DELIRIO, LA PELÍCULA
En este filme del año 2020 – en medio de los encierros convencionales de una pandemia de condiciones bíblicas. Se filmó «DELIRIO» con un personaje callado y tímido como lo es Joseph (Ben Whishaw) si aquel gran personaje inolvidable de
la película el perfume. Habitante de la Megalópolis de Londres, alternando entre su solitario apartamento y el lugar de trabajo, un aeropuerto, en el que trabaja como miembro de seguridad revisando a pasajeros previo su abordaje.
Dentro de la secuencia se narra el día de su cumpleaños sucede sin sobresaltos, ni felicitaciones, ya que es más bien desapercibido por sus compañeros de trabajo y de turno. La celebración se llevaría -apariencia- en la casa de sus padres.
Algo parece estar cambiando bajo la pacífica apariencia de Joseph. Tras una serie de extraños incidentes, decide dejar atrás sus buenos modales para protagonizar una increíble y frenética aventura por las calles de la ciudad. EL HARTAZGO de la repetición de la vida gris que lleva a cuestas.
Este filme no es ni más ni menos que la descripción de un caso clínico. No se trata de un personaje que llega al límite de una vida rutinaria y que empieza a sentirse libre. Partiendo de esta premisa es normal que decepcione, ya que no va sobre esto. El guion no parece ser muy explotado por las pocos argumentos y diálogos expuestos en escena.
El director opta por no ser exhaustivo, lo cual en este caso me parece un acierto. Quien conozca un poco el tema, sabrá que lo que le ocurre a Joseph es que es un enfermo de trastorno bipolar. Y que está a punto de vivir un brote maníaco, quién sabe por qué: porque ha dejado de tomar la medicación o porque esta ha dejado de ser efectiva y no ha habido un seguimiento por parte de su psiquiatra (puede ser cualquiera de los dos motivos).
Los brotes maníacos hacen que la persona que los sufre se sienta eufórica, capaz de cualquier cosa, rebosante de energía, encadenan ideas y pensamientos sin fin, están acelerados, tienen un comportamiento errático y se convierten en un riesgo, principalmente para sí mismos.
El actor que encarna al personaje hace una interpretación excelente, quizá la mejor que yo haya visto en el cine de este tipo de enfermedad mental.
Viendo cómo actúa, sus tics, sus gestos, su forma de moverse, sus decisiones, es evidente que lo que ocurre es simplemente que no está en sus cabales.
A pesar de esta circunstancia, el mensaje velado es una sociedad repetitiva, trabajos de condena, robotización de pensamientos, tolerancia de violencia psicológica de los padres hacia sus hijos.
Todo esto envuelto en un cariz de reflexión, ¿hace falta mal para explotar emocionalmente?
Quizá valga la pena revisar toda la obra y no compararla con la película «Un día de furia». Aquí encontraras más aspectos sociales para su mejor entendimiento del personaje y de la vida misma.
