El fenómeno que puede crecer
La “candidatura” de Xóchitl Gálvez se ha vuelto un fenómeno mediático. Lo escribo así, entrecomillado, porque todavía no es un hecho, ni son los tiempos oficiales. Pero lo que sí es cierto hoy, es que todo mundo está hablando de la hidalguense. Sin embargo, ¿es el fenómeno político que muchos dicen?, ¿una amenaza real para el lopezobradorismo?, personalmente tengo mis dudas.
Poco antes que la senadora confirmara abiertamente sus aspiraciones presidenciales, había un vacío en la oposición. Sonaban algunos nombres, unos con más fuerza que otros, pero al final había un vacío; un vacío que en el lado de Morena cubrían por lo menos cuatro y cinco perfiles. Por ello, al alzar la mano, la siempre irreverente Xóchitl Gálvez “jaló” los reflectores hacia su persona.
¿Qué sí incomoda al presidente y a su movimiento?, mi percepción es que sí. No porque represente una amenaza real en estos momentos de la carrera presidencial (pues la mayoría de los sondeos coinciden en que Morena ganaría la Presidencia de la República de manera holgada), sino más bien por los votos que su candidatura pueden sumar a la oposición. Votos que se traducen en fuerza política y legislativa.
En la carrera por la sucesión presidencial, desde mi perspectiva, personajes como Claudia Sheinbaum llevan una gran ventaja. No sólo por los niveles de conocimiento e intención de voto (que confirman diferentes sondeos), sino por el trabajo de tierra que ha venido haciendo desde hace aproximadamente dos años. Sin embargo y lo he dicho en otros espacios, en política y en campañas todo puede pasar.
Recordemos, por ejemplo, como Felipe Calderón se abrió camino al interior del partido y desplazó a un Santiago Creel, que contaba con la venia del entonces presidente Vicente Fox. En poco tiempo el michoacano se volvió un fenómeno político por una serie de factores que incluían su gran capacidad como orador y por ende, como candidato.
Pero hoy las cosas son distintas. Del total de hogares que hay en nuestro país, unos 35 millones, por lo menos setenta por ciento recibe algún apoyo por parte del gobierno de la República. Lo anterior es trascendente porque esto se traduce en votos para el partido del presidente. Entonces, además de la ventaja de personajes como Sheinbaum, los partidos de oposición y sus candidatos tienen que superar este aspecto o al menos comunicar de manera asertiva qué harán en ese terreno.
Lo de Xóchitl, repito, es un fenómeno hoy en medios y en redes sociales. Pero todavía dista de convertirse en un fenómeno político con capacidad de derrotar a la 4T. Muchas cosas pueden cambiar en los meses venideros, pero sí de verdad la oposición aspira a construir un proyecto realmente competitivo, con ella o con algún otro perfil, necesitan algo más que un nombre o una imagen; hace falta una plataforma de ideas, propuestas y respuestas frente al gran reto que es gobernar.
Aunque no son los tiempos oficiales, bien valdría la pena deslizar algunas nociones sobre lo anterior frente a los ojos de la opinión pública. Por lo pronto no hay nada, hay un vacío en ese plano, como antes lo había en la parte de los nombres. Con Xóchitl, la oposición y un sector de la sociedad encontró esperanza, fuerza y ánimo en la carrera presidencial. Pero hoy su “candidatura” está hueca, pues carece de la narrativa y los símbolos necesarios para inspirar a más y más mexicanos. Como dije antes, no son los tiempos electorales, pero como dicen por ahí: “el tiempo apremia” y vale la pena comenzar a poner los puntos y las comas en la tarima sobre la cual caminará el o la candidata del frente opositor.