DE HÉROES Y TRAIDORES
Para los mexicanos y su historia, Francisco Javier Mina fue un héroe de la Independencia, reconociéndole su característica internacionalista. Para sus paisanos de las fuerzas realistas españolas fue un traidor, que les mereció ser fusilado por la espalda, en el Cerro del Bellaco, cerca de Pénjamo en Guanajuato. Al paso del tiempo y transcurrido más de dos siglos, la figura de este personaje se ha magnificado y reconocido, no por nada, sus restos están depositados en el Monumento a la Independencia.
En nuestros días, en una iracunda intervención, el indefendible presidente del PAN, Marko Cortés ha llamado traidores, a aquellos Senadores que no se opusieron a la reforma al Poder Judicial. Incluso, al día siguiente, su partido expulsó del mismo a los veracruzanos Yunes y a la diputada local en Oaxaca, Natividad Díaz Jiménez, que habían votado a favor.
Traición a México fue el cargo, como si el partido blanquiazul tuviese la facultad para imputar lo antes señalado. Por qué no lo hicieron con Vicente Fox, cuando asumió una postura entreguista al gobierno norteamericano en el tiempo de “comes y te vas” o con el grupo conservador que en el siglo XIX trajo al emperador Maximiliano.
La derecha y el conservadurismo no ha entendido que las cosas han empezado a cambiar en el país, donde su voz y dichos no representan a la mayoría de los mexicanos, sino que hay otra visión que empieza a predominar y es contraria a su forma de pensar.
Para mi gusto, con la reforma al Poder Judicial, realmente se han dado los primeros pasos para el cambio de régimen, transformándolo y quitándole la esencia que lo había convertido en expresión del viejo régimen, expresión de la hegemonía de los hombres del poder económico y de la oligarquía financiera, que hasta ahora han tenido la sartén por el mango.
Salvo la no condonación de los pagos a Hacienda a los grandes empresarios, que sin duda tiene su valor y reconocimiento, el gobierno de López Obrador, nunca ha querido tocar a la cúpula financiera, la cual nunca ha tenido correspondencia hacia su gobierno, al contrario. No fomentó el procesamiento judicial de los expresidentes, bajo el argumento que en él no estaba la venganza, aunque tuviesen cola que pisárseles; no quiso grabar al gran capital a partir de una reforma fiscal (lo cual ha refrendado Claudia Sheinbaum); se ha visto condescendiente con abusos e ilegalidades de personajes como Germán Larrea, Alonso Ancira o el presidente de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, solo por anotar a algunos.
Sin confrontarse abiertamente, el nuevo gobierno debería de reformular la relación y el trato con los empresarios, a sabiendas que se está hablando y practicando una política expresión de un régimen diferente a los anteriores, pero también con la oposición y la derecha, esa que ahora, lanza epítetos de traidores para aquellos que no piensan como ellos.
Es como concluir, siguiendo la Tercera Ley de Newton, que aquellos legisladores que votaron en contra de la reforma, los mexicanos que se manifestaron y tomaron las instalaciones del Senado o la mayoría del Congreso de Querétaro son traidores.