¡BUENO FUERA!
En una de las conferencias mañaneras se le hizo una pregunta al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador que, corría la versión de que secretamente esta elaborando una nueva Constitución, lo cual evidentemente negó por lo absurdo del dicho y más cuando se afirmaba que correspondía a un proceso “en lo oscurito”.
[bctt tweet=»corría la versión de que secretamente esta elaborando una nueva Constitución, lo cual evidentemente negó por lo absurdo del dicho y más cuando se afirmaba que correspondía a un proceso “en lo oscurito”.» username=»crisolhoy»]
En ningún momento de lo que va de su administración, López Obrador ha hablado de tal propósito, al contrario, en algún momento señalaría que se habían impulsado ya reformas constitucionales que podían verter el proyecto que representa la llamada Cuarta Transformación, como señalando que no hacia falta lo otro. Por otro lado, ya entrados a la última parte de la primera mitad del sexenio, es difícil que pueda pensarse en que pueda concretarse esta idea.
Sin embargo, ni es una idea descabellada y si incluso necesaria, además de justificada, por cuestiones históricas y de previsión de los decenios que vienen por delante, que caracterizarán el México de lo que resta de la actual centuria. Además de que, se tendría que seguir el camino de las otras tres transformaciones, que el propio López Obrador reivindica.
No podemos olvidar lo que significaron en nuestra historia la Independencia, la Reforma y la Revolución de 1910. Los tres acontecimientos tuvieron como resultados, sendas Cartas Magnas, que sirvieron para guiar la vida política del país de su momento. Las Constituciones de 1824, la de 1857 y la de 1917. Todas ellas con continuidad una con otra y si queremos, con antecedentes en la Constitución de Apatzingán, en Los Sentimientos de la Nación de Morelos y en Las Cortes de Cádiz, ya lo hemos señalado en alguna otra ocasión.
[bctt tweet=»…si la actual, tal como está, serviría para guiar la vida de los mexicanos en el futuro. En lo personal creo que no.» username=»crisolhoy»]
Todas ellas fueron necesarias, sin duda, donde algunos de sus preceptos siguen siendo valederos y vigentes aún en nuestros días. Pero otra cosa es, si la actual, tal como está, serviría para guiar la vida de los mexicanos en el futuro. En lo personal creo que no. El periodo neoliberal sesgó su condición de ser producto de la revolución mexicana, parchándola a su imagen y semejanza, conforme sus necesidades privatizadoras y de adelgazamiento del Estado.
Ahora hay quienes especulan y hacen paralelismos entre el sexenio de Luis Echeverría y el actual, señalando que ha vuelto los tiempos de la reivindicación de la revolución mexicana. Pero una cosa es reconocerla y otra mantenerla como eje de la actual época, justo a más de un siglo de ese acontecimiento.
Una cuestión que pareciera especulativa es que, la pretensión de López Obrador para no impulsar un Constituyente, es el tiempo corto que le quedaría, para concretarlo en lo que queda del periodo, aunque si lo hubiese pensado y estado convencido en el mismo, seguramente ya se estaría llevando a cabo, más asegurando una mayoría evidente y un apoyo popular. Está claro que en los hechos no lo creyó conveniente.
[bctt tweet=»En la oposición de derecha no habría la intención de que se montase un Constituyente» username=»crisolhoy»]
En la oposición de derecha no habría la intención de que se montase un Constituyente, por parte de ellos está bien que las cosas sigan igual, pues sería más fácil para ellos revertir las cosas en un escenario de regreso, lo cual esperemos que no ocurra. Otra cosa es para la izquierda no light, al estilo PRD, sino socialista, la cual incluso desde antes de que ganara la Presidencia López Obrador, habían estado planteando la necesidad de un nuevo Constituyente.
Se puede sin duda. La experiencia que al respecto se dio en la Ciudad de México lo demuestra fehacientemente, aún la amañada forma como se integró el Constituyente de esa entidad, que sólo logró que algunos avances democráticos no pudiesen haber sido plasmados en la Constitución local, lo que no impidió que se tuviera una normatividad de avanzada conforme su tiempo y contexto.
Lo real y más cuando se habla de una transformación radical, la Cuarta a decir de López Obrador, que hace falta un nuevo pacto social, una base normativa nacional que sirva para guiar la vida política y social del país para las siguientes decenas de años, evitando que de nueva cuenta, conforme las particularidades de cada sexenio, se parche la Constitución a imagen e interés del gobernante en turno.
Esto implicaría que se redimensione las garantías individuales y los derechos en todos los órdenes; que efectivamente se liquide la visión neoliberal imperante durante casi cuarenta años, pero que soporte un país de real transformación y no sólo que muestre una cara humana del capitalismo, pero que éste siga prevaleciendo por sobre todo.