a perder el tiempo respondiendo ni comentando específicamente. Éste se encargará de hacerlo.
En el fondo corresponde a una reacción de frustración ante la derrota, pero también a la desconsideración de todo sentido autocrítico, que es el que debiera prevalecer en todos, incluidos los que ganaron, pues no quiere decir que aún el abrumador y contundente resultado, no haya puntos deficitarios y que habría que atender desde ya.
En todo caso, más allá de los más de treinta millones de mexicanos que votamos por López Obrador, nos dice que nuestro país, México, sigue siendo plural y diverso, donde no existe la verdad absoluta ni nadie tiene el consenso, situación que seguramente el nuevo gobierno deberá considerar. No así otros, que siguen en la patética postura de creer que tienen la razón y defienden la verdad, como lo ha demostrado patéticamente el Sub ahora Galeano, que nuevamente ha demostrado que sólo aparece en tiempos electorales para actuar y declarar por la izquierda pero beneficiando a la derecha. ¡Lástima!
La mayoría de la izquierda socialista mexicana se manifestó en estas elecciones a favor de López Obrador, de manera clara, sin dudas, a sabiendas de que éste no es de izquierda ni su partido, aunque lo señalen en el párrafo tercero de su Programa. Su propuesta para esta campaña se corrió al centro, abrió su estrategia aliancista hacia sectores incluso antípodos como fue el PES o personajes venidos del panismo (Germán Martínez, futuro Director del IMSS) o del sector empresarial como Romo. Pero sin duda marcó un claro horizonte diferencial con los frentes encabezados por el PRI y por el PAN, con posturas antisistémicas, de lucha frontal contra la corrupción, la impunidad y los privilegios.
Eso lo entendió muy bien el electorado que votó y lo llevó a la presidencia de la República, situación que fue desdeñada y minusvalorada por muchos, entre ellos el que se dice que “manda obedeciendo”. Nosotros (me incluyo como miembro del MCM) no dudamos de nuestra postura con respecto a AMLO, aun teniendo certeza de las posturas donde tenemos diferencias con éste.
No por nada en algún material anterior habíamos hecho analogías con la revolución rusa, considerando a AMLO como el Kerenski mexicano, para lo cual, decíamos en esa ocasión, que entonces había que esperar nuestras Tesis de Abril y Las cartas desde lejos (ambas de la autoría de Lenin) para pensar en nuestra toma del Palacio de Invierno.
¿Por qué hago esta alusión? Tenemos claro los alcances a los que puede llegar un gobierno encabezado por AMLO. Su Cuarta Transformación no implica la revolución socialista pero tampoco la reiteración neoliberal del modelo seguido por el PRIAN, que implicó la entrega del país y sus riquezas naturales. También infiere el combate frontal a lastres como la corrupción, solapada y alentada por los sucesivos gobiernos de la derecha.
También tenemos claro que no es suficiente medidas no negativas pero si paliativas como programas sociales que conocemos desde que López Obrador gobernó la Ciudad de México, más ligadas al periodo de bienestar keynesiano. Pero el corrimiento hacia la izquierda del programa del nuevo gobierno depende de nosotros mismos y de los millones de personas que en su momento le dieron su voto y la oportunidad de que condujera a un cambio verdadero en el país.
Por ello siempre hay que tener presente qué es lo deseable y qué lo posible.