Los David Di Donatello para Steven Spielberg y Diane Keaton

21 de marzo. Enciendo la televisión para ver la película italiana de los miércoles en la tarde. En su horario estaba la ceremonia de los premios David Di Donatello, el equivalente al Ariel mexicano, el César francés, el Goya español. Vino una canción, un galardón, y el presentador, Carlo Conti, pasó a comentar que seguía la entrega del David a una trayectoria. Me puse a pensar a qué director o actor venerable se lo darían, cuando tras una pausa Conti empezó a citar las películas del laureado y una reconocible música surgió de los altavoces: “el director de Indiana Jones, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Parque Jurásico…” Asombrado, creí haber entendido mal y que el aludido, Steven Spielberg, era el encargado de darle la estatuilla a alguna celebridad italiana; pero no, era correcto, ese David era para él.

A considerable diferencia del protocolo hollywoodiano, con actores famosos que son los portadores del sobre y tras unas palabras o chistes leen la lista de nominados, aquí el presentador es quien abre los pliegos, dice los nombres y recibe a los ganadores (la voz del locutor es la que indica el número de nominaciones que ha tenido). 

Pero cuando hay una celebridad en el estrado, a éste le corresponde recibir al siguiente laureado. (Spielberg anunció el de mejor director). Cuando le tocó el turno de recibir su estatua, la bella Mónica Belluci subió a ponerla en sus manos.

Antes, Spielberg agradeció y mostró su conocimiento de los directores clásicos italianos (no al nivel de Martin Scorsese) y su importancia, para él y para la historia del cine: Visconti, Rossellini, De Sica, Risi, Passolini, Fellini; luego mencionó a varios de los “nuevos”, Nanni Moretti, Paolo Sorrentino, Valeria Golino, los hermanos Taviani.

Más significativa fue la anécdota que relató de cuando en 1971 hizo su primer viaje a Roma. Era un novel director que había realizado una cinta para la televisión -debe ser “Reto a muerte” (Duel)-. En el hotel, el recepcionista le avisó que una personalidad estaba en el lobby y deseaba saludarlo. Cuando Spielberg descendió, pensó que había una equivocación, frente a él estaba Federico Fellini, y sí quería conocerlo. Le dijo que había visto su película y que le había gustado. Caminaron y platicaron. Uno de los consejos que le hizo el director de “La Dolce Vita” y “8 ½” fue que filmara películas para agradar a los espectadores, pero más que le agradaran a él; consejo que desde entonces ha seguido, le ha funcionado, y le aprecia inmensamente a Fellini.

Pasó entonces a contar que ese día se tomaron una foto juntos (la cual apareció en la pantalla a espaldas de Spielberg), y que desde hace más de cuarenta años esa fotografía la tiene en su oficina. Se despidió intentando hablar en italiano

Estaba por decidirme si continuar viendo el programa, si aguardar el próximo premio que darían, cuando hubo otra sorpresa; Carlo Conti expresó que a continuación vendría una gran actriz estadounidense, singular, de estilo único. Una breve pausa, para enterarme que ella era Diane Keaton, quien recibiría un David Especial. Los aplausos sellaron su ingreso al escenario, vestida con un atuendo de los que ha hecho gala, botitas, falda las rodillas y sombrero negro, debajo su cabello canoso. Le correspondió entregar el David a mejor actor, que fue para Renato Carpentieri, un veterano, por la película “La Tenerezza”, de Gianni Amelio.

A continuación, el presentador Conti le hizo unas preguntas: a la de si hubo un personaje determinante para su carrera, la respuesta esperada fue «Dos extraños amantes “Annie Hall), prosiguió agradeciendo a Woody Allen, platicó de cómo le llegó el papel. Y al interrogante sobre un actor que considerara importante, Diane, sin prisas, elogió a Al Pacino, desde cuando en sus inicios trabajó con él en “El Padrino”, después vino “El Padrino 2”, y ella se mantuvo enamorada y admirando a Pacino; años más tarde llegó “El Padrino 3” y aún le deslumbraba. Volteó a ver a la audiencia y les preguntó, “Si conocen a Al Pacino, ¿verdad?”

Para cerrar, Keaton señaló que “en cierto sentido estar aquí me trae a la memoria un filme, «La fuente del deseo» (Three coins in the fountain, 1954, dirigida por Jean Negulesco), y para sorpresa de la mayoría cantó con perfección unas estrofas del tema, lo cual le trajo más aplausos.

Concluyó con unas frases de entusiasmo hacia la ciudad de Roma, y unas palabras en italiano: “Ti amo, mi amore”

Al final me entero que sí hubo un tercer premio especial, este fue para una eximia actriz italiana, la aún atractiva Stefania Sandrelli (Divorcio a la italiana, Seducida y abandonada, El conformista, Alfredo, Alfredo; Nos amábamos tanto, La terraza, la llave, La familia, entre más de una centena de títulos desde finales de los 1950). Me habría apetecido ver el recibimiento, y de lo que habló, de los directores y actores con quienes trabajó).

A manera de apéndice, algunos de los premiados con el David Di Donatello 2018: película, “Ammore e Malavita”, dirigida por Antonio y Marco Manetti; actor protagonista, Renato Carpentieri; actriz protagonista, Jasmine Trinca por “Fortunata”; director, Jonas Carpignano, por “Ciambra”. Director novel, Donato Carrisi; documental, “Peligroso pero necesario”, de Anselma Dell’Ollio.

Me percato los pocos nombres que conozco de entre los nominados, me interrogo si veré algunas de esas películas, si unas pocas podré verlas en pantalla grande. Me respondo en la carencia de cine italiano que se exhibe comercialmente en México, y lo muy reducido de su presencia fuera de Europa, hasta en las grandes redes.