LA LUCHA CONTRA LA DERECHA

La colaboración de la semana pasada la dediqué a la lucha de clases, para subrayar que, la tarea hoy era “combatir sin cuartel ni miramientos a la derecha y burguesía oligopólica, dar la lucha ideológica para recuperar terreno entre aquellos mexicanos que subsisten en el espejismo que el capital les vendió por decenas de años y que ahora aprovechan en luchas por justas demandas”

[bctt tweet=»La derecha y particularmente FRENAA han vuelto al viejo discurso de “Comunismo no, Cristianismo si”,» username=»crisolhoy»]

Pero no necesariamente decía cómo y ahora quiero dedicar a eso este espacio, reiterando el reconocimiento que quizá desde la izquierda socialista poco hemos hecho al respecto, lo cual ya no puede suceder. Debemos salir de nuestro ostracismo y marginalidad política, que unido a la dispersión, magros resultados no traería.

Al respecto, Julio Hernández publica en su columna de La Jornada (Astillero, martes 29 de septiembre) que, “pocas son las voces, algunas de ellas en exposición frecuente y con pocas variaciones en la partitura intelectual, que desde el obradorismo estén saltando a la confrontación de ideas con el derechismo reaccionario que no necesita más que un discurso sumamente básico, pleno de exageraciones y sembrador de clichés sobre comunismo y dictaduras”. Y fuera del obradorismo son todavía menos, cuando la intensidad y agresividad de la derecha aumenta.

La derecha y particularmente FRENAA han vuelto al viejo discurso de “Comunismo no, Cristianismo si”, para oponerse a un gobierno cuya cabeza es más un ministro de culto, que un militante defensor de un proyecto de izquierda. Los discípulos del señor Lozano y su ignorancia política, “confunden la gimnasia con la magnesia”. Para ellos, todo lo que no esté cerca de Dios y la iglesia católica es sinónimo de comunismo, que por cierto, tampoco saben lo que es.

De esta manera, acciones de difusión y lucha ideológica insuficientes por parte de la izquierda socialista y por otra, receptividad cero o poca sobre lo que somos y proponemos, nos aleja de alcanzar la influencia que queremos y es necesaria para cambiar la correlación de fuerzas en este país, a fin de lograr los cambios que deseamos y que no vendrán (hay que reiterarlo no del obradorismo ni de su partido).

Por ello aparte de la preocupación ya manifiesta, se me presentan dos más que se dieron en otros tantos eventos. Primero, en el seno del MCM cuando discutíamos el apoyo a un sindicato, uno de los participantes llamó a la preocupación de si no sería contraproducente externar el apoyo como comunistas mexicanos, por una posible reacción en contra por ese hecho. La dirigencia sindical coincidió con esa postura y se retiró la propuesta.

Acepto como un error personal no haber dado mi opinión en esa ocasión (otra cosa era la pertinencia del retiro de la declaración), cuestión que no pasó por el C. Gerardo de la Fuente Lora, quien señaló que en todo caso después se tendría que discutir nuestra postura para no aparecer en ciertos casos como éste. Tenía razón. Recuerdo cuando en los setentas, el PMT y su dirigente defendían “esconder” la idea de izquierda a partir de la mexicanización de la misma. No coincidía con ellos y ahora pienso igual. En ningún momento podemos esconder lo que somos, menos aún podemos esclarecer a quienes ignoran lo que somos y proponemos, para seguir con la vieja idea de que nos comemos a los niños.

Segundo, cuando el domingo pasado durante la celebración de la Segunda Cumbre Comunista que reunió de manera virtual dirigentes de siete agrupaciones de izquierda socialista, hubo por lo menos una intervención que me pareció doctrinaria, apegada con todo el rigor al dogma y a la referencia de los clásicos a rajatabla, que me hicieron surgir una pregunta y una conclusión: ¿qué es primero, la teoría o la práctica? Y la afirmación, con ese léxico nadie nos va a entender, comprender y menos aceptar lo que proponemos.

Estos aspectos los traigo a cuento porque, por lo primero que abordaba, la lucha contra la derecha, la más conservadora y belicosa, que ahora está multiplicando sus acciones. Un punto que se debiera tratar con todas esa agrupaciones es cómo unir esfuerzos en este combate ideológico. Por nuestra parte (me refiero al MCM) hacerlo con nuestra propia imagen, no esconder nada, menos lo que somos. Pero eso si, buscar un lenguaje sencillo, claro, convincente y congruente con el aquí y ahora.

Actuar en todos los espacios posibles, así como ganar y abrir otros, sin tregua ni condescendencia.