Uso Indebido de Recursos Públicos: La Fiesta Romántica del Delegado de Bienestar

La corrupción en cualquier gobierno puede tener más de mil caras, haciendo que el planteamiento de Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras sea corto e insuficiente para enumerar las posibilidades de los antihéroes que se pueden descubrir en la vida pública de cualquier sociedad.
Dando seguimiento al ¡MUSEO DE CORRUPCIÓN que es Aguascalientes! Ahora tenemos para usted amable lector, el reciente escándalo protagonizado por Aldo Ruíz Sánchez delegado de la Secretaría del Bienestar en Aguascalientes, el cual pone de manifiesto una preocupante tendencia que hace que los servidores públicos confundan sus espacios de trabajo con salones de fiesta privados. Lo anterior derivado de los hechos ocurridos en la delegación de la Secretaría del Bienestar en Aguascalientes, el pasado 14 de febrero de 2025, donde el cuestionable personaje Aldo Ruíz Sánchez organizó en horario de trabajo un festejo por el día del amor y la amistad para congraciar a su pareja:
Según testimonios de empleados de la dependencia, el funcionario planeó con anticipación la celebración y contrató un trío musical para amenizar el momento. Sin embargo, el hecho de haberlo realizado en plena jornada laboral generó inconformidad entre algunos trabajadores, quienes señalaron que ese tiempo debería haberse destinado a atender las necesidades de la ciudadanía.
La celebración de San Valentín dentro de las oficinas de la dependencia no solo es un acto cuestionable desde el punto de vista ético, sino que además podría constituir una violación de diversas disposiciones legales.






El artículo 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece de manera clara que los servidores públicos tienen la obligación de administrar los recursos que les han sido confiados con eficiencia, eficacia y honradez. El uso de espacios oficiales para una celebración privada, que incluyó la decoración del lugar y la contratación de un grupo musical, podría interpretarse como una transgresión a esta norma fundamental.
Además, la Ley General de Responsabilidades Administrativas señala en su artículo 7 que los servidores públicos deben desempeñar su cargo con apego a los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia. En este caso, el tiempo que debió haberse destinado a atender a la ciudadanía se utilizó para fines personales, lo que contraviene el principio de eficiencia en el servicio público.
Por otra parte, el artículo 53 de la misma ley establece que el uso indebido de recursos públicos puede constituir una falta administrativa grave. Es claro por las fotografías filtradas en la prensa y las propias que el mismo delegado publico en sus redes sociales, de la organización del evento, es claro que se utilizaron bienes del Estado, como mobiliario, electricidad, y posiblemente recursos financieros, el delegado debería enfrentar sanciones que van desde la inhabilitación hasta responsabilidades penales. Pero la impunidad reinante en Aguascalientes, permite que propios y extraños hagan lo que deseen con el patrimonio público, ya que entre gitanos no se leen las manos.
Si analizamos el caso de Aldo Ruíz Sánchez a través del marco de El héroe de las mil caras de Joseph Campbell, podríamos describir su trayectoria dentro del arquetipo del viaje del héroe, aunque con un giro irónico y crítico.
- El llamado a la aventura: Aldo Ruíz Sánchez, como muchos políticos, inicia su carrera con ideales de cambio y justicia social, respondiendo al «llamado» del servicio público con la promesa de mejorar las condiciones de los ciudadanos.
- El rechazo del llamado: A medida que asciende en el poder, enfrenta tentaciones y dilemas éticos. La exigencia de administrar recursos de manera eficiente y transparente se convierte en una carga que, en este caso, es rechazada a favor del beneficio personal.
- El cruce del umbral: En este punto, el «héroe» cruza la línea entre la ética y el abuso del poder. Su fiesta de San Valentín dentro de oficinas públicas simboliza este cruce: el espacio que debía estar destinado al trabajo se convierte en un escenario de festejo privado.
- Las pruebas y aliados: Aquí entrarían sus colaboradores y amigos políticos que toleran o justifican sus acciones. Mientras que algunos empleados se muestran incómodos, la estructura de poder lo protege de inmediato, impidiendo repercusiones inmediatas.
- La revelación o apoteosis (fallida): En el viaje tradicional del héroe, este momento suele marcar una transformación hacia la sabiduría. En el caso de Aldo Ruíz Sánchez, la revelación no es un crecimiento moral, sino la exposición pública de sus acciones. El escándalo lo coloca en el ojo del huracán, mostrando el lado oscuro del poder y el autoengaño de quienes creen que su posición les da impunidad.
- El regreso con el elixir (o su caída): En una historia de redención, el héroe regresa cambiado y aprende de sus errores. Sin embargo, en el contexto de la corrupción política, el final suele ser distinto: o se minimiza el escándalo con estrategias mediáticas, o enfrenta consecuencias políticas y legales. ¿Será este su momento de caída o logrará eludir la responsabilidad?
En lugar de un héroe transformado por la experiencia, Aldo Ruíz se perfila más como un antihéroe trágico, atrapado en una narrativa donde el poder se usa para fines personales. Su historia nos recuerda que la corrupción muchas veces sigue los patrones de un «viaje», pero no siempre termina con un héroe redimido, sino con un personaje expuesto y una ciudadanía cada vez más desencantada.
La falta de pronunciamiento por parte del funcionario solo aviva la indignación ciudadana. En un contexto en el que la administración pública debería enfocarse en la austeridad y el buen uso de los recursos, este tipo de excesos resultan inadmisibles. La opinión pública no exige la erradicación de la vida personal de los servidores públicos, sino el respeto a la función que desempeñan y la separación clara entre su vida privada y sus responsabilidades laborales.
Los ciudadanos merecen servidores públicos comprometidos con su labor y conscientes de la importancia de la confianza depositada en ellos, no la baja calidad de funcionario público que ha demostrado ser en repetidas ocasiones Aldo Ruíz Sánchez, a quien ya en reiteradas ocasiones ha sido cuestionado públicamente por su falta de capacidad, sensibilidad y profesionalismo, además de no contar con requisitos académicos profesionales.
La Secretaría del Bienestar, como dependencia encargada de apoyar a los sectores más vulnerables, debería ser ejemplo de integridad y profesionalismo. Casos como este minan la credibilidad de las instituciones y refuerzan la percepción de que el servicio público es, para algunos, solo un trampolín para el beneficio personal. Es momento de exigir cuentas y garantizar que estos actos no queden impunes.
Uno entre un millón, el evento de Aldo Ruiz. Los hubo iguales o parecidos en todas las Dependencias de los tres niveles de gobierno. Revisemos y hay que llamar a cuentas a todos (y todas)