Rumbo a la celebración de los 50 años de la UAA
I. NUEVO LIBRO EN LA UAA
Al preguntarle sobre el origen de este libro, la Dra. Marcela López me respondió que el proyecto comenzó a tomar forma a raíz de que en el año 2020 la familia del licenciado José Padilla Cambero donó a la UAA documentos de las actividades realizadas con motivo de la celebración del Centenario del Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnologías (IACT) en 1967. El licenciado Padilla Cambero (Aguascalientes 1936-2002) fue alumno de esta institución, hoy UAA, y también su profesor y organizador de los “primeros cien años” de dicha escuela. Una vez que el material estuvo en el archivo de la universidad, creyó conveniente dar a conocer tan valioso e interesante material y convocar a personas para que escribieran un artículo en torno a la historia de esta institución educativa.
Según la coordinadora, esta donación provocó varias interrogantes, como: “¿La sociedad de Aguascalientes conoce la historia del Instituto de Ciencias?, ¿se conoce que, durante 106 años, desde 1867 hasta 1973, fue el espacio en donde se formaron los preparatorianos y preparatorianas que salieron a estudiar en universidades en otras ciudades?, ¿quiénes fueron los y las maestras del Instituto desde su inicio hasta los años setenta?, ¿cuáles son las memorias de ex alumnos(as) que tuvieron la oportunidad de estudiar en el Instituto?, ¿qué significó esta escuela para la sociedad de Aguascalientes y la región a lo largo de su historia?, ¿se conoce que el Instituto es el antecedente que dio lugar a la creación de la UAA en 1973, a partir de la propuesta de algunos de sus académicos?”.
El libro está dedicado a cuatro personas vinculadas al Instituto de Ciencias y/o a la UAA: la Mtra. Elvira López Aparicio (enero 1930-diciembre 2021), el CP Humberto Martínez de León (marzo 1932-enero 2022), la Dra. Margarita Zorrilla Fierro (diciembre 1952-enero 2022) y el Dr. Alfonso Pérez Romo (diciembre 1924-octubre 2022).
En aproximadamente mil páginas, el libro inicia con una introducción de la Dra. López Arellano, que titula: “De 1867 a 1967, cien años del Instituto de Ciencias en Aguascalientes. Historia, archivos y memoria”. Tiene cinco partes: I. Historia del Instituto de Ciencias, sus inicios en el siglo XIX; II. Profesores, profesoras y la gestación de algunas carreras; III. Siglo XX, los primeros 75 años del instituto y el logro de la autonomía; IV. El álbum del centenario del Instituto de Ciencias, 1867-1967, y V. Memorias y experiencias en el Instituto de Ciencias, siglo XX. En estas cinco partes, podemos encontrar análisis sobre la evolución histórico-arquitectónica del conjunto conventual de San Diego que luego fue edificio de la UAA; una descripción del instituto como simiente de lo que luego fue universidad; la descripción de personas clave en la historia de la institución educativa, como Jesús Díaz de León y Manuel Gómez Portugal; la reivindicación de las primeras maestras; los orígenes de las carreras de Enfermería y Medicina; la obtención de autonomía del Instituto de Ciencias en 1942; las fiestas del centenario del IACT en 1967 y, entre otros contenidos, memorias, recuerdos y experiencias de varios exestudiantes y maestros del Instituto de Ciencias.
Para esta colaboración quincenal, quiero compartir fragmentos de mi artículo en dicho libro. Se omiten las fuentes para una mejor lectura.
II. ORIGENES DE UNA ESCUELA QUE LLEGÓ A SER UNIVERSIDAD
La historia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, creada en 1973 y que este 2023 cumple 50 años, tiene su origen en el impulso que en la segunda mitad del siglo XIX se dio en México a la educación de los jóvenes que terminaban su educación elemental. Fue durante el gobierno liberal de Benito Juárez cuando la influencia de las ideas francesas llegó a los intelectuales y educadores mexicanos, siendo Gabino Barreda una de las personas que encabezaron la iniciativa de crear un plan educacional para formar a los jóvenes mexicanos. La palabra “progreso” se convirtió en una prioridad discursiva, la cual reflejaba los deseos de cambio de una élite que pretendía seguir el avance que se tenía en otras partes del mundo, especialmente en Europa.
La historia de esta institución también fue, en parte, el reflejo de lo que acontecía en la vida social y política del estado y el país. Los cambios de nombre mostraron intenciones educativas y también planes e ideas que daban rumbo a la formación de los estudiantes en esa institución, aunque este rumbo también estaba influido por conflictos por el control y dirección de la escuela.
Después de la guerra, la creación de una institución
La creación de una escuela para jóvenes en Aguascalientes tiene un referente importante: la creación de la Escuela Nacional Preparatoria en 1867, teniendo como base la Constitución de 1857 y la Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal, expedida el 2 de diciembre de 1867. El intelectual y promotor de este proyecto fue Gabino Barreda, que se convirtió en su primer director, quien dio inicio al primer ciclo escolar el 3 de febrero de 1868, con una matrícula de 900 alumnos, 200 de los cuales eran internos en las instalaciones del Antiguo Colegio de San Idelfonso. El plan de estudios se estructuró en cinco ciclos anuales y mantuvo un ideario positivista.
En los estados de la república, los gobiernos crearon instituciones educativas con propuestas parecidas a esta escuela. En Aguascalientes, el 15 de enero de 1867, el gobernador del estado inauguró la Escuela de Agricultura, aunque anteriormente existieron el Instituto Literario de Ciencias y Artes, fundado por Jesús Terán en 1848; el Colegio Aguascalientes, en 1850, y el Instituto de Ciencias, Literatura y Artes, en 1862, bajo el gobierno de Esteban Ávila. La creación de la Escuela se dio meses después de que en diciembre de 1866 el ejército republicano recuperara la plaza de Aguascalientes, que estaba en poder del ejército del Imperio de Maximiliano de Austria. El coronel Gómez Portugal quedó encargado del gobierno civil y militar, siendo líder del Partido Liberal. Una de sus decisiones fue mejorar la educación en la entidad, para lo cual creó la Junta de Instrucción, que se encargó de establecer y atender la Escuela de Agricultura.
El gobernador reconoció la falta de escuelas para jóvenes, debido en parte a las dificultades políticas. Textualmente dijo:
El gobernador hizo eco del discurso de la época, el cual ponía como aspectos relevantes a la ciencia, la moral y el progreso, al mismo tiempo que reconocía la inestabilidad del país, producto de un periodo de constantes enfrentamientos bélicos de quienes pretendían tener el control gubernamental. Frente a esta realidad, esta autoridad del estado hizo un llamado a los estudiantes a prepararse y contribuir a la paz de la nación y dar gloria a Aguascalientes.
“Y vosotros, jóvenes alumnos que venís a beber en las fuentes inagotables de la ciencia, estudiad sin descanso y seréis así ilustrados, moralizados y felices.
“Nada importa a vosotros que desgraciadamente el ángel de la guerra bata todavía sus estructuras alas sobre el desventurado suelo de México; a nosotros nos toca cimentar la paz; a vosotros hacer la conquista más grande, la conquista del progreso. Dadnos la satisfacción de que al mismo tiempo que escuchamos por ahora el estruendo de los combates, oigamos también vuestras discusiones científicas”.
El primer director de la Escuela de Agricultura fue Ignacio T. Chávez, un médico egresado de la Escuela Nacional de Medicina de México. Posteriormente, en 1871, fue gobernador y desde allí continuó apoyando a la escuela y a su director, Ignacio M. Marín. Las autoridades fueron ambiciosas desde un principio, pues abrieron las carreras de agrimensor, agricultor, veterinario y comerciante. Además, estaba la preparatoria, que incluía lo que hoy es secundaria y bachillerato; sin embargo, faltaron los recursos y no fueron suficientes lo que el gobernador Gómez Portugal obtenía con una lotería periódica y la confiscación de bienes de los bandidos de la región, como Juan Chávez.
En 1871, el gobernador y el director de la escuela reconocieron públicamente la imposibilidad de sostener una institución de nivel superior, por lo que pasó a ser Instituto Científico y Literario, contando con la preparatoria y sólo con la carrera de Ingeniero Topógrafo, aunque después se ofreció las carreras de Jurisprudencia y Farmacia.
En 1883 las autoridades del instituto informaron al gobernador que la escuela trabajaba atendiendo una enseñanza científica y, al mismo tiempo, una formación con principios morales. La educación, por tanto, se concebía como un conjunto de aspectos “entre la ciencia, la virtud y el orden de las cosas humanas, siendo estas la experiencia entre el bien y el mal”. Por esto, según las indicaciones de entonces, el personal docente debía “generar el cumplimiento de los deberes morales con inclinaciones hacia las acciones positivas”.
En 1886, la escuela cambió nuevamente su nombre a Instituto de Ciencias del Estado y adoptó los planes de estudio de la Escuela Nacional Preparatoria, que seguía influyendo en la currícula de instituciones del mismo nivel educativo en varios estados del país. También recibió recursos del gobierno del estado para atender a los aproximadamente 40 alumnos que allí estudiaban, bajo la dirección de Ignacio N. Marín, quien duró en el puesto hasta su fallecimiento en 1908.
Escuela titubeante frente a los vientos revolucionarios
El primero de enero de 1906, el Instituto de Ciencias se transformó a Escuela Preparatoria del estado. Por iniciativa del gobierno de Alejandro Vázquez del Mercado se estableció la carrera comercial y, tras el fallecimiento del director Marín, quedó al frente el subdirector, el licenciado Alberto M. Dávalos. De lo que ocurría en dicha institución, el gobernador señaló en uno de sus informes que la Preparatoria marchaba con normalidad, apegada a las ideas de ciencia y progreso, asumiendo el discurso positivista de la época, y respondiendo a las críticas de representantes de la Iglesia católica, que decían que no había una moral cristiana en educación y que el gobierno invertía en una escuela que daba pocos frutos.
Durante el breve periodo presidencial de Francisco I. Madero (1911-1913), se nombró gobernador de Aguascalientes a Alberto Fuentes Dávila, pero el director del plantel, maestros y estudiantes lo rechazaron. Luego, Victoriano Huerta asumió el poder, tras dar golpe de Estado, y nombró gobernador a Carlos García Hidalgo, quien cerró la Escuela Preparatoria para “reorganizarla”, revocando las reformas que había hecho su antecesor. El presidente usurpador y su gobernador duraron poco tiempo y la escuela volvió a abrirse, pero, otra vez, trabajando con altibajos.
En 1916, Venustiano Carranza impuso como gobernador a Martín Triana y el 16 de febrero de ese año la institución cambió su nombre a Escuela Preparatoria y de Comercio. La incidencia del gobernador en los asuntos de la entidad fue débil o casi nula, debido a la inestabilidad que provocaba la lucha armada. Tuvieron que pasar algunos años más para ver los saldos positivos de la revolución. Al respecto, Enrique Rodríguez Varela escribió que, de una u otra manera, la sociedad aguascalentense presenció el derrumbe de “un longevo régimen que, si bien trajo progreso, había olvidado las aspiraciones democráticas y justicieras del pueblo”.
Durante la presidencia de Álvaro Obregón y con la creación de la SEP en 1921, siendo su titular José Vasconcelos, hubo una reforma educativa muy importante. En las escuelas preparatorias del país disminuyó el positivismo y lo que ello implicaba, para dar lugar a una “visión humanista”, la cual se expresó en diversas áreas del sistema educativo, como en una campaña de alfabetización. Las palabras de Vasconcelos sobre este proyecto fueron: “Al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben algo, en favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la productividad de cada mano que trabaja, de cada cerebro que piensa”. El titular de la SEP se dirigía especialmente a los jóvenes.
El nuevo grupo en el poder vio a la educación como un medio con potencialidad creadora, era –dice la historiadora Mary Kay Vaughan- “el medio idóneo para forjar la cultura nacional, civilizar y difundir símbolos comunes para todos los mexicanos”. La nueva escuela mexicana, por tanto, “debía formar al hombre nuevo, sano, moral y diligente que el desarrollo del país y su propio proyecto hegemónico requería”. Sin embargo, estas grandes intenciones se toparon con una realidad que hacía difícil su cumplimiento.
En 1924 la SEP creó el nivel de secundaria, por lo que en Aguascalientes la Escuela separó la secundaria de la preparatoria. Posteriormente, en abril de 1929, por decreto del gobernador Manuel Carpio y fundador del Partido Nacional Revolucionario en el estado, la Escuela Preparatoria se fusionó con la Escuela Normal para Profesores, quedando como Escuela Preparatoria y Normal del Estado, con sus dos opciones curriculares. Cinco años después, el día 3 de enero de 1934, la institución limitó sus propósitos y se denominó Escuela Preparatoria del Estado.
Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934.1940) la educación para las y los mexicanos debía ser socialista, por obligación constitucional, y en esta institución algunos profesores simpatizaron con esta orientación. El director de educación en el estado, Edmundo Games Orozco, convencido de que “Aguascalientes (era) un estado representativo de las letras” en el país, invitó a los maestros Manuel Varela Quezada, Alejandro Topete del Valle, Pedro Maza e Ignacio Lomelí Jáuregui, entre otros, para crear un Ateneo Revolucionario. Dos de sus objetivos principales eran: conseguir la “unificación revolucionaria dentro del sector cultural” y “contrarrestar fuerza a la reacción”. Por su parte, un grupo de alumnos crearon el Círculo de Estudiantes Revolucionarios, que apoyó la ideología educativa y las reformas del gobierno cardenista.
Según el profesor Topete del Valle, el proyecto era muy radical y los resultados no fueron los esperados, sobre todo si había una férrea oposición por parte de algunos grupos de la población y al interior de la Preparatoria, como ocurrió con el Círculo de Estudiantes Aguascalentenses. En 1938 la Escuela Preparatoria retomó su antiguo nombre: Instituto de Ciencias, incorporándose a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, además de ofrecer secundaria, bachillerato y la carrera comercial, abrió la carrera de Enfermería y una secundaria comercial nocturna para obreros y empleados. Algunas maestras y maestros del Instituto quizás debieron sentirse orgullosos de estar vinculados a tan importante institución nacional de educación superior, otros, en cambio, iniciarían una lucha para que su institución fuera autónoma, aunque precaria, lo que ocurrió en 1942, pero esa ya es otra historia.