Milos Forman: cineasta de culto

Milos Forman: cineasta de culto

La noticia de la muerte Milos Forman (1932-2018), nacido en Cáslav en lo que era Checoslovaquiatrae a la mente la película con que subió al pináculo a nivel internacional fue“Atrapado sin salida” (One flew over the cuckoo´s nest, 1975), la cual obtuvo cinco premios Oscar, actor, actriz, guion adaptado, director y película, y cuatro nominaciones más. El comentario reiterado la noche de la ceremonia en marzo de 1976 era que desde “Sucedió una noche” It happened one night, 1934), ningún filme había ganado esas cinco estatuillas, las principales en ciertas escalas. (Para 1979, “Kramer contra Kramer”, de Robert Benton, repetiría y con un premio adicional.)

Hacía varios años cuando Kirk Douglas conoció a Forman luego de ver “El baile de los bomberos” (1967), le había hablado de la obra de Ken Kesey, pensaba que le quedaba el tema a su estilo, se lo ofreció, quedó de enviarle el libro. A Forman no le llegó. Sería una vez instalado en Estados Unidos que se volverían a encontrar, se enteró que Douglas sí se lo envió, pero la censura lo retuvo. Volvieron a platicar al respecto, pero tardarían en encontrar quién lo produjera, ninguno de los Estudios grandes se atrevía, menos con un director algo desconocido y la obra de un escritor de la contracultura.  Pasaría el tiempo, que Michael DouglasJack Nicholson y Saul Saentz se involucraran, para que consiguieran llevarla a la pantalla.

Apenas era su segunda película en Estados Unidos, donde había recalado tras salir de su país posterior a la primavera de Praga; la previa fue “Taking off” (Búsqueda frenética/Juventud sin esperanza, 1971), que ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes, con un guion donde intervinieron Buck Henry, John Guare y Jean-Claude Carriere, acerca de un matrimonio que se lanza a buscar a su hija quien huyó de casa, la pareja se suelta y rondan entre grupos hippies y reuniones de padres de hijos fugadosdonde se canaliza la distancia entre las dos generaciones con humor ácido y críticoVolvería a introducirse en la década de los 60 y en la visión de lo que transitaba Estados Unidos con su adaptación del musical “Hair” (1979), con temas que le eran cercanos, su mirada externa, su estilo moderno, la banda sonora a tono.

Louise Fletcher y Jack Nicholson en Atrapado sin salida

Forman hizo su aprendizaje, luego de estudiar en la Academia de Cine de Praga (FAMU), colaborando en “Linterna mágica 2” donde trabajaron varios futuros directores, Jan Kadar, Karel Zeman, Alfred Radok, entre otrossu primera incursión en solitario vino con “Concurso” (1963), documental sobre audiciones para un concurso musical.

Pronto llamaría la atención y el Leopardo en el festival de Locarno con “Pedro el negro” (1964), mirada humorísticacon algo de neorrealistaacerca de un adolescente, su primer trabajo en un almacén y sus padres, en un pueblo de Checoslovaquia a inicios de la década, donde Forman mezcla gente que no eran actores con algunos profesionales. Una sencilla comedia, confrontación de dos generaciones, aproximación al primer enamoramiento, a lo que pensaban y sentían los jóvenes, sin obligación de profundizar, con registros de humanidad y delicadeza que se convertirán en marca del realizador.

“Los amores de una rubia” (1966), es un título imprescindible del nuevo cine checo, del cine europeo de la década, en que Milos Forman se interna en las esperanzas de una atractiva muchacha por emigrar de su pueblo, aprovechar la oportunidad de salir e irse a Praga. Una tierna mirada a su expedición, a la ilusa consecución de sus sueños, a lo que es un lugar donde sobran mujeres o faltan hombres, a la triste realidad que le aguarda, a lo que era vivir en algunas ciudades de los países bajo la égida soviética.

Completaría su estancia en su patria con “El baile de los bomberos”, otra visión caustica de la provincia checoslovaca, de la comunidad; objetiva y burlona alegoría a través de un evento en que se reúne la mayoría de los habitantes de la localidad y se deja ver sus vicios y defectos ornamentados. Primera cinta en colores de Forman y el que sería su fotógrafo de cabecera, Miroslav Ondricek, con quien trabajaría en el resto de su obra estadounidense. 

Después de la desilusionante recepción de “Taking off” y su retiro (en México se estrenó en la sucesora de la Reseña de Acapulco y solamente se volvería a ver en 2005 dentro del FICCO, y Buck Henry vino a presentarla)el director checo contribuyó  en dos documentales de ocho segmentos enfocados en el deporte, uno dedicado a la patinadora noruega, múltiple campeona olímpica y mundial Sonja Henje, y el oficial de los Juegos Olímpicos de Munich, en que le correspondió el “Decatlón”

Luego de su triunfo con “Atrapado sin salida”, la carrera de Milos Forman se espaciaría, en parte debido a proyectos truncados (en los años 90, se le asoció con “Acoso sexual” y “Bajos instintos”, quizá a propuesta de Michael Douglas) y a su dedicación a la facultad de cine en la Universidad de Nueva York, de la cual fue director. En un cuarto de siglo solamente realizaría seis largometrajes en Estados Unidos, más uno final en su país natal en 2009 asociado con su hijo Peter “Dobre placená procházka”, titulada en español “Un paseo bien pagado”. Una Encantadora comedia musical”, segunda versión de la que había hecho para la televisión cuarenta años antes, que dirigió para el Teatro Nacional de Praga en 2007 y posteriormente grabaría.

“Ragtime” (1981), inusitada adaptación de la compleja y extraordinaria novela de E.L. Doctorow, asentada en el Nueva York de principios del siglo XX , libremente reorganizada a partir de un hecho de nota roja, compenetrada en las raíces del cinematógrafo y en un mosaico de historias; rememorada, aparte de sus calidades visuales y dramáticas, por haber sido un admirable retorno a la pantalla y adiós definitivo del inmenso James Cagney.

Para numerosos espectadores y algunos críticos, “Amadeus” (1985) es la obra cardinal, y una de las más conocidas, de Milos Forman, basados en la cantidad de Óscar cosechados, ocho de un total de once nominaciones, o en la revitalización de la música de Mozart. El guion de Peter Shaffer, adaptado por el mismo de su obra teatral, fue estilizada y armonizada por el director checo, elevando la acérrima rabia de Antonio Salieri hacia Wolfgan A., por medio de la actuación de F. Murray Abraham, y la a ratos caricaturesca representación de Tom Hulce.

“Amadeus” significó el regreso, luego de dieciséis años,de Milos Forman a su patria donde fue el rodaje. Convenció a las autoridades de los beneficios económicos que le daría. Las locaciones son un plus para el filme, para la recreación de los finales del siglo XVIII, la atmósfera de Europa Central a doscientos años; para abrevar los tormentos y redención de Salieri, “la celebración de la humanidad” y de la música de W.A. Mozart, las emociones de sus composiciones, y las de Salieri, vastamente desconocido para las mayorías.

“Amadeus” fue la primera de cuatro “biopics” que ilustraría Milos Forman; dos tendrían de modelo a unos rebeldes al modo de vida estadounidense y a la sociedad conservadora; el tercero, Francisco de Goya y Lucientes, fue quizá más revolucionario en otra época, cercana a la de Mozart, y sus luchas y pinturas tenían bastantes analogías con lo que había vivido Forman en la etapa comunista.

Antes de concentrarse en sus biopics, el realizador aceptó otro filme de época, “Valmont” (1989), con la mala fortunaque por los mismos días empezó el rodaje de “Relaciones peligrosas” (Dangerous Liasons, de Stephen Frears). Forman y sus productores se enteraron y optaron por continuar. Tristemente, el éxito de la película dirigida por Frears opacó la un tanto comedida de Forman. Las diferencias partían de las fuentes, “Valmont” se basaba concisamente en el libro de Cholderos de Laclos, la otra,aunque tomaba el título, adaptaba la obra teatral de Christopher Hampton (a su vez basado en Laclos), quien escribió el guión. “Relaciones peligrosas” se adelantó en el estreno para tomar más ventaja. “Valmont” tardó en exhibirse y eso le perjudicó. Sin embargo, en una segunda visión, la ambientación, el vestuario, la fotografía, así como las caracterizaciones y figuras de Annette Benning y Colin Firth, orientan la balanza a su favor en medio de las truculentas maniobras, amoríos y galanteos.

“Larry Flint, el nombre del escándalo” (The people vs. Larry Flint, 1996) retoma una cuestión cercana a Milos Forman: la censura, los riesgos de luchar por la libertad de expresión, de publicar y hacer lo que se quiere. Flynt, editor y dueño de la revista pornográfica Hustler, fue un personaje incómodo para la sociedad y la justicia, en sus afanes y excesos. Milos Forman combina ficción en un hecho actual de aquel momento con referencias a enfrentamientos de la población checa contra la nomenklatura y dirigencia política y soviética. Forman logra que Flint se vea respetable, responsable, que el espectador se ponga de su parte. La personificación de Larry Flint confirma la mano de Forman para escoger y dirigir comediantesdotarles de factores auténticos y las actuaciones de sus vidas.

El guion de “Larry Flint” fue escrito por Larry Karaszewski y Scott Alexander, quienes han volteado a revisar y revalorar la existencia de individuos “extraños”, únicos, dentro de la cultura y el espectáculo estadounidense. A ellos se deben el guion de “Ed Wood” (1994), previo al de “Larry Flint”, y más tarde el de “Ojos grandes” (2014), ésta sobre la pintora Margaret Keane, ambas realizadas por Tim Burton.

Uno de esos simbióticos personajes fue el cómico de origen ucraniano Andy Kauffman, cuya biografía fílmica “El lunático” (1999) deriva en una de las obras diestras, recónditas, en que se activa lo mejor de Milos Formanenloquecida como lo era Andy y como lo fue la inmersión excesiva de Jim Carrey a lo largo de toda la producción, con una secuencia de títulos indeleble. Una biografía más extensa, provocativa, audaz, que duplica al límite las “performances” de Kauffman, sus disfraces, su forma de hablar en sus imitaciones o alter ego; los atrevimientos en programas en directo y cuando se metió de luchador profesional; su fase humana y la relación con su esposa.

Transcurrirían siete años para que el director lograra llevar al cine otro de sus proyectos que tenía desde sus tiempos en Checoslovaquia. “Los fantasmas de Goya”, con guion en colaboración con Jean-Claude Carriere, y otra de esas parábolas y correlaciones entre lo que padeció el pintor -personificado por Stellan Skarsgard- los dilemas, los moralismos recalcitrantes, al inicio del siglo XIX, época recurrente en Milos Forman y algo de lo que atestiguó. Una vez más sobresale la ambientación, iluminación, detalles históricos, la recreación de algunas pinturas y los instantes en que los creaba, con las velas en su sombrero, la circulación de su sentido artístico, la presión del Estado. Un Forman a ratos fidedigno, en que se añora su sabor humorístico.

Milos Forman era y aún es, el más reconocido director checo(eslovaco) fuera de su país y en Norteamérica, natural por los filmes que dirigió fuera de su país, pero igual por el aprecio con que fueron recibidas sus cintas primerizas (entre 1964 y 1967, cuatro películas de Checoeslovaquia ganaron el Oscar, dos fueron de él). Tuvo la indispensable fortuna con los guiones, artistas y especialistas que le secundaron. Decía con sagacidad qula suerte estaba en que sus colaboradores eran de primera, hasta superiores a él, y no sentirse abrumado por ello, sino aprendęrles. Entre sus quince largometrajes permanecen más de la mitad con estatus de culto, altos galardones, en listas de “mejores películas” sin que ello sea contraproducente porque su cotización se sostiene en cíclicas comprobaciones.

http://www.cineforever.com/2008/02/07/milos-forman-sus-peliculas/

Leopoldo Villarello Cervantes

Leopoldo Villarello Cervantes

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