La Modernidad Líquida: El caso perdido de los taxistas
Hoy, la obra «Modernidad líquida» (1999) de Zygmunt Bauman (1925-2017), es un pilar fundamental para comprender las dinámicas sociales y económicas que configuran nuestra realidad. Zygmunt Bauman, introdujo el concepto de “modernidad líquida” en diferentes partes de sus obras, para describir una sociedad caracterizada por una movilidad constante y una falta de estructuras sólidas y permanentes que proveen de estabilidad, siendo en el campo de las relaciones sociales, la seguridad laboral, los hábitos y medios de consumo y las organizaciones políticas, las más trastocadas y transformadas desde la modernidad.
Para Bauman la “modernidad” se divide en dos, una “Modernidad Sólida”. La primera se refiere al proceso histórico del desarrollo industrial y del capitalismo en los siglos XIX y XX. Se manifestó por generar estructuras sociales relativamente estables, con instituciones firmes, jerarquías claras y aparentes valores que se consideraban por etnocentrismo occidental universales y duraderos. En este contexto de “Modernidad Sólida” regía sobre los individuos con fuertes pautas de conducta relacionadas con su sexo biologico para que correspondieran con claridad con su rol de género preestablecido socialmente, vidas rigidas predeterminando su comportamiento de acuerdo a su contexto socio económico que regía para desarrollar proyectos de vida a largo plazo, en donde el Estado, la familia y el trabajo se creían eran las normas deseables en la modernidad,
Mientras que la “Modernidad Líquida”, nos ubica en los procesos históricos de la globalización, las carreteras de la información, un capitalismo salvaje sustentado en el individualismos hedonista, y la incertidumbre de cambios constantes, en donde los viejos preceptos de la “Modernidad Sólida”, sólo encuentran eco como referentes anacrónicos de un pasado extinto, donde el Estado ya no tiene la fuerza para imponer la identidad sexual, la protección a la familia basada en el matrimonio de un hombre y una mujer a un plazo de por vida y el trabajo perdido paulatinamente sus protecciones jurídicas como derecho inalienable de los hombres.
En este contexto hay que ubicar y analizar el lánguido grito de desesperación de Óscar Romo Delgado, presidente de Agrupaciones Unidas del Gremio Taxista del Estado (Ver: Taxistas exigen a diputados regular las plataformas de transporte), quien el pasado 17 de septiembre de 2024 “expresó que el gremio espera que la nueva legislatura local aborde con urgencia la regulación de las plataformas de transporte por aplicación y los problemas asociados con algunos conductores”.
En este tipo de manifestaciones, de los representantes de agrupaciones de taxistas o también conocidos “trabajadores del volante”, Óscar Romo Delgado, denostó lo que a su juicio como poseedor de una concesión otorgada por el entonces Estado Moderno Sólido, se ve afectado por las nuevas formas de organización del transporte público en base a la tecnología del internet y las app de servicios como UBER, DIDI, etc.
Ya que las plataformas a juicio de Óscar Romo Delgado, son competencia desleal, por tener una “argumentando que existen vacíos legales que favorecen a estas empresas y perjudican a los taxistas tradicionales”.
No te equivoques Óscar Romo Delgado, en más de 40 años de vida, nunca me han dado una factura un taxista por sus servicios, mientras que las plataformas si lo hacen. En todo ese tiempo de vida nunca he tenido la certidumbre de que el conductor de taxi sea el dueño real de la concesión que dice estar trabajando, además, desde que los taxistas popularizaron la frase “para allá no voy”, abrieron la oportunidad para que bajo las reglas del Estado Moderno Líquido aparecieran nuevas alternativas, que a lo mejor no más económicas pero sí más eficientes lo que compensa el precio y espera de encontrar un taxista que “si quiera ir”.
Cuando Óscar Romo Delgado se refiere a los vacíos jurídicos, lo que en realidad está tratando de defender es el VALOR DE LAS CONCESIONES DE TAXIS, concesión que por las lagunas en la legislación de movilidad y concesiones de transportes, han permitido un mercado negro y la acumulación de consesiones en pequeños oligopolios, opacos y poco trasnparentes, tanto en su operación como en la forma en que se dieron dichas consesiones.
En ningún momento Óscar Romo Delgado, si realmente le preocupara realmente los trabajadores del volante, hubieras mostrado evidencia de que has sostenido pláticas con los trabajadores de las plataformas para presentar ante los diputados iniciativas reformistas en favor para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del volante, tanto para trabajadores del Taxi y las APP, como seguro social, pensiones, préstamos hipotecarios, y un sin fin de derechos sociales y laborales el Estado ha dejado de exigir al capital, en base a las lagunas jurídicas para garantizar el derecho humano al trabajo.
Por lo que Óscar Romo Delgado con ese discurso solo defiende lo indefendible. La modernidad líquida te alcanzo, tratar de defender los privilegios de un negocio potencial en el mercado negro, escondido en la falsa careta de lider social preocupado por las condiciones laborales de tus compañeros, atomizando la lucha laboral para sólo privilegiar a un bando de la ecuación , hace que pierdas toda credibilidad en tu supueta causa. Con todo respeto “para haya no voy”.
Lo que los diputados deberian plantearse en verdad, es legislar en favor en normar el trabajo y obligar a los consecionarios de los taxis y de plataforma, pagar a sus trabajadores las prestaciones sociales por su labor. Quedando al consumidor la capacidad de elección de el servicio de su preferencia.
