El juicio de los expresidentes
Aunque se haya afirmado que a tiempo se había reunido aproximadamente dos millones y medio de firmas de ciudadanos (de las que un millón 600 mil eran mínimo necesarias), para avalar la solicitud de realizar una consulta pública para ver si eran juzgados los expresidentes o no, el Presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador interpuso al final su propia solicitud, cuyo texto fue dado a conocer en la mañanera del martes 15 de septiembre. Por su parte, los legisladores hicieron mutis y nunca hicieron el intento de presentar por su parte la solicitud, no obstante que requerían sólo el treinta por ciento de ellos.
Después de la rebelión ciudadana del primero de julio del 2018, la única manifestación de gran envergadura y manifestación popular fue precisamente ésta, organizada por el Comité Promotor de la Consulta para el enjuiciamiento a los expresidentes, que encabeza Omar García, sobreviviente de Ayotzinapa y la estudiante Ariadna Sánchez, no obstante que incidieron además militantes del PT y Morena.
[bctt tweet=»la opción representada por López Obrador no era monolítica, pero si tenía como común denominador, el hartazgo y la decisión de que se acabara la corrupción e impunidad,» username=»crisolhoy»]
Dos lecturas por lo menos nos deja esta manifestación, las cuales tendrían que ser consideradas para lo que viene. Primero, sabíamos que los treinta millones de votantes que apoyaron la opción representada por López Obrador no era monolítica, pero si tenía como común denominador, el hartazgo y la decisión de que se acabara la corrupción e impunidad, pero ni el gobierno entrante ni su partido Morena (o sus aliados) ni nadie más hizo algo para dar cuerpo orgánico y de movilización en su momento, de esos millones de electores. De haberse dado sería un rico apoyo para la Cuarta Transformación o un necesario contrapeso cuando las cosas se estuviesen desviando de lo que realmente quieren los mexicanos.
Con lo mostrado en tan sólo quince días, se expresa la potencialidad de un sector de mexicanos que pueden adoptar acciones más determinantes en el derrotero que México tiene por delante en los próximos años. No podemos olvidar que la Cuarta Transformación es una moneda en el aire y que de acuerdo a como se conduzca la lucha de clases será el contenido que se tenga al final.
Segundo, nuevamente la izquierda estuvo ausente, subsumida en sus alegatos internos, sorteando los miedos de sus fantasmas del pasado, hundida en la marginalidad, pero con la grandilocuencia al afirmar sin desparpajo que la verdad está en ellos, aunque no incidan en nada en el movimiento social y de masas.
Por parte del Presidente de la República, no quiso abrir un flanco y finalmente aún el esfuerzo ciudadano, solicitar ante el Senado, la realización de una consulta popular. Así lo expresó en un documento que vale la pena comentar. Es un buen documento, bien soportado, que no deja dudas de lo que se quiere y porqué.
En su inicio hace un apretado diagnóstico del periodo cuestionado para quienes encabezaron por entonces el país. Dice:
Entre el 1 de diciembre de 1988 y el 30 de noviembre de 2018 México vivió un periodo caracterizado por la concentración desmesurada de la riqueza, quebrantos monumentales al erario, privatización de los bienes públicos, corrupción generalizada, procesos electorales viciados y prácticas gubernamentales que desembocaron en un crecimiento descontrolado de la violencia, la inseguridad pública, la violación masiva de derechos humanos, la impunidad como norma y el quebrantamiento del Estado de derecho en extensas zonas del territorio nacional.
En complemento de lo anterior señala que, durante cinco sexenios, de un modelo político y económico elitista, antidemocrático, antinacional y antipopular. Las más altas esferas del poder público, y específicamente quienes ejercieron la titularidad del Poder Ejecutivo, dieron fe en innumerables ocasiones, tanto de palabra como en los hechos, de su adhesión a las políticas privatizadoras, su determinación de privilegiar a los grandes poderes económicos y de su empecinamiento en estrategias de seguridad violentas, inhumanas y contraproducentes. En suma, los desastres humanos, sociales y nacionales sufridos por el país durante esos treinta años fueron resultado de una suma de actos voluntarios y racionales por parte de quienes lo gobernaron en ese lapso.
La caracterización de cada uno de los sexenios a partir del papel jugado por quienes lo presidieron, justifica ampliamente la necesidad de la consulta, aunque es necesario señalar que en el caso de algunos de ellos, no habría ni necesidad de la misma, pues se les puede imputar acciones que concluirían en traición a la Patria y esto si está estipulado en el artículo 108 Constitucional.
La campaña por la Consulta y todo lo que ello implica a partir de la entrega de la solicitud al Senado, tendría que ser vista como parte de la redinamización de la lucha de clases, en un momento donde la derecha ha recrudecido sus acciones opositoras. La izquierda debiera (o debiéramos) hacer algo más que sólo mirar.