La esperanza
La izquierda y el pueblo de México en general vivimos un momento crucial de nuestra historia, que de lo que pase en los próximos meses se determinará el camino a seguir en los añosvenideros. De ahí la importancia de la postura que adoptemos, defendamos, pero sobre todo las acciones políticas que emprendamos.
No son tiempos de medias tintas, de indefiniciones o actitudes doctrinarias y principistas, lo que no quiere decir que nos desdigamos de nuestros principios. Más ahora que la izquierda se ha desdibujado ideológicamente y perdido su referente partidario.
Estamos en una disputa real por el gobierno, que esperemos nos proporcione las condiciones idóneas para la disputa del poder. No es entonces suficiente ganar las elecciones, más cuando hay una recrudecida campaña de la derecha que demuestra que todavía tienen recursos con que pelear. Para ello sólo hay que haberlos visto en el debate del pasado domingo 22 de abril. No están entonces derrotados, día a día sacan y ponen en práctica nuevas maniobras para cambiar la voluntad popular y para cooptar personajes débiles ideológica y políticamente. Casos hay de sobra para señalar esta afirmación.
Que bueno que algunos sedicentes izquierdistas se ubiquen en donde realmente pertenecían, es el caso de Ríos Piter y del actual gobernador michoacano, que se han sumado al mediocre de Meade. De alguna manera lo mismo ha ocurrido con NI y ADN, corrientes del PRD que corrieron al centro derecha a ese partido y le dieron al traste a un proyecto que no era suyo, apoyando a Ricardo Anaya.
Queden como queden los resultados de las elecciones del 1 de julio, ellos se han manifestado ya abiertamente, lo que antes hicieron vergonzantemente, al sumarse al sistema, al régimen actual, sirviendo lacayunamente al grupo en el poder. Podrán subsistir personalmente, teniendo asegurado su futuro económico (muchos de ellos se han enriquecido y no a costa de su trabajo sino de la prostitución política), pero dejaron el campo revolucionario si alguna vez se ubicaron en él.
No les dedicaré más espacio, no lo merecen, tampoco me preocupan, cuestión distinta con sus amos, a ellos si hay que seguirlos y actuar en consecuencia a sus acciones, pues están demostrando que todavía poseen recursos e imaginativa para actuar hacia con los de mente dudosa, quienes se dejan influenciar por afirmaciones malsanas y falsas, son ellos quienes realmente fomentan el miedo. Todo lo hechos exacerbadamente este mes nos lo dicen y demuestra la andanada que por distintos flancos está recibiendo López Obrador. Tarde o temprano ello tiene que tener el efecto que espera la derecha, por ello no debemos confiarnos ni bajar la guardia.
En contrapartida hay que ver cómo están las fuerzas que apoyan a AMLO, que si bien se han mantenido como la mayoritaria hasta ahora, hace falta acrecentar e incidir en ese sector del electorado que aún se ubica entre los indecisos y que en un escenario cerrado pudiesen ser los determinantes en el resultado final.
López Obrador habla que estamos viviendo la cuarta gran transformación en este país, se refiere a la Independencia, la Reforma y la Revolución. Ahora con el gobierno que pudiese encabezar vendría el cambio por la vía pacífica. Sin descuidar lo dicho, sólo en el siglo pasado se dieron cuatro momentos que tampoco podemos olvidar y siempre considerar: Primero, con Flores Magón-Zapata se vivió la aspiración libertaria; segundo, con Lázaro Cárdenas se logró recuperar nuestra soberanía, nuestros recursos naturales y el campesino la tierra a partir del reparto agrario; tercero, con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 se logró alcanzar la dignidad y la revalorización del poder del mexicano a través del sufragio, y cuarto, con López Obrador en su tercera oportunidad de llegar a la Presidencia de la República, lo que está en el centro es la esperanza.
Anaya dijo en el debate que en este proceso se confrontan dos visiones de país, la que representa él y sus aliados y la que defiende López Obrador. Más allá de las calificaciones que hace de ellos tiene razón. Lo que no dice el panista es que la que representa él corresponde a la continuidad del modelo capitalista en su fase neoliberal, opresiva y restrictiva, que por lo mismo ha sido la responsable de la situación de desigualdad, inequidad y pobreza que hoy padecemos.
La mayoría de los mexicanos no está conforme con su situación ni con lo que ha sido el gobierno peñista, no por nada se ubica en el peor momento de aceptación y popularidad. Por ello están hartos e indignados, ya no aguantan más y si, tienen esperanza de que las cosas cambien con estas elecciones. Esto es lo que debemos seguir explotando y no bajar la guardia hasta expulsar a la derecha y sus palafreneros del gobierno.
