El estilo personal de gobernar de AMLO (II)

A lo mejor le  dediqué en la primera parte de este texto, demasiado espacio en comentar sobre la opinión particular del intelectual conservador y prosistémico Enrique Krauze y más, cuando la intención era analizar la personalidad de AMLO y su estilo previsible de gobierno. Y como lo hago cuando todavía falta poco más de tres meses que asuma el cargo, muchos rasgos se corroborarían ya cuando funja como presidente de la República. En todo caso los aspectos planteados por el titular de Letras Libres servirían como elementos referenciales de posturas antípodas a la que sustento. (Ver El estilo personal de gobernar (I).

Sin embargo, en relación a sus antecesores mantiene desde ya varias singularidades y no me refiero a la postura política. También hay una diferencia con respecto al famoso trabajo de Daniel Cosío Villegas, en tanto él analizó la gestión de Luis Echeverría después que había asumido el cargo y no antes, como ahora lo hacemos con López Obrador.

Hay rasgos manifiestos en la personalidad de AMLO venidos desde hace años, que creemos se mantienen hasta ahora, mucho han servido para llevarlo a donde está ahora, a punto de asumir la principal responsabilidad de este país. Congruencia entre el decir y el hacer, consecuencia en los objetivos planteados y los hechos manifiestos; honestidad expresada en la prédica con el ejemplo.

Sin embargo los anteriores rasgos no hubiesen sido suficientes sin la decisión de López Obrador de hacer política a ras de piso, es decir, recorriendo todo el país y entrar en contacto directo con la gente. Esto le ha permitido escuchar de viva voz las inquietudes, problemas y demandas de la población, a partir de lo cual incluso ha ido construyendo una idea objetiva de país y una propuesta alternativa.

Lo anterior no es cuestión menor, determina uno de los elementos diferenciales con políticos contendientes y partidos, los cuales se han separado y divorciado de quienes dicen entender y representar. No podemos olvidar que esto pudo haber sido un factor por el cual, millones de mexicanos que incluso dudaban del tabasqueño, terminaron votando por él en las elecciones pasadas.

Otro elemento diferencial es pensar en el qué hacer y cómo hacerlo desde antes, así lo hizo cuando AMLO llegó a la Jefatura de Gobierno capitalino y ahora lo repite con mayor intensidad, como si hubiese depurado su mecanismo de reflexión, planificación y definición de los planes a realizar. Así no operan los políticos y gobernantes tradicionales.

Esto es lo que ahora estamos viendo como rasgos nuevos, presentados desde la transición. Hay que recordar y tener memoria, qué pasada antes, apenas hace seis años, doce o más, nada, parecía entonces que el presidente electo sólo se sentaba a esperar que llegase el primero de diciembre para tomar posesión y apenas, unas horas antes daba a conocer a los miembros de su gabinete, de los cuales no se decía nada.

Ahora, por primera vez es distinta la transición, más activa y transparente, se sabe con quién inicia a gobernar el presidente entrante, además de cuáles serían los principales programas y actividades, que dan un sello anticipado al nuevo gobierno. Y eso en gran medida se da por el empuje de quien entra y de la concepción que tiene de lo que es impulsar un proyecto que él le ha llamado la Cuarta Transformación.

Una cuestión que aún no vemos con plenitud es la actitud adoptada durante muchos años como líder opositor, que evidentemente tendría que cambiar asumiendo la primera magistratura. Implica la actitud en el trato a los demás, inclusive los adversarios. Algo ha habido hasta ahora, aunque desde mi punto de vista se ha excedido en casos precisos, como los dichos sobre José Antonio Meade o de Carlos Slim. Una cosa es la cortesía y otra es la utilización de calificativos innecesarios.

Creo que también tendría que cambiar la actitud relacionada a su postura religiosa, que se manifestó con cierto conservadurismo cuando presidió el Gobierno del entonces Distrito Federal en materia de aborto, matrimonio del mismo sexo o la legalización de las drogas. Un síntoma positivo es abrir posibilidades como lo ha manifestado ya quien fungiría como Secretaria de Gobernación en el último tema citado.

Aunque ya hay manifestaciones que podrían ir definiendo el estilo de gobierno del López Obrador, habrá que esperar que asuma el cargo, para que en los hechos vayamos detallando esta cuestión, aunque anticiparía que no encuentro conductas que como por años ha reiterado Enrique Krauze lo asociarían al populismo o a la dictadura. Además de que, el mejor antídoto para que ello no ocurra está dado en el papel que juegue la población, como contrapeso para cualquier abuso o política inadecuada que se quiera implementar.

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