Reforma electoral

Reforma electoral

La reforma electoral debe concebirse como parte de una reforma política para establecer la base sustentable que busqué modificar la actual cultura de privilegios y condiciones de impunidad de las élites y como dice Jeffrey A Winters, atempere a las oligarquías. 

El mismo Winters señala en el libro Oligarquía, que “la desigualdad económica extrema produce una desigualdad política extrema”, quien además considera que “Las minorías dominan a las mayorías en muchos contextos diferentes: lo que importa es cómo lo hacen y, sobre todo, con qué recursos de poder” lo materializan.

Así hoy, la democracia es el peligro de las élites y oligarquías del régimen político y económico prevaleciente después de la postguerra en México y en el Mundo.

La reforma política es la carne y la reforma electoral es una de las partes del esqueleto.  Los comunistas no queremos construir apariencias, nuevas mediaciones, sociedades adictas al voyerismo político que abren las puertas para el retorno de las élites y oligarquías insaciables.

Por lo anterior, desde nuestra perspectiva, una reforma política debe restablecer los deberes y derechos de los militantes de los partidos políticos, así como el órgano sancionador de los actos establecidos para sus procesos internos.

El carácter obligatorio las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

La democratización de los partidos políticos. 

Mecanismos nuevos y eficaces para la presentación de candidaturas ciudadanas.

Que los diputados y senadores electos resulten de la proporcionalidad de votos que obtengan sus partidos e ingresen los más votados, producto de una participación distrital y por circunscripción.

Que los diputados y senadores establezcan una agenda legislativa votada por mayoría y en comisiones se elaboren las iniciativas con la participación ciudadana y sectores involucrados y sean dictaminadas en la legislatura correspondiente.

Que se establezca que las coaliciones se realicen conforme al porcentaje de la votación previamente asignada a las organizaciones que opten por las mismas.

Que los partidos políticos no reciban dinero del extranjero y menos acepten participar en proyectos comunes con organizaciones del resto del Mundo.

Pasar del presidencialismo a un semiparlamentarismo.

Que se establezca constitucionalmente un porcentaje superior a 10 puntos de la actual participación fiscal en el presupuesto nacional y tenga un carácter progresivo de manera que no descanse en el consumo y sí en el producto de la riqueza.

Que se garantice la auditoría, rendición de cuentas y transparencia en tiempo real del presupuesto asignado y aprobado a nivel federal, estatal y municipal.

Que se reforme la Constitución para que el trabajador no pueda ser despedido de su puesto de trabajo en caso de que decida formar parte de alguna organización gremial diferente u objete por las vías legales las condiciones laborales y salariales.

Que con el objeto de garantizar los derechos humanos y sociales establecidos en la Constitución el Congreso no pueda dictar leyes que deroguen articulado alguno.

Para los comunistas las libertades democráticas tienen un referente en lo estatal y por esta razón la democracia como sujeto de la historia de lo estatal no se entiende sin la lucha de clases.

Explicar la historia de lo estatal sin considerar la lucha de clases, es aceptar que la última reforma electoral sucedió en 2017 y no es así, porque hoy hay una nueva correlación de fuerzas.

El terreno de la lucha por las libertades democráticas está empedrado de muchas de las luchas de clases en esferas que son visibles o invisibles a nuestros ojos. 

Me gusta citar una reflexión que hace Fernando Braudel en el libro “La dinámica del capitalismo” para remitirme a que hay leyes que determinan el producto de nuestro trabajo, aunque nosotros nos hayamos planteado otra interpretación, visión y alcanzar otros objetivos. En el planteamiento de Braudel el campesino está sembrando o recogiendo su cosecha mientras en ese momento, en la Bolsa de Valores está determinándose el precio en el mercado de su mercancía.

Alineación y enajenación, reproducción de capital, reproducción del capitalismo y bajo el manto del capitalismo financiero un nuevo diseño del Estado con formas sofisticadas de organización y legitimación que se tradujo en ofertar ese papel gestor de nuevo cuño. 

Los órganos autónomos en el ejercicio de la neutralidad no tenían empacho en dejar hacer, dejar pasar; así llegó el hundimiento de la rectoría del Estado, la simulación en la procuración de justicia y en la defensoría de los derechos humanos, el desmantelamiento de la participación del capital nacional y con ello la transnacionalización del aparato productivo y financiero. Estado sin Estado.

Por esto, al margen de lo que traigamos en la cabeza hay condiciones independientes del hombre que determinan nuestra condición material y social de vida y si bien es cierto, las reformas electorales se explican a partir del ciclo político largo de partido de Estado que encabezó el PRI y después la transición pactada con el PAN, fue el capital el que se transformó, planteando nuevas formas de ejercer el poder, debido a que dejo atrás el fordismo con la llegada de la industria 4.0, de la que resultó la llamada flexibilización.

La sociedad civil no solamente fue cooptada, la flexibilización había sembrado el “libre albedrío”, la sociedad liquida y con ello la sociedad del cansancio que trajeron como consecuencia crisis de ensimismamiento, así que el obrero, el empleado, el campesino, el propio empresario, el estudiante, la mujer se sometían a sus propias vitalidades, fuerzas, angustias, ansiedades, egos y lo que hacían o dejaban de hacer los convertía en criaturas de pesadillas.  

La explicación estaba en el modelo de acumulación de capital, la división del trabajo, el mercado laboral que privaba bajo la flexibilidad extrema con personalización masiva (mass customization) y las nuevas tecnologías de la información que se sucedieron en esta etapa del desarrollo de las fuerzas productivas. 

Las condiciones nacionales tales como las transformaciones demográficas y las relaciones intergeneracionales, impulsaron canales de hartazgo social – al fin es un ratito- ya que el modelo del sistema político y electoral había generado estado de frustración, decepción, incredulidad, impotencia y desesperanza, mismos que los aparatos ideológicos del Estado ya no contaron con instrumentos para desencantarlos, frustrarlos y regresar al pueblo al alineamiento y enajenación.

Hoy las élites y las oligarquías construyen narrativas inconexas, como respuesta a la nueva correlación de fuerzas, ya que la corriente gobernante actual ha descartado instrumentos, metodologías y prácticas a los aplicados en alternancias y transiciones anteriores que salvaguardaban los privilegios, impunidad y el capitalismo salvaje establecido por el neoliberalismo.

La reforma política debe considerar la multipolaridad emergente y el papel que los Estados nación plantean desde una perspectiva soberana, rectora de sus recursos naturales, el desarrollo económico y democrático en todos los órdenes e instancias.

Marco Vinicio Saldaña

Marco Vinicio Saldaña

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