ZANAHORIA DE JUECES, MAGISTRADOS Y MINISTROS
Al final del camino, nada nos asegura que la impartición de Justicia habrá cambiado a favor de los débiles. El sistema de impartición de la Justicia en México jamás podrá verse reflejado en las urnas. A lo más, llegarán a los cargos, abogados y abogadas que actuarán de buena fe y, muchos más, que lo harán de mala fe.
El meollo del asunto es ¿cuándo y quién garantizará la Rendición de Cuentas de quienes ejercen el Poder Judicial en México?
¡A Votar y a Botar!
La verdadera libertad de pensamiento de un hombre o mujer, se mide por la libertad que cada individuo sabe conceder a los demás. Nuestro grado de libertad para elegir a una mitad de los jueces, magistrados de la Nación y la totalidad de los Ministros de la Suprema Corte, más otro tanto similar de integrantes de Poderes Judiciales de algunas Entidades Federativas de la Unión, se pulsará en las urnas el primer domingo de junio de este año.
El ensayo constitucional de Reforma Judicial elaborado al calor de insalvables revanchas políticas escenificadas por un conjunto de Congresistas mexicanos fatalmente atados en su libertad de pensamiento a la inefable voluntad ideológica neo-Troskista del Presidente de la República y exclusivo Poder de ejercer la velada amenaza, el ejercicio del Indulto, la promesa y la conveniente amnistía o simple perdón de los pecados veniales cometidos por los políticos corruptos, ofreciendo la recompensa del “amor con amor se paga”.
Miles de abogados interesados en experimentar la adrenalina del ingrato juego electoral, respondieron a la tentadora convocatoria de los Poderes constituidos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Crédulos, los futuros justiciables enviaron sus postulaciones en tiempo y forma esperando ser sometidos a evaluaciones serias, a cambio recibieron designaciones apadrinadas y hasta ocurrentes sorteos tan necesarios como cínicos.
Al final de cuentas, apenas una décima parte de abogados finalistas resultaron marcados con un distintivo de color por cargo y un número consecutivo de dos dígitos que el domingo primero de junio podrá ser marcado por un electorado curioso en las inéditas papeletas que genios del INE diseñan a sugerencia de los Poderes de la Unión.
Sin embargo, tenemos la libertad de elegir por medio del voto algunos abogados con indudable excelencia profesional y ética pública intachable. También a otros, poco conocidos, o sospechosos de pertenecer a grupos de Poder Político en pugna. Y por supuesto, desconociendo trayectorias personales y “de Tín Marín de Do Pingüe”, podemos marcar cualquier número y así favorecer a personajes sin experiencia judicial alguna que ejercen la profesión del derecho. Sin reticencia, además votarán por reconocidos abogados defensores de los más reprobables actos ilegales de la delincuencia organizada. Al fin y al cabo, para eso gozamos de la libertad democrática y del ejercicio libre del sufragio: justo para votar o “botar” nefastos colados y recomendados, sin distinción.
