El segundo sexo y la Dominación Masculina: Simone de Beauvoir
[bctt tweet=»No se nace mujer: se llega a serlo. Simone de Beauvoir» username=»crisolhoy»]
Simone de Beauvoir en 1963 publicó ─El Segundo sexo─ producto de sus reflexiones personales sobre el hecho que para ella significaba ser <<mujer>>: Rol de representar en la existencia la condición incluyente e inmanente de un género de la especie humana condicionada, aleccionada, educada y sometida a desempeñar el papel de la acompañante subordinada, la alteridad y la autorrealización del hombre como agente mediador de la <<masculinidad>> en relación a los objetos.
Beauvoir no se sentía así misma como filósofa; su definición del campo de la filosofía la excluía de dicho conjunto del pensamiento humano y dejaba a su juicio el terreno de la filosofía a mentes como la de su pareja sentimental Jean-Paul Sartre para que él y otros proveyeran ese universo de mayor contenido. ¿Podría ser que por el “inconsciente de la dominación masculina” que ejerce la sociedad, la cultural y el mismo Jean-Paul Sartre sobre Beauvoir hiciera que ella no se viera así misma como filósofa? Antes hay que aclarar que ella estableció dentro de su sistema de análisis y taxonomía que la filosofía consiste en construir sistemas y circuitos de pensamiento. Siendo el filósofo “quien es capaz de crear «ese delirio concertado que es un sistema [filosófico]».” (Beauvoir, S. de. 1958. Memorias De Una Joven Formal). Ante tal definición el trabajo de Beauvoir principalmente consiste en describir la realidad y clasificar sus relaciones con diferentes campos de la acción social. Lo cual acercó su pensamiento por su consecuencia científica a la antropología y sociología. Beauvoir reconoce una gran influencia en su trabajo a los sistemas de pensamiento del existencialismo de Jean-Paul Sartre y del amigo personal de ambos, Alberto Camus.
Puede afirmarse que Beauvoir con su método de análisis basado en el existencialismo (aplicando una metodología regresivo-progresivo auto reflexivo): recorrer su propia experiencia como sujeto al comparar su propio relato o proyecto de vida con el de otras experiencias de vida. En el camino logra develar las sombras de la existencia subjetiva del ser y los límites de la libertad del sujeto, afirmando su continuidad en el espacio y tiempo, sometidos a un proceso de alteridad y dominación que produce un conocimiento y relación de reproducción social sobre la materia sustentada en paradigmas culturales que clasifican y ordenan los usos del cuerpo, dotando con ello al accidente biológico de una potencialidad subjetiva para auto realizarse dentro del marco social de relaciones posibles para el sujeto. Aun así la realidad humana es libertad en relación con el otro a partir de la situación, transformando la frustración y la opresión en una elección de posibilidades.
Simone Beauvoir aborda el tema de ─El Segundo sexo─ como ya se dijo, llena de inquietudes personales que le generaron varios de sus trabajos y relaciones sociales, en especial la investigadora social confiesa que el detonante de sus reflexiones proviene por terminar de escribir su segundo tratado sobre moral; ─Para una moral de la ambigüedad─. Siendo asaltada por esa alteridad de la especie a la que ella pertenece en un estado de ambigüedad de libertad, subordinación y dominación, de la que se dio cuenta al momento de pensarse en la existencia como ser; y comparar su vida con la de otras mujeres; fue como Simone descubre para sí y para el tiempo que la rodea, mecanismos y engranajes culturales que construye y reproduce la femineidad, llevando a aceptar, por la propia Simone Beauvoir, que la “mujer no nace: se hace”. La mujer se hace como un producto constructor de relaciones de la externalidad que someten a los cuerpos de los individuos a un conjunto de actitudes, y procedimientos paradigmáticos categóricos que en sentido de Pierre Bourdieu describen los <<hábitos>> y <<doxas>> de la sociedad en la construcción de la feminidad y la existencia misma de la mujer, por el conocimiento, división, clasificación y dominación de los usos del cuerpo de los sujetos inmersos en la reproducción social.
No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino. Sólo la mediación ajena puede convertir un individuo en Alteridad. Mientras existe para sí, el niño no se puede captar como sexualmente diferenciado. Entre las niñas y los niños, el cuerpo es primero la emanación de una subjetividad, el instrumento que lleva a cabo la comprensión del mundo: captan el universo a través de los ojos, las manos, no de los órganos sexuales. (Beauvoir, S. de. 1963. El segundo sexo)
El mundo es un universo masculino acostumbrado a subordinar la alteridad la relación entre hombres y mujeres. Para muchos analistas incluyendo investigadoras (féminas), coinciden en que ─El Segundo sexo─ es continuidad a la obra Jean-Paul Sartre principalmente en relación a que en ─El ser y la nada─, Simone Beauvoir nunca va a poder escapar de dichas comparaciones, porque siempre van a existir mecanismos que permitan las relaciones de función e intercepción entre la obra de ambos pensadores; sabido es que los dos mantuvieron una relación personal muy estrecha y que profesionalmente revisan y comparan notas, escritos y juicios de valor. Personalmente no creo que sea una continuidad si no una relación de alteridad simbiótica y cúmulo de aproximación objetiva al ser por la relación de amor, odio y rechazo que ambos construyeron, por ello se puede establecer en ─El ser y la nada─ con ─El Segundo sexo─, varios paralelismos de continuidad lógica de dominación y subordinación: aunque ambos documentos pueden ser leídos y trabajados sin la necesidad del otro, pero siempre será más rica la comunión y continuidad de las obras en su conjunto estructurante para ampliar los significantes y significados existentes entre ambas obras y sus creadores.
“En realidad, si aquí el círculo vicioso es difícil de romper, es porque los dos sexos son al mismo tiempo víctima del otro y de ellos mismos; entre dos adversarios que se enfrentan en su libertad pura, podría llegarse fácilmente a un acuerdo, sobre todo porque esta guerra no beneficia a nadie; sin embargo, la complejidad de todo este asunto viene de que cada campo es cómplice de su enemigo; la mujer persigue un sueño de abdicación, el hombre un sueño de alienación; la falta de autenticidad se paga cara: cada uno culpa al otro de la desgracia que le ha caído encima al ceder a la tentación de la facilidad; lo que el hombre y la mujer odian el uno en el otro es el fracaso estrepitoso de su propia mala fe y de su propia debilidad.” (Beauvoir, S. de. 1963. El segundo sexo)
─El Segundo sexo─. Puede ser dividido en tres grandes unidades que agrupan en su conjunto el contenido de la obra, en el primer bloque se nos presenta un análisis descriptivo de la situación que dan origen a la <<mujer>> y su <<feminidad>> para mostrarnos cómo se vive el hecho inmanente de la relación social que construye al ser <<mujer>>. En otras palabras, la primera parte muestra los elementos que han hecho posible la situación de alteridad, dominio y opresión de la mujer, presentando los mitos y discursos de la biología, el materialismo histórico, la antropología, el psicoanálisis y la cultura, para definir las condiciones mínimas de la existencia de los orígenes del hecho <<mujer>>, insertas en una <<división sexual y social>> de alteridad <<hombre>> – <<mujer>> en una opresión y dominación social donde la potencialidad de la maternidad juega un gran papel pero no el único, ya que la cultura es la que dota de significantes y significados al hecho biológico y sometiendo y convirtiendo a la mujer en un objeto de dominio y posesión al mismo tiempo que la dota como sujeto de significantes y significados, libre bajo las restricciones de la situación (espacio) y las transformaciones culturales que sufren las sociedades por el tiempo.
En el segundo bloque del libro, la autora se preocupa por describir las condiciones sociales de la feminidad partiendo de las <<unidades culturales>> y etapas evolutivas del desarrollo del sujeto <<femenino>>, sometido a las relaciones sociales de reproducción que potencializan y restringen sus actos delimitando sus proyectos de vida y libertad por los contenidos culturales fijados en la cultura a la que pertenece. Por ello y parafraseando a Beauvoir la “mujer no nace: se hace”.
Como tercer apartado del libro y recorrido final se encuentra un capítulo de conclusiones, donde la autora explora y genera estrategias que puedan liberar a la mujer de las relaciones de subordinación y dominación a las que ha sido objeto desde el inicio de la formación de la familia y la sociedad humana. El recorrido de las mujeres depende de ellas y no de una concesión gratuita del varón: se requiere la auto conciencia de su situación para transformarla sin invertir la relación de dominio, sin querer como Beauvoir señala jugar con dos barajas, estableciendo relaciones de asimetría en la que la mujer por situación no recurra a inclinar la balanza de la relación por la aplicación selectiva de la continuidad de dominio como objeto sexual, sino que ella misma sea la primera que acepte ser tratada como igual en todos los campos sin extorsionar al varón por su condición de femineidad, ya que sin ello la mujer no podrá romper con el campo de dominación y menos convertirse en un sujeto reconocido por el otro como un igual hasta que no alcance ella misma su auto conciencia actual de objeto y sujeto inmerso en relaciones sociales y cambie con ello la educación generacional de las niñas y los niños con nuevos significantes y significados de igualdad entre los sexos sin hacer privilegios por su condición de femineidad, compartiendo y involucrando al varón a más tareas en educación y cuidado de los hijos, para reforzar la transformación cultural entre ambos sexos.
Urgente es ahora que hemos visto que el socialismo real a fracasado en crear hombres y mujeres nuevos, que el neoliberalismo destruye las libertades del individuo por privilegiar el totalitarismo económico. La lectura de la obra de Simone de Beauvoir debiera ser incluida en los contenidos de los sistemas educativos, con el fin gradual de transformar a la sociedad en el camino de crear mujeres y hombres nuevos en un proyecto de vida de inclusión y colaboración mutua para una sociedad justa para todos.