Nuevo libro: Una historia recuperada de la educación en Aguascalientes

Novedad editorial
Recientemente recibí con gusto un libro renovado que escribí inicialmente hace tres décadas. Se titula “Controversia educativa entre la ideología y la fe. La educación socialista en Aguascalientes vista desde su historia”, que fue producto de una investigación que realicé como tesis en la Maestría en Ciencias con Especialidad en Educación, en el Departamento de Investigaciones Educativas, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE-CINVESTAV-IPN).
En aquellos años, las investigadoras Mary Kay Vaughan, historiadora de la Universidad de Illinois, y Susana Quintanilla, del DIE, coordinaron una serie de investigaciones sobre la educación impulsada durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, entre 1934 y 1940. Se estudiaron las experiencias educativas en Estado de México, Sinaloa, Puebla, Sonora, la región lagunera y Aguascalientes. El propósito era ir más allá del sectarismo típico de estudios previos de esta política. Una meta del grupo era detectar las características regionales económicas, sociales, políticas y culturales que moldearon las experiencias distintas de la escuela y los maestros, así como su influencia en el proceso de la formación del Estado nación.

Algunos estudios habían interpretado la educación socialista como una política mal formulada y rotundamente rechazada por la sociedad; mientras otros elogiaron el heroísmo del magisterio como líder de la reforma agraria y campeón de los trabajadores en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río. En aquel grupo tuvimos la oportunidad de explorar la historia empírica y contextualizada de esa política educativa en su implementación regional. Quisimos dejar que “los datos hablaran” y procuramos escuchar de viva voz a quienes participaron en aquella emblemática experiencia educativa. En el caso de este libro sobre Aguascalientes hay aportaciones extraordinarias de personas que entrevisté a finales de los años ochenta del siglo pasado.
También pudimos aprovechar la apertura del Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, que, aunque muy desorganizado, permitió la consulta de sus acervos. Allí encontramos información sobre reportes de inspectores y directores, formación de los maestros en la nueva pedagogía y su práctica cotidiana y, entre otros temas, la oposición y resistencia a la reforma educativa por parte de grupos de la sociedad.
Por su relevancia en el campo de la historia de la educación, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) publicó el libro en el año 1991, y tuvo una circulación nacional, pero pronto se agotó, por lo que escasamente se dio a conocer en Aguascalientes. No fue sino hasta el año pasado que la maestra Martha Esparza Ramírez, entonces titular del Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, propuso que este libro se imprimiera con el sello de esta institución, pero con la condición de que yo consultara nuevas fuentes y, en definitiva, enriqueciera su contenido. Así lo hice.
Este trabajo tiene un valor especial en mi trayectoria profesional, no sólo porque fue el primero que publiqué, sino porque representa mi ingreso profesional al extraordinario mundo de la investigación en las Ciencias Sociales y las Humanidades.
Un proyecto educativo controvertido

El prólogo del libro fue escrito a mediados del año pasado por Mary Kay Vaughan, quien destacó los puntos centrales del libro y que aquí voy a señalar de manera muy general. Ella recuerda que la pregunta que guio aquella aventura académica fue conocer el papel de esta política y el magisterio en la formación del Estado posrevolucionario en esos años clave de reforma y consolidación, que unieron el Maximato de Plutarco Elías Calles (1928-1934) a la presidencia radical de Lázaro Cárdenas (1934-1940).
Queríamos integrar una nueva historiografía regional a una nueva historiografía de la formación del Estado a nivel nacional, y no nos conformamos con hacer un recuento de lo ocurrido en el sistema educativo, de manera que también hicimos historia política e historia sociocultural para entender mejor el origen, desarrollo y resultados de una reforma educativa en un país tan heterogéneo.

La educación socialista se fundamentó en el artículo 3° de la Constitución en 1934, aunque ya había sido introducida en parte por la Secretaría de Educación Pública (SEP), siendo su titular Narciso Bassols García (1931-1934). Durante el cardenismo, la SEP volvió a insistir en impulsar una reforma educativa excluyente de toda doctrina religiosa y en favor de una justicia redistributiva en beneficio de las clases explotadas de México.

Otro elemento fueron los grupos e instituciones religiosas que se opusieron a iniciativas de esta naturaleza y que llegaron enfrentar al gobierno federal con las armas de 1926 a 1929 y después de 1932 a 1935. Esta guerra, conocida como la Cristiada, tuvo más fuerza en el centro-occidente del país, donde se encuentra el estado de Aguascalientes.
Con la escuela socialista, en 1934, la reacción católica fue inmediata y contundente en contra del gobierno. Los grupos opositores se movilizaron en las áreas urbanas y rurales, aunque sorprendió cómo esa oposición disminuyó rápidamente en Aguascalientes; tal vez, producto de las políticas modificadas y conciliatorias entre la Iglesia católica y el gobierno central, y también como resultado de la colaboración relativamente amigable entre los gobiernos central y estatal.
De hecho, el gobierno en Aguascalientes, encabezado por Osornio Camarena (1932-1936) y luego Juan Alvarado (1936-1940) no era tan conservador ni rechazó la agenda progresista que impulsaba el presidente Lázaro Cárdenas, tal como sí ocurría en estados como Puebla y Sonora. Tampoco hubo en Aguascalientes cacicazgos militares poderosos y difíciles de someterse al poder del gobierno central de Lázaro Cárdenas. La política local en Aguascalientes más bien estuvo en manos de políticos civiles con quienes se pudo negociar.

En definitiva, la investigación sobre el caso Aguascalientes mostró que, si bien hubo oposición y resistencias, también la reforma educativa se vinculó a las reformas sociales y políticas cardenistas.
Una escuela progresista
Maestras y maestros de los gobiernos federal y estatal en Aguascalientes se vincularon al movimiento de los trabajadores, en particular con la Liga de Comunidades Agrarias y la Cámara de Trabajo de Aguascalientes. En esta alianza, la educación socialista apoyó las luchas a favor de los derechos de los trabajadores y de una redistribución material a favor de los pobres. Los y las maestras, junto con los ferrocarrileros, formaron la columna vertebral de la transformación progresista en Aguascalientes.

Las y los maestros, los viejos y los nuevos, tenían que capacitarse y dominar un programa con énfasis en la justicia, la redistribución de la riqueza y el poder, el productivismo y el patriotismo. El Bloque Socialista de Maestros Revolucionarios de Aguascalientes, por ejemplo, asumió un papel muy activo. Como grupo de vanguardia, el Bloque se sintió atraído por las prácticas pedagógicas progresistas, incluso, respaldó el movimiento internacional antiimperialista.
El profesorado aprendió y adoptó el nuevo programa educativo a través de su interacción con sus inspectores y se fue capacitando en los seminarios de fines de semana, cuando se reunían a conocer las nuevas prácticas y a leer materiales impresos, como la revista “El Maestro Rural”, que publicaba canciones, cuentos, obras de teatro, recetas de alimentos e instrucciones en la práctica del deporte, de artesanía y de cultivo.

Las y los niños en la escuela tenían los libros “Simiente” para el medio rural y “Serie SEP” para el medio urbano. En ellos se reivindicaban los derechos de los campesinos y los obreros, además de su productividad y acción social y política. La reforma retomaba la herencia de la educación misionera, impulsada por José Vasconcelos en la SEP, y de la Escuela de la Acción, que se aplicó en escuelas durante el gobierno de Calles.

En las escuelas rurales había huertos y talleres de artesanía, como también se procuraba tener en las escuelas urbanas. El propósito era que la escuela estuviera estrechamente vinculada la vida cotidiana de las y los alumnos y a la mejora de las condiciones de su comunidad. En general, como también se observó en las investigaciones que coordinó Mary Kay Vaughan, la reforma educativa se multiplicó en muchas direcciones: desde el trabajo para propiciar la redistribución de la propiedad; la introducción de nuevas técnicas agrícolas, de cooperativas de producción y consumo; hasta la implementación de proyectos de higiene, saneamiento y plantación de árboles, así como la aplicación de vacunas contra enfermedades contagiosas,

En general, la reforma educativa en Aguascalientes y en otras entidades del país fue una fuerza movilizadora y movilizada a favor de un nuevo proyecto de nación, que hoy se recuerda en la Nueva Escuela Mexicana como una experiencia de gran valía.