Sunka Raku/Alegría evanescente, documental sobre Roberto Behar
El documental “Sunka Raku/Alegría evanescente” (2015), es una confesión a cámara y extracto de biografía del polifacético y sui géneris personaje y artista que es Roberto Behar, testimonio de su arduo itinerario que le transborda por casualidad a construir una excepcional Casa de Té y versarce en la Ceremonia del Té y la cultura japonesa.
Rodado a lo largo de varios años, son conversaciones entre el director (Carlos) Hari Sama y Behar cuando el primero lo visitaba en la casa en el Ajusco donde recreó esa joya arquitectónica única fuera del Japón
Sama divide el film con las cuatro estaciones del año, las fases en la existencia de Behar, coloca imágenes de árboles, hojas, jardines, el exterior de la casa, en elipsis(adyacentes a Ozu), para visualizar cambios temporales, la lluvia, el sol, el frío, los años dedicados a sus tareas, creativas y personales.
Al relato se suman comentarios de amigos, familiares y conocidos de Behar, con lo cual se delinea su singular personalidad, con algo de caótico o locura, en sus actividades nada comunes: estudioso de música antigua, maestro de cetrería, publicista notable y su escalada en las destrezas japonesas.
Peripecias de película han merodeado su dilatada existencia, darían para argumentos de aventura lo del abuelo y el papá antes de su arribo a México o el enamoramiento de la mamá del amigo de su esposo. Y los más íntimos y perturbadores, desglosados en cámara, su infancia y abusos sufridos en el colegio que lo marcaron, su cuestionamiento y desquite en una iglesia y con una Biblia.
Los recuerdos de Behar fluyen con sinceridad desde su interior desgarrado y pensante, y si hay comentarios que nutren (los del doctor, unos de Julio Estrada, los Maestros japoneses, el artesano con quien hizo la Casa), a ratos sobrarían en este documental otros apuntes (¿qué sentido tiene aquí que Nicolás Echevarría hable decuando era profesor de música?).
El director Hari Sama (Sin Ton ni Sonia, El sueño de Lu)apuntala uno de los episodios emotivos, cuando Behar desea aprender a tocar clavecín y su estancia en París, con una animación de cuando esperaba el instrumento musical en Veracruz. Intercala fragmentos de películas caseras tomadas en sus días de entrenador de cetrería, y con gente en visita/paseos por la famosa casa; y para disfrute y nostalgia del espectador tres de entre los cientos de comerciales realizados por Behar, el más famoso por años el del “chacachaca”, Ariel en la azotea; uno con María Félix, vestida de Generala, del detergente Rápido, y el del cognac Martell ubicado en el siglo XVIII.
Aun cuando quedarían lagunas (¿en qué momento y cómo da el salto a publicista?), lo descrito es preparativo para el núcleo del documental, la resolución de irse a habitar por rumbos del Ajusco, la compra de los terrenos (con anécdota de tiempos broncos, y del artífice fundamental para la edificación), la epifanía de la Casa, a lo cual dedicaría ocho años nada más para juntar el material y muchos más para construirla a semejanza perfecta de la original en Japón, con diversos tipos de madera, sin utilizar un solo clavo. Las imágenes de tramos y fracciones de la Casa dejan boquiabierto por su perfección, tanto como al perito a quien fue a visitar a Nueva York cuando le mostró fotografías.
Uno de los entrevistados opina lo contradictorio del Behar poeta, músico y constructor, y del publicista, que los versos son y dicen la verdad y la publicidad es mentiras. La edición pone al protagonista exponiendo que los muchos dineros ganados en esa actividad sirvieron para la Casa (“esa viga gracias a Chrysler, aquella con los detergentes…”)
El documental evidencia la admiración y aprecio del realizador Hari Sama por su maestro y amigo Roberto Behar, por la perseverancia con que ha dedicado más de un tercio de su vida a esa Casa y cultivarse en la Ceremonia del Té, y para ahondar en cómo lo terrible que le sucedió en su niñez se ha trocado en sus apasionamientos adultos.