El tipo de inversiones privadas que México necesita

El capital inicial es determinante para que prospere cualquier proyecto en la economía capitalista. Se necesita diseñar con precisión el tipo de inversión que más convenga para el inversionista, de acuerdo a las condiciones del entorno. Ahí está la clave.
El Proyectar de manera precisa las inversiones es un requisito para el desarrollo actual de nuestro país, considerando que cualquier inversionista parte de su interés particular de solo buscar su ganancia, y de que sus utilidades sean mayores y prontas.
Entonces, el Estado Mexicano debe regular esos apetitos, y armonizar los efectos de esas inversiones con otros intereses económicos, y con la colectividad, en cumplimiento de su deber constitucional de ejercer su rectoría económica.
El gobierno debe motivar a los inversionistas a que ayuden a desarrollar sectores y regiones, de modo que, el conjunto de inversiones privadas sirvan para desarrollar el conjunto de la economía del país, y buscar garantizar ganancias para todos los inversores. Para que existan más inversiones privadas, debemos hacer algo que no se ha hecho: Planeación económica desde el gobierno.
Bajo el supuesto del libre mercado ¿Cómo encuentran los inversionistas sus nichos de inversión? ¿Al azar o con planeación? Un inversionista responsable, antes de realizar una inversión, también la planea y tiene claros los pros y los contras de las mismas.
De lo que se trata ahora es que el Estado mexicano proponga proyectos de inversión privada, y sea quien ofrezca a los empresarios ventajas para invertir en éstos. Los mejores ejemplos de grandes oleadas de inversión privada en el mundo, se dieron en programaciones industriales en las que, el diseño y la conducción quedó bajo la tutela y la responsabilidad del Estado nacional.
Si en las condiciones actuales está bajando la inversión privada en México, es el momento para que el Estado mexicano promueva e incentive al sector empresarial. Es responsabilidad del gobierno realizar proyectos atractivos para atraer a nuevas inversiones privadas. El Estado tendría que inducir a los empresarios nacionales y extranjeros hacia las áreas estratégicas de interés nacional, de acuerdo a las necesidades más marcadas por una Política Industrial “Activa”, que englobe todo este proceso.
Esta actividad debe ser una iniciativa pública que convoque a estas inversiones dentro de una estrategia de Economía Mixta en la que participen tanto el sector público, como el sector privado y ahora si incorporar al sector social de la economía que había sido discriminado.
Para realizar estas labores de planeación económica se debe aprovechar el enorme aparato gubernamental.
No es correcto que el gobierno dependa solo de las decisiones de los grandes capitalistas, tanto nacionales como extranjeros, que muchas veces, en su afán de lucro desmedido, quedan fuera de los alcances del Estado para regularlos.
Los proyectos de inversión que proponga, y que incentive o fomente el Estado mexicano, deben estar inscritos en un proyecto de gran visión, orientado a promover el desarrollo integral nacional y a fortalecer a la rectoría del Estado, dentro del marco de la política industrial “activa”.
Esto sin inhibir los grandes proyectos de inversión privados y los promovidos por los grandes consorcios nacionales o extranjeros, a los cuales también se les deben aplicar por ley las regulaciones respectivas.
Todos estos proyectos deben contener invariablemente las regulaciones que se deben imponer a la inversión privada, principalmente a la extranjera: 1. En lo referente a que transfieran al país su tecnología, una base para nuestro desarrollo futuro. 2. Además, y de manera precisa, las obligaciones que deberán tener los grandes proyectos corporativos para integrar y ayudar al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, y de las cooperativas del sector social, como proveedoras a esos grandes proyectos privados.
Estos dos temas son determinantes para nuestro desarrollo futuro, y para generar opciones de empleos dignos para nuestra gente. El objetivo es crear cadenas productivas que articulen el desarrollo. Y crear un piso más parejo para todos.
Sin estas regulaciones obligadas, se pierde el sentido del desarrollo nacional, y seguimos en el riesgo de repetir experiencias como las de la frontera norte, en donde los capitales extranjeros encontraron un paraíso en el que prácticamente se les regalaba casi todo: el terreno y la infraestructura necesaria (caminos, agua, energía y servicios), además de las ventajas fiscales o reducción de impuestos y derechos. Todo este esfuerzo fue solo para que estas empresas maquiladoras ganaran millonadas sin pagar impuestos o derechos, por el único beneficio de generar empleos sin mucha calificación y con salarios bajos. Pero estas grandes maquiladoras no impulsaron un importante sector de pequeñas y medianas empresas que pudieran crecer a su lado. Y las pocas pequeñas empresas que resistieron, en lugar de impulsarlas, se aprovechan de ellas, pues estas grandes maquiladoras les tardan en pagar las facturas por sus servicios hasta 120 días. Es decir, que estas pequeñas empresas terminan financiando a los grandes consorcios.
El papel del Estado de aquí para adelante, debe ser el fomento a la producción nacional y para ello debe impulsar este modelo de atraer inversiones, pero perfectamente bien reguladas y con reglas claras para todos.
velagj@economia.com.mx