La estafa maestra y la vara con que medimos
Los medios mexicanos de comunicación han hecho gran revuelo sobre la reclusión de Lula da Silva y su sentencia a doce años de prisión, aún cuando sus acusadores no comprobaron debidamente las acusaciones imputadas, en una clara politización de un caso que incide en el proceso electoral brasileño, en tanto el dirigente social y expresidente estaba ubicado arriba en las preferencias.
El caso involucra un departamento presuntamente recibido por el exmandatario, cuestión que él ha negado y las autoridades judiciales no han probado. Los medios tampoco señalan las presiones de sectores del ejército brasileño para que se condene a Lula da Silva, bajo la amenaza de que de no ser así, incluso podría haber un golpe de estado militar.
Aludo el caso brasileño porque los medios de comunicación mexicanos prefieren ensañarse con éste, en vez de atender o dar seguimiento a asuntos mexicanos como el que se conoce como La estafa maestra, que involucra a funcionarios del gobierno actual, al partido en el gobierno y al mismo candidato José Antonio Meade.
Después de algunas semanas del escándalo, se intentó tapar el caso y dejarlo en el olvido, hasta que vuelve a reverdecerse, cuando Animal Político, que hizo una pormenorizada investigación sobre el mismo, fue distinguido por dicho trabajo en España,con el Premio Ortega y Gasset 2018 en la categoría de periodismo de investigación.
La publicación electrónica galardonada espulgó la misma información presentada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) correspondiente a los años 2013-15, a partir de la cual soportó las denuncias presentadas ante la Procuraduría General de la República. Una de las dependencias involucradas fue SEDESOL entre otras, en el programa denominado Cruzada Nacional contra el Hambre, de fracasada ejecución por su excesiva politización incluso en la planificación.
No es menor el punto, el caso involucra el desvío de 3.4 mil millones de pesos, a partir de la utilización de más de cien empresas fantasmas (186 para ser más precisos), a las cuales se les asignaron contratos por adjudicación directa, en clara violación de la Ley General de Adquisiciones.
Mucho se habla de que la maniobra ilegal sirvió para apoyar campañas y crear colchones financieros para la actual. El cinismo de las autoridades y la complicidad de los principales medios masivos de comunicación es escandalizarse de lo que sucede en otros lares, sin inmutarse de lo que ellos mismos son responsables.
Se hacen tontos solos, desdeñan el sentimiento popular de repudio ante la corrupción desmedida y la impunidad que fomentan. Por qué creen que se registra como hace años no sucedía, una desaprobación a la gestión gubernamental. Por qué creen que no prende la campaña de José Antonio Meade o del mismo Ricardo Anaya. Por qué creen que el discurso oficial, del PRIAN y de sus candidatos ya no tienen eco ni siquiera en sectores que hasta hace poco se consideraban como parte del voto duro.
La gran estafa no viene sola, a ella se suman un largo rosario de casos de corrupción e impunidad, donde prácticamente todos los responsables por comisión y omisión todavía se encuentran libres y seguros, sin que se vislumbre la aplicación de la justicia sobre ellos. No hay que ir tan lejos, a otros sexenios y administraciones, ésta, la peñista, está plagada de casos escandalosos y ruines. Se pasean como si nada, deambulan con libertad, la misma que les proporciona sus cómplices en las altas esferas del gobierno.
Han contaminado la vida social y política y con desfachatez se escandalizan de lo que sucede en otros lados, cuando ellos están peores inmersos en una cloaca. La diferencia es que ahora, la mayoría de los mexicanos ya no siguen con ellos, no se van con la finta discursiva ni mediática, ya lo verán en las urnas cuando sean castigados el próximo 1 de julio.
Y como bien dice Iván Restrepo en La Jornada (lunes 9 de abril), “los responsables de La estafa maestra, siguen como si nada, cobrando en el sector público. O en la campaña electoral, donde algunos programas del gobierno federal tienen como fin comprar votos en favor de Meade.” Algunos que todavía les creen manifiestan que son parte de los treinta millones de electores que votarán por ese lado. ¡Eso quisieran!
