Los caballeros del tiempo
La semana pasada, prometí escribir sobre los hombres… pero no de aquellos que son hombres por su género si no de aquellos que son verdaderos hombres y caballeros en toda la extensión de la palabra…
Ya les tocó su turno a las mujeres… esta vez le toca su turno a los hombres, y debo de confesar que escribo estas líneas mientras tengo en este momento tres perros que están encima de mi implorando que centre su atención en ellos… mientras aspiro, como siempre, como cada semana, el humo de un cigarrillo, que se consume lentamente, y que despeja de mi mente, las palabras que busco escribir esta semana.
Pero vamos a lo que es realmente importante para mí plasmar en palabras:
Desde hace un tiempo, he visto como mujeres, se quejan amargamente de que “ya no hay hombres” que somos lo peor; que somos “entes malignos” que nos gusta jugar con los sentimientos de las mujeres.
Debo de reconocer que hoy en día, son muy pocos los hombres que les gusta llevar flores, abrir la puerta del auto, llevar serenata, escribir poesía o dedicar cartas a aquella mujer que te quita el sueño.
Curiosamente, también debo de reconocer, que los hombres ya no llevan ha cabo estas prácticas del siglo pasado por tres simples razones en la que todos coinciden:
“no lo hagas…. a las mujeres ni todo el amor ni todo el dinero”
“A las mujeres les gusta que las traten mal”
“Trátalas bien, y no valoran”
De verdad son ciertas esta premisas amable lector?
A veces creo que si…
Y he podido conversar con mujeres que así lo reconocen.
A lo largo de mis 42 años, he podido comprobar que la razón es muy sencilla… más sencilla de lo que usted cree:
EL SER HUMANO NO ESTA LISTO PARA QUE LO QUIERAN.
Una amiga muy querida, llamada Pilar, me comentaba hace unos días:
“Es extraño… Cuando quieres; no te quieren, cuando no quieres; te quieren, y cuando los dos quieren; no se puede”
Pareciera que la mayoría de las mujeres han mutado a un ser que simplemente no quiere ser tratado con respeto y dignidad… no puedo generalizar… más sin embargo, me doy cuenta que el factor miedo es fundamental para rechazar a un hombre que las trata con clase y dignidad.
Todas las mujeres anhelan a un hombre que las trate con cariño, que las llene de detalles, y que las escuche.
La realidad es que cuando la vida les concede ese deseo, de verdad:
Salen huyendo.
Y es que los hombres, también vamos por la vida con un escudo protector, intentando no darle a las mujeres “de más”, por que damos por hecho que eso es realmente perjudicial al momento de querer conquistar a una mujer
Otra persona que estoy aprendiendo a estimar bastante, Ibeth, me ha enseñado varias cosas en el transcurso de estos estos días…
“Las mujeres desean detalles sencillos, pero no se atreven a decirlo.”
Y lo que es peor: Los hombres no sabemos descifrarlo.
Los hombres somos el fiel reflejo de lo que aprendimos de niños en nuestra casa.
Pero vamos al meollo del asunto:
¿Qué es un hombre?; ¿Que es un hombre y un caballero de verdad?
¿Como puedo definir a ese híbrido que parece salido de una leyenda?
Yo lo definiría con estas palabras:
Un hombre es aquel que no tiene miedo de llorar…
Un hombre es aquel que sabe perfectamente, lo que una mujer ha llorado y sufrido, y sin embargo tiene la paciencia suficiente para curar cual doctor todas esas heridas aunque le tome 10 años, como si fuera una larga rehabilitación producto de un accidente que dejó secuelas de manera permanente... y sabe secar sus lágrimas con besos.
Un hombre es aquel que se levanta a las 4 am, para ir a trabajar, para que no le falte nada a su familia… que siempre llega a su casa con un detalle; jamás llega con las manos vacías, y si llega con las manos vacías, llega con el ánimo de darle a su pareja un simple abrazo o el tiempo para escucharla a ella o a sus hijos, por más cansado que llegue de su trabajo, y eso tampoco es llegar con las manos vacįas.
Un hombre es aquel que no huye a sus responsabilidades, que acepta las consecuencias de sus actos, y se queda sin comer, si hay una boca más que alimentar.
Un hombre es aquel que tiene la sensibilidad para querer y amar pacientemente y saber discernir las decisiones correctas en el momento adecuado.
Sabe cargar a su mujer cuando este más cansado que ella… y se las ingenia para cargarla y seguir caminando por los dos… aunque sus pies estén sangrando.
Saber abrazarla y saber decirle al oído, las palabras justas que llenen de oxígeno el corazón de una mujer cuando más lo necesita.
Saber que el dinero es importante… pero no lo es todo en la vida; los verdaderos hombres saben que hay cosas que el dinero no puede comprar.
Un hombre es aquel que sabe leer el corazón de una mujer; que conoce perfectamente sus necesidades… afectivas y emocionales.
Que puede estar aterrado por una situación, pero camina sin aparentar miedo al momento de resolver una situación para proteger con su vida a su familia.
Un hombre no habla mal de una mujer… jamás…
Un hombre no presume sus conquistas, las guarda bajo llave, para el resto de su vida.
Un hombre es capaz de llorar delante de su mujer, sin ser juzgado, sin ser sometido a un juzgamiento que demerite su hombría.
Un hombre no es el que tiene dos mujeres, si no el que tiene solo una y la mantiene contenta en las buenas, y leal en las malas.
Un hombre sabe tomar de la mano a una mujer, y no soltarla jamás.
Un hombre sabe estar al lado de una mujer en sus triunfos y adelante de ella en sus derrotas.
Sabe que los detalles son más importantes que los regalos costosos.
Sabe decir buenos días, y despertarla con un beso.
Sabe admirar su belleza en sus cicatrices de maternidad, y en su rostro agitado al levantarse
No quiere una belleza... ella para él ya es una belleza.
Es saber tocar su corazón de la manera más suave y enérgica posible…
Se esfuerza en dejar huella en el alma de su mujer.
Sabe entender una crítica y está dispuesto a aprender de “ella”
Sabe pedir perdón… sabe ceder su orgullo…
Sabe que el resentimiento y el revanchismo, no son buenos consejeros.
Un hombre sabe el valor de una serenata bajo la luz de la luna a las dos de la mañana.
Sabe susurrarle al oído su canción preferida.
Sabe erizar su piel con tan solo una palabra en su oído.
Sabe cuál es la flor preferida de su mujer… y sabe en qué momento ella precisa recibir una flor.
Sabe cómo abrazarla, sabe cómo hacerla sentir la mujer más deseada del universo.
Un hombre sabe cuándo quedarse callado y escuchar cuando se precisa escuchar.
Sabe que la mujer a veces quiere ser escuchada… no aconsejada ni sermoneada.
Presume a su mujer en todos lados, no como un trofeo, si no como alguien que tuvo la ocurrencia de elegirte a ti pudiendo elegir a alguien más.
Voltea a ver a su dama, con ojos de “no existe nadie más”.
Desayuna con ella, come con ella, duerme con ella, aunque no esté presente.
Sabe de sus limitaciones, pero trabaja en esas limitaciones todos los días.
Aprende del fracaso… pero no se hunde en el.
Sabe aceptar la derrota siempre y cuando como hombre hayas dejado todo sobre la mesa.
Un hombre sabe aceptar la derrota, pero no se da jamás por vencido.
Está dispuesto a ceder… más no a humillarse.
Sabe que una conquista no es llevarse a una mujer a la cama, si no llevar su corazón al más profundo sentir y sentimientomás puro.
Sabe que con los sentimientos de una mujer no se juega.
Sabe que una mujer cuando olvida… olvida y no hay marcha atrás.
Sabe que todos los pequeños detalles enamoran todos los días.
Un hombre, un caballero, sabe enamorar a su mujer cada día… nuevamente, día tras día… todos los meses, todos los años… el resto de su vida…
Un hombre; un caballero, es aquel que decide pasar el resto de su vida con la mujer de sus sueños, y que sueña con poder decirle “algo” a ese amor de su vida al final del camino…
Cuando al final todos se han ido… cuando el telón ha bajado… cuando llega la hora de apagar la luz y cerrar la puerta, cuando ese hombre... ese caballero, mira elcabello plateado del amor de su vida que hace 36 años era negro… y le dice directamente a los ojos; con sus últimos alientos de vida, a esos bellos ojos arrugados por el paso del tiempo, a esos ojos que ya han perdido el brillo de la juventud y que alguna vez fueron más brillantes que el fuego mismo de un sol, que amorosamente como hombre seguiste tu miradafielmente como un GIRASOL, siempre como un GIRASOL….. desde el amanecer de tu amor, hasta el ocaso de sus días juntos como pareja y hasta la eternidad:
¿Lo ves? Te dije que eras el amor de mi vida…
Ve’ahavat Olam Ahavtich Ολυμπία