Saber decir que no

Entiendo la decisión de dar por terminada formalmente la fase de la Sana Distancia para entrar a la de la Nueva Normalidad, y que con ello se autorice la reapertura de la actividad económica en algunos rubros como el de minería, la industria automotriz, las maquiladoras del norte del país y la de la construcción. Es conveniente ir reactivando la economía en un momento donde irían en aumento las presiones y seguiría siendo contraproducente la postración del mercado interno hacia situaciones inaguantables.

Pero para mí hay tres aspectos que no acaban de quedarme claros o por lo menos tengo dudas en cómo se resolvieron en esta nueva etapa. Me refiero a la apertura de la industria cervecera; la carencia de una política integral al sector informal de la economía y, tercero, la gira presidencial por el sureste del país.

Es explicable pero no justificable que se haya autorizado la reapertura de la industria cervecera, pues mantiene sin razón una salida de excepción, cuando otras industrias de manufacturas de alimentos procesados están sujetas a como se vaya transformando de color el semáforo sanitario. ¿Porqué aquellos si y éstos no? Aquí huele a la cesión gubernamental ante las presiones de los industriales del ramo.

En días pasados el INEGI dio a conocer que conforme el reporte de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE telefónica) para mayo se habían registrado poco más de doce millones de desocupados, de los cuales aproximadamente diez millones correspondían a personas ubicadas en la informalidad.

Es lógico y explicable pues corresponde al sector más desprotegido y que constituye la mayoría de la Población Económicamente Activa, PEA. En ellos se ubica quienes ahora batallan de manera diaria para subsistir y a los que la pandemia los afectó sobremanera. El gobierno federal ha implementado programas de apoyo sobre todo económico a través de créditos a la palabra o con créditos blandos. Pero no hay una política específica de apertura, haciéndolos depender de la semaforización o de plano de la actitud asumida por ellos para hacerse de la vista gorda con respecto a las disposiciones oficiales.

El tercer punto es la gira presidencial iniciada en junio por el sureste del país. No es satisfactoria la argumentación dada por el Presidente de la República. Bien pudo haber inaugurado el arranque de las obras del Tren Maya, así como supervisado las otras, desde el Palacio Nacional, organizando eventos simbólicos. Cómo puede llamar a que la gente se mantenga en casa, pues la pandemia no ha sido superada aún, cuando él no lo hace, cuando debía predicar con el ejemplo y no lo hace. Como ya lo hemos señalado, se le queman las habas.

Nada hubiese pasado si se hubiese esperado algunas semanas para proseguir sus giras e incluso hacer las primeras supervisiones de las obras arrancadas con actos desde Palacio Nacional. Al parecer no hay nadie que influya en él o que se atreva a decirle q ue no, para que controle su desesperación de recorrer el país.

Aún lo formal de la nueva etapa, las cosas de la pandemia no están bien, estos días se han presentado las cifras más altas en contagiados y decesos: 3 mil 891 nuevos contagios al día 2 de junio, para un total acumulado de 97 mil 327 infectados y 10 637 fallecidos. Es decir, estamos en una situación preocupante y lejos del fin pandémico.

El presidente de la República debiera de adoptar una postura más responsable. Su conducta pareciera contradictoria y de lecturas varias. Mantenerse como lo había hecho hasta la semana pasada, hubiese ayudado más a reconducir el proceso de combate a la pandemia. Esto no le cuarta la iniciativa y toma de decisiones para adoptar medidas de reactivación económica.

Ahora, aunque no lo reconozca, les ha abierto la puerta a los que por necesidad o hastío han dejado el confinamiento, cuando todavía nos encontramos en el pico de la pandemia y no se vean elementos de disminución, por lo menos en la parte más poblada del país que es el Valle de México y algunas entidades de la República.

Con todo lo que hace y decide López Obrador, conforme pasa el tiempo me parece el gobierno de un solo hombre y por lo menos en lo personal, no concibo así la Cuarta Transformación.