Rasgos preocupantes: quinto mes de gobierno
quinto mes de gobierno
[bctt tweet=»El balance que podemos hacer no es negativo, al contrario, pero no deja de haber puntos preocupantes, que pudiesen sesgar el buen camino de un gobierno que nació con enormes expectativas y esperanzas populares.» username=»crisolhoy»]
Estamos entrando al quinto mes de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El balance que podemos hacer no es negativo, al contrario, pero no deja de haber puntos preocupantes, que pudiesen sesgar el buen camino de un gobierno que nació con enormes expectativas y esperanzas populares. Pero también debiera estar en nuestra atención la actitud pasiva de la izquierda, pues sólo ella, más el movimiento social y de masas, podrían contrapesar a la actual administración para que se cargue a la izquierda y se salga del centro, que es a donde quisiera que se mantenga personajes como Alfonso Romo y otros que integran el gabinete presidencial.
Entremos de lleno a lo primero. Empiezan a sucederse decisiones y resultados cuestionables, que en aras de reconducir el camino no hay que dejar pasar y si señalarlas con toda claridad y contundencia. Lo que menos ayudaría al nuevo gobierno son los aduladores gratuitos y no los críticos constructivos. Pudiese haber más, pero sólo señalaría cinco puntos preocupantes:
Primero AMLO y después Alfonso Durazo han mencionado que habrá un titular militar en la Guardia Nacional y que ello no lo prohíbe la reforma constitucional recientemente aprobada por unanimidad. El problema son las críticas abundantes de organismos no gubernamentales o incluso de carácter internacional, que se opusieron con razón a dicha posibilidad. Ahora el gobierno federal pone oídos sordos ante esta postura, lo cual es inadecuado.
Otro punto es el rezago en la operación de algunos de los programas sociales, incluso algunos de ellos emblemáticos, como es el caso del apoyo universal a los adultos mayores, lo cual se ha debido al retardo en la integración de los censos levantados casa por casa, a cargo de los llamados superdelegados, los cuales “han hecho agua” en algunas entidades, sin que se vea ningún viso de cambio. Tampoco hemos visto hasta ahora una evaluación de esta cuestión por parte de AMLO y de Gabriel García, a quien se debe la coordinación de todos ellos.
El tercer aspecto corresponde a la decisión equivocada del Presidente de la república, para volverles a dar vigilancia y resguardo a los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, después de la petición de ambos. Aunque corresponda al 10% de lo que recibían antes, contraviene la disposición inicial saludada por todos aquellos que votamos por él en julio pasado. Implica un privilegio que no tienen el resto de los mexicanos en riesgo ni se merecen los expresidentes, los cuales, en todo caso debieran pagar todas las que hicieron.
El otro asunto, más reciente, lo protagonizó el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, al mencionar dos cosas: primero, afirmar algo que nunca ha dicho López Obrador en el sentido de que no aumentarían los impuestos sólo en los primeros tres años de su gobierno y si a partir del cuarto y segundo, el cobro de la tenencia vehicular a nivel federal, cuando la mayoría de las entidades federativas ya no lo cobran, siendo a ese nivel en que se hace.
A lo mejor, vistos aisladamente no nos dirían mucho, unidos y surgidos en el mismo periodo, entonces ya adoptan otra magnitud y pueden ir creando una tendencia de sesgo negativo. Esto debe decirse y empujar para que se resuelva y corrija, so pena que el gobierno vaya adquiriendo una característica donde no estamos de acuerdo. Me da la impresión que el gobierno actual no ha analizado bien a bien las motivaciones y los distintos grados del electorado que acabó votando por la opción Juntos haremos historia. Tengan por seguro que para un sector no menor su umbral decisorio es virtual y endeble. A eso es a lo que le apuesta la derecha con sus andanadas de todos los días.
Pero tampoco la izquierda hace mucho, no hace nada ni propone algo para radicalizar el proceso, haciendo salir del centro al gobierno actual, orillándolo a que efectivamente se separe el poder económico del político, que cambie el régimen y no sólo el grupo en el gobierno, que el neoliberalismo no deje de existir únicamente por decreto, que el aparato decisorio en la actual administración deje contar con cuadros del PRIAN para operar el proyecto y programas planteados por López Obrador, pues así, ya quedan anticipados los resultados finales.
Coincido con José Blanco en su artículo de La Jornada del pasado martes 9 de abril, cuando señala que, “el nuevo gobierno marcha con ahogo, acotado por esas graves limitantes, en conflicto con el neoliberalismo. Avanzar con profundidad exige radicalizar la democracia”.
No es cuestión de un solo hombre sino de la colectividad. Ir solo el primero nos acerca a la autocracia, acompañado por los segundos “mandando obedeciendo”, garantiza una rica retroalimentación, a partir de la instauración de conciencias críticas activas y actuantes. Este debiera ser el papel que la izquierda debía jugar, por lo menos aquella que en su momento le apostamos al cambio, aunque no fuera el que necesariamente aspiramos.