La Casa Gucci, una vida de excesos.
Es una película filmada con un arte sin igual. La historia original viene desde la obra escrita de Sara Gay, ha causado una gran controversia entre los herederos de la dinastía Gucci. Historia que fue basada en hechos reales, una de las piezas protagónicas Patrizia Reggiani (Lady Gaga), una chica común y corriente sin oficio ni beneficio, pero con alta capacidad de interrelacionarse, conoce casualmente a otro de los personajes centrales como lo es Maurizio Gucci (Adam Driver) en una fiesta.
Ya en franco idilio romántico, Maurizio le presenta a Patrizia a su padre, sin embargo, este la rechaza y destierra del patrimonio familiar a Maurizio ante su negativa de dejarla por aparente interés mal habido. Con el tiempo, Patrizia, una mujer con un afán desmedido de éxito y dinero, intenta convencer a Maurizio para que vuelva a la familia y forme parte del negocio, de forma sutil y exitosa lo va logrando con el tiempo.
El director en escena, Ridley Scott, despacha una película histórica basada en hechos reales. Sin embargo, ahora deja de lado los mensajes sociales, enfocándose a la historia dramática de la familia empresarial. El tema central desde luego fue la moda y las polémicas de una de las familias italianas más importantes del siglo XX y hasta casi cierre del mismo siglo.
La estructura de la película nos deja una huella de drama, acción de un tono que rodea a La casa Gucci, llegan a recordar más al cine de Scorsese que a lo que le hemos ido viendo a Scott a lo largo de su carrera. Mantiene su personalidad propia, por supuesto, pero, acompañado de una trama y un viaje temporal de tres décadas. Una obra que desde ya hay que considerar como parte de su gran repertorio.
Las actuaciones generosas de Al Pacino, Lady Gaga y Jared Leto sobresalen de las adusta y anodina caracterización de Adam Driver y la insulsa participación de Salma Hayek.
Esto lo podemos ver, por ejemplo, con el ritmo, los saltos entre las subtramas de los numerosos personajes, o las múltiples secuencias de montaje que va dejando por el camino. El logro a destacar es que toda la secuencia mantiene al filo de la butaca a cualquier espectador, una obra que puede cautivar los sentidos y dar cuenta que las empresas familiares sin reglas claras se vuelven como una mafia.