Antijornadas culturales en la Feria de San Marcos

Por Evangelina Terán Fuentes y Salvador Camacho Sandoval

“Me gusta cuando mis versos

me muestran su rebeldía,

son tuyos, míos o de nadie

y serán historia un día”.

José Tanús.

Una Casa de y para todos y todas

En los años setenta, la ciudad de Aguascalientes resplandecía gracias al arte. Hace cinco décadas, la Casa de la Cultura, primera en el país, gracias a las gestiones del poeta Víctor Sandoval, era un sitio vivo, efervescente, abierto, en donde surgían de sus aulas sonidos de violines, flautas o guitarras; que vibraba ante entonaciones del coro infantil; que cimbraba sus duelas ante el taconeo de los grupos de flamenco o danza folclórica; que multiplicaba los cantos populares de la rondalla; que mostraba el modelaje en barro, ya fuera a mano o con el torno; que reflejaba, en sus espejos, los espléndidos movimientos de las bailarinas de clásico, y que, en meses previos a las fiestas abrileñas, conjuntaba las distintas expresiones artísticas durante la preparación del Ferial.

La cafetería era, para muchos, el sitio perfecto para la comunicación e intercambios de experiencias y sueños. La Casa de la Cultura, era “la casa de todos para todos”, un espacio común, un escenario variopinto en el que confluían personas de diversa índole: el indígena wixarika que jugaba ajedrez con el alumno marista; la chica que, con su guitarra, daba a conocer quiénes eran los Rolling Stones, Atahualpa Yupanki y Violeta Parra, o un hippie de la Miravalle o del barrio de San Marcos, que contaba alucinantes historias de su vida.

Así era la Casa de la Cultura en aquellos años de la década de los setenta e inicios de los ochenta. Para varios era su segunda casa, de pisos rojos, macizas bancas y una enorme buganvilia. Pero el majestuoso edificio de la Carranza, sólo era eso, un inmueble, lo que sucedía adentro se confeccionaba por quienes deambulábamos por sus aulas y pasillos.

Traemos a colación estos recuerdos para mencionar que Aguascalientes, como en aquel entonces, ha sido un referente cultural del país, no sólo por las gestiones gubernamentales, sino, sobre todo, por un grupo importante de artistas y promotores culturales, que han dedicado sus talentos y vidas a cimentar el fulgor cultural en nuestra entidad. En otras palabras, que Aguascalientes sea un emblemático sitio cultural, se debe a las diversas manifestaciones artísticas que han surgido y se han desarrollado, más allá de las administraciones culturales, cuya encomienda, desde nuestro punto de vista, es impulsar y fortalecer el trabajo creativo, y que no siempre así se ha hecho.

Habrá que rescatar aquella convicción expresada claramente por el fundador de la Casa de la Cultura, Víctor Sandoval, quien afirmaba que el propósito fundamental del proyecto era abrir “las puertas a toda la población con programas de trabajo muy amplios…, con talleres, más que ser una universidad de las artes o carreras profesionales de arte”. En ese entonces, decía el maestro Sandoval, se tenía una visión popular, para que asistieran “desde los niños hasta los ancianos, desde los analfabetas hasta los profesionistas, pues se partía de la base de que todos, todo ser humano tiene la inquietud de la cultura artística”. Por eso se le llamó Casa de Cultura, “porque es el nombre que consideramos adecuado, no le llamamos Palacio de la Cultura, sino La Casa de la Cultura, porque es la casa de todos para la cultura”.

Jornadas de Poesía

Desde 2024, no se llevaron a cabo las tradicionales Jornadas de Poesía que, año con año, se desarrollaban en el marco del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes. Es por ello que, con el afán de recuperar las buenas prácticas culturales, hoy extintas, un pequeño grupo creó, desde el año pasado, las “Antijornadas de Poesía y otras expresiones”, tomando algunos rasgos de las anteriores, pero incorporando nuevos elementos. Se han realizado dos eventos (Antijornadas 2024 y 2025) con no pocas limitaciones, ya que, quienes los idearon y coordinaron, fueron tres mujeres (Eva Terán, Eugenia Solís y Patricia Vázquez), sin apoyos institucionales y desde sus escasas posibilidades y recursos. Este equipo se ha autonombrado como el Anticomité.

En el escrito inaugural de las Antijornadas 2024, a manera de declaratoria, se puede leer que los fundamentos que sostienen e inspiran a este proyecto cultural alternativo fueron, en sus propios términos, los siguientes:

• Interculturalidad crítica. Estamos convencidas de que el diálogo es fundamental para tender puentes y vincular a las personas. Es por ello que hemos pensado estas Antijornadas como una posibilidad de fortalecer los vínculos entre la comunidad artística, al planear mesas en las que dialogarán, no sólo personas que se han dedicado a la escritura, sino quienes cuentan con probada experiencia en otras disciplinas artísticas y quienes tienen una amplia visión sobre el espectro cultural. Visualizamos multitud de expresiones sensibles y analíticas en estas mesas.
• Diálogo intergeneracional. La cultura no le pertenece a una generación; pertenece a todas. Por tal motivo, imaginamos estas Antijornadas como un espacio para que escritores y escritoras de diferentes edades compartan sus experiencias literarias y, por qué no, otras vivencias. Auguramos que el diálogo intergeneracional ayudará a conectar a narradores, narradoras y poetas que han vivido diferentes tiempos.
• Inclusión. Aunque este evento es limitado, ya que los recursos económicos y logísticos son reducidos, hemos invitado a personas de diferentes lugares y con trayectorias diversas. Desde este enfoque, nos dimos a la tarea de llamar a escritores y escritoras con una experiencia literaria acumulada, pero también convocamos a estudiantes de bachillerato que se han insertado en la escritura.
• Diversidad y libertad de expresión. Todas las expresiones son valiosas. Todas. Por ende, en este espacio tendrán uso de la palabra quienes así lo deseen, independientemente de su condición individual o social. Cada persona que tome el micrófono podrá expresarse libre y respetuosamente, sin represiones ni ataduras. La única limitante será el tiempo.
• Democratización cultural. Los derechos culturales garantizan a todas las personas y grupos sociales el acceso pleno a la cultura. La participación individual y colectiva es, sin duda, primordial. Por lo anterior, estamos convencidas que estas Antijornadas serán una oportunidad para que las diferentes comunidades artísticas participen y, con ello, fortalezcan a las diversas esferas culturales.

Las organizadoras, desde 2024, han llevado a cabo estos eventos para propiciar la conversación. Por tal motivo, las Antijornadas 2025 fueron estructuradas para escuchar la voz de poetas, narradores y narradoras, niños y niñas, estudiantes, y promotores culturales; personas de diferentes espacios y tiempos, que participaron en 12 mesas de conversación: seis de poesía, una de narrativa, dos mesas homenaje y tres mesas de diálogo.

Durante los últimos meses, partieron importantes creadores que han contribuido de manera notable a la literatura, a la fotografía y a los Derechos Humanos. Nos referimos a Francisco Javier Martínez Farfán, a Jorge Camarillo, a Horacio Warpola y a Sinú Romo, cuyos legados, lejos de apagarse, se engrandecen y propagan; es por ello que el Anticomité, a través de este evento, les hizo un sentido reconocimiento.

La recuperación de historias fue materia esencial de estas Antijornadas. Por tal razón, para esta segunda ocasión, el Anticomité decidió mostrar algunos espacios que, de manera alternativa y fuera de toda institucionalidad, han contribuido notablemente al quehacer cultural y político de Agüitas. ¿Cómo se hizo este rescate? Titulando a cada mesa de lectura y de diálogo con el nombre de estos sitios. Es así que el bar gay Los Mandiles, El Excélsior, el café Los Artesanos, Tateima, La Querencia, el bar lésbico LG, el bar anarkopunk Imports y el Local de la Resistencia, fueron evocados en cada una de las mesas que se desarrollaron en estas Antijornadas.

El arcoíris se hizo presente en este evento con la mesa de poesía “Los Mandiles”, en la que se escucharon las voces de quienes han colocado a la diversidad en la escritura. Una de las mesas de diálogo llevó por nombre “Antiforos”. La idea fue que la conversación girara en torno a aquellos espacios alternativos que han hecho posible el flujo de expresiones artísticas, literarias o políticas, alejadas o contrarias a los foros institucionales. El fin de esta mesa, fue que conozcamos y/o recordemos cómo estos espacios, sin recursos gubernamentales, aportaron, con mirada crítica, a la reflexión colectiva y a la expresión estética, siempre desde la rebeldía.

Uno de los pilares de las Antijornadas ha sido el diálogo intergeneracional. Para ello, el Anticomité se alejó de la lógica adultocéntrica para escuchar las poderosas voces de infancias y adolescencias, acompañadas de editoriales que han destinado parte de su trabajo a este público.

Como medida para contrarrestar el centralismo del arte y la creación, se llevó a cabo la mesa “Poesía desde el Rancho”, en la que se escuchó la palabra escrita de quienes viven lejos de las grandes ciudades porque, en Betulia, Villa García, Valle de Guadalupe, Teocaltiche y en El Limón, también hay poetas y poesía.

La difusión de la palabra escrita ha sido posible gracias a los trabajos editoriales. Para esta ocasión, el Anticomité invitó a diversos editorialistas de Aguascalientes, Guadalajara y Querétaro que, de manera comprometida e independiente, han dedicado sus tiempos y recursos para la divulgación literaria. Sin estos esfuerzos editoriales, la palabra poética, narrativa o analítica no hubiera pasado de ser compartida en algún café, cantina o taller literario.

Estamos atravesando tiempos siniestros con personas en el poder, como Trump o Milei. Este Anticomité se ha mostrado siempre a favor de la migración. Por tal motivo, se incluyó una mesa titulada “Poesía en el exilio”, en la que participaron jóvenes en condición de refugio de Siria y Sudán del Sur, así como un creador de Irlanda, quienes compartieron su obra, una muestra de la literatura de sus lugares de nacimiento y la experiencia de leer poesía fuera de sus países de origen. Esta mesa fue posible gracias al Proyecto Habesha de Uscri que, de forma comprometida, ha hecho posible que jóvenes en condición de refugio de distintos países, tengan acceso a la educación superior.

La expresión visual también se hizo presente en estas Antijornadas, con la exposición de cianotipia “Visión nómada” del Centro Prusia, y con una muestra de la obra fotográfica de Jorge Camarillo, como parte de un homenaje póstumo.

En estas Antijornadas, el Anticomité también aprovechó la oportunidad de diálogo para manifestar su apoyo a las iniciativas ciudadanas que han defendido el único pulmón que nos queda en la ciudad de Aguascalientes: la Pona.

Finalmente, las Antijornadas 2025 concluyeron con la intervención de uno de los grandes íconos del rock en español y gran amigo de este Anticomité: El Mastuerzo.

Coda: la contracultura y la utopía

La realización de estos encuentros de personas vinculadas al mundo de las artes, en especial de la literatura, representa una alternativa que no cabe en las instituciones oficiales de cultura, porque expresan inquietudes e inconformidades ante vacíos, inequidades y autoritarismos. Debido a ello, ha sido sorprendente el poder de convocatoria de estos espacios contraculturales.

En la casa que habitó el escritor aguascalentense Juan Pablo de Ávila y que el Anticomité nombró como El Antiforo, para este año se congregaron más de 70 expositores de diversa índole. Para ello, la mesa de comedor se acondicionó como mesa de conversación y los otros espacios se resignificaron para recibir a cientos de personas cuyo único fin fue la escucha de poemas, narraciones, testimonios y cantos.

La intención fue que, a través de la palabra, se construyera comunidad, en este caso, comunidad artística, cultural. Tejer puentes de diálogo fue su máxima, motivo por el cual el Anticomité se dio a la tarea de hacer un mapeo de quienes han contribuido a la cultura, caracterizado por la diversidad. Estas Antijornadas se realizaron, en definitiva, bajo el convencimiento de que el arte, en especial la literatura, es un mecanismo excepcional para despertar la conciencia social y proyectar utopías de una sociedad más justa, más equitativa y más libre.