Herencia Gris

Herencia Gris

Tal vez como una manera – más bien desesperada- de tratar de convencernos que realmente estuvo haciendo algo durante los últimos seis años, el gobierno del estado ha decidido saturar la ciudad con espectaculares que nos aseguran que todo lo que dijeron que iban a hacer, lo hicieron. Más allá de que el recuento realmente se pueda comparar a lo ofrecido alguna vez, lo que más me ha llamado la atención es que, entre las obras que son festejadas como el legado de esta administración 8 de cada 10 son infraestructura para vehículos privados. Saquen la cuenta ustedes mismos, pero, salvo dos anuncios, el resto son todos sobre los distribuidores viales, pasos a desniveles, puentes y demás plastas de concreto y asfalto con las que plagó la ciudad de Aguascalientes en ese sexenio.

Así pues, y dejando de lado el hecho de que un gobierno del estado sólo tenga como herencia obras realizadas en el municipio capital y ninguna en los otros diez municipios, pareciera que para la administración saliente representa un punto de orgullo el haberle dedicado años y millones de pesos a dejar la ciudad convertida más que nunca en un Aguascapuentes. Y eso es malo, muy malo.

¿Qué tan malo es? Bueno, pongámoslo así, imaginen que ustedes van a poner, no sé, digamos un periódico y que cuando ya tienen a sus reporteros y redactores listos para trabajar les obsequian para su labor un flamante lote de máquinas de escribir, de esas de los años 50, a las que había que ponerles hoja por hoja y que solían trabarse cuando apretabas con demasiada enjundia las teclas. Seguro, se podría escribir con ellas, pero dudo que cualquiera de sus redactores estaría de acuerdo en que se trata de la mejor solución posible para realizar su trabajo. Si a eso le agregamos que cada máquina de escribir, además de ser obsoleta, costó, digamos 200 mil pesos cada una y que además, esos 200 mil saldrán de la bolsa de los mismos reporteros, creo que estaremos de acuerdo en que sería poco correcto, si no francamente un insulto, el presumir a todo lo que da que se compraron esas dichosas máquinas de escribir.

Bueno, pues justamente eso nos está recetando el Contador Orozco a la sociedad de Aguascalientes, después de seis años de gobierno, nos deja como herencia infraestructura cara, obsoleta, peligrosa y que tiene entre cuarenta y cincuenta años de atraso y todavía lo presume. Mientras el resto del mundo, sobre todo esa zona que hace salivar a nuestra clase económicamente alta cuando la llama “el primer mundo”, está demoliendo las autopistas urbanas, desmontando los puentes antipeatonales, reduciendo la velocidad de los autos a 30 km/h en zonas con alta densidad y, en general, tratando de sacar a los autos de las ciudades, aquí, con una necedad que sería casi encomiable si no nos costara tanto – en todos los sentidos- a los habitantes del estado, el gobierno se empeñó en convertir al segundo anillo en un óvalo de Nascar.

A despecho del urbanismo, de la ingeniería de tráfico, de las estadísticas de hechos viales (o sea, accidentes) y de muertes por exceso de velocidad, siguieron haciendo puentes y más puentes, permitiéndole a los autos privados ir cada vez más y más rápido y le encargaron después al municipio que hiciera una campañita publicitaria para ver si así convencían a la gente de no usar la pista de carreras como pista de carreras. Al menos mientras les dure el gusto, porque lo peor de toda esa lana pública gastada no es nada más el peligro al que expone a las personas dentro y fuera de los autos, a la fractura del tejido urbano que representa tener esa barrera entre los de un lado y del otro del anillo, a la reducción de la calidad de vida de toda la ciudad, no, lo peor es que ni siquiera va a durar su “solución” al tráfico. Y no es que lo diga yo, literalmente hay decenas de artículos sobre la demanda inducida, que, puesta en términos muy llanos significa que entre más espacio haya para los autos, llegarán más autos hasta llenar el espacio disponible. Insisto, esto no es una hipótesis o una profecía a lo Mhoni vidente, esto es un hecho estudiado, una y otra vez, ahí donde hacen autopistas urbanas, vías de flujo continuo o como quieran decirles, el resultado siempre ha sido el mismo, hay más de 30 años de estudio al respecto y siempre pasa lo mismo, los carriles se llenan y el tráfico vuelve al punto cero. No funciona. El gobierno del estado nos está presumiendo que se pasó seis años haciendo algo que está demostrado que no funciona.

Y pudieron usar esos seis años y esa cantidad bestial de dinero público en cosas que sí funcionan, y que también está comprobado que sí funcionan, ¿cuántas ciclovías se pudieron haber hecho con lo que costó uno solo de esos puentes? Con la mitad de la lana tirada en asfalto, se hubiera hecho todo un sistema de ciclovías no solo para la ciudad, sino incluso para los municipios que, si se acuerdan, siguen siendo parte del estado. Pudieron haber creado un verdadero sistema de transporte colectivo, y no me den cuerda con sus autobuses chinos y la mano de pintura que le dieron a las cafeteras que siguen circulando en muchas líneas, eso no es una política de movilidad, ese no es un sistema de transporte colectivo, tampoco sus maquinitas de pago que para lo único que sirven es para subirle en los hechos cincuenta centavos al pasaje de manera automática, por aquello de que misteriosamente nunca dan cambio. Ni siquiera es por falta de planes o diagnósticos, existen desde hace más de doce años los estudios para tener un sistema de BRT (Bus Rapid Transit, metrobús, pues) en Aguascalientes y una ciudad de casi 900 mil habitantes hace rato que merece un sistema de transporte colectivo confiable y decente. Pero no lo quisieron hacer, estaban demasiado ocupados buscando que el coche del señor gobernador pudiera ir bien rápido del norte al sur de la ciudad. Solo el 30% de los viajes en Aguascalientes son en auto particular, y el 100% de las obras de infraestructura vial se hizo para ese 30% y se hizo mal.

Lo más triste, obviamente, es que se vienen seis años de lo mismo. Seguro, pintarán alguna ciclovía por aquí o por allá, y se olvidarán de ella de inmediato (¿ya vieron qué queda de la que pusieron en Hornedo?) y tal vez traigan otros camiones chinos (si los chinos cooperan con las suficientes ganas como para que no les den cuello), pero no habrá una solución de fondo, porque siguen pensando que modernidad es andar bien rápido en sus coches caros, porque al final de cuentas,¿de qué sirve que la clase alta tenga sus coches del año si no pueden correr a gusto por la ciudad? Mientras tanto, los gases se seguirán acumulando, los accidentes (que no son accidentes porque todos podrían ser prevenibles si hubiera otra mentalidad) seguirán cobrando vidas, las islas de calor seguirán brotando gracias al exceso de asfalto y la calidad de vida seguirá deteriorándose en la ciudad, pero que padres se ven los puentes, ¿no? Al menos eso es lo que parece decirnos el rostro triunfante y feliz del futuro ex gobernador que nos presume desde sus espectaculares la herencia gris que nos dejó en la ciudad.

 

Darío Zepeda Galván

Sociólogo UAA. Antropólogo UAM Iztapalapa

Darío Zepeda Galván

Sociólogo UAA. Antropólogo UAM Iztapalapa

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