Georges Sorel «Reflexiones sobre la Violencia»: Una Introducción a la Teoría del Mito y la Acción Social

Georges Sorel «Reflexiones sobre la Violencia»: Una Introducción a la Teoría del Mito y la Acción Social

…. porque en la lucha de ideas nunca dejó de ser actual.

Advertencia

Antes de proseguir debo advertir al lector que no soy partidario de la violencia como instrumento para alcanzar fines políticos.

Por tener el gusto de la lectura (dirá Aristoteles, “Textofago”), propenso a explorar diferentes temas, autores y metodologías fue así que llegué a conocer el libro “Reflexiones sobre la violencia” (1908) de Georges Sorel (1847-1922). Lectura que recordé gracias a los brotes de violencia ocurridos en las afueras Congreso de Aguascalientes (28/agosto/2024). El motivo; dos votaciones polémicas que nuestros legisladores aprobaron, el endeudamiento público del municipio capital a cifras por lo más son insultantes síntoma de la impunidad y cinismo, la otra votación fue para mostrar la negativa de una clase política dominante (PAN terevillsrreal), a obedecer la decisión de un poder judicial (tan mencionado ultima mente), que les ordena cambios legislación local en favor de conservar los principios fundamentales (derechos humanos), sustentados en un sin fin de acuerdos y legislaciones que obligan al Estado Mexicano a acatar y cumplir.

No se han percatado los legisladores que ante su negativa a obedecer sentencias de la Suprema Corte de Justicia, ellos están preparando la posible intervención de la Corte, para que ella pueda intervenir y fincar las responsabilidades individuales.

Pero bueno, los diputados del congreso, más cínicos, han de estar seguros que aunque la SCJ se pronunciara al respecto, estará está última instancia más interesada en defenderse panza patas arriba ante la amenaza de “un fantasma” llamado Reforma que resolver las nuevas controversias constitucionales en contra del congresito de Aguascalientes.

Si estas mujeres y hombres las hubiera tenido en su senado el emperador Justiniano, este último no solo no hubiera cerrado la Academía de Atenas, fundada por Platón.

Retomando el tema.

Hombre de su tiempo

Georges Sorel fue un ingeniero Francés de profesión que desarrolló a lo largo de su vida una pasión por la filosofía y la sociología (seguramente otro textofago), con tal fuerza fue su pasión que lo llevó a publicar diferentes ensayos de ciencias sociales, incluyendo el libro que nos convoca aquí “Reflexiones sobre la violencia” (1908).

Para comprender a Sorel, es necesario situarlo en el contexto de su tiempo. Vivió en una época de intensos cambios sociales y políticos en Europa, marcados por el auge de los movimientos obreros, el creciente poder del capitalismo industrial y las profundas crisis que sacudieron a las democracias liberales. Inicialmente teóricamente influenciado por el marxismo, pronto se distanció de la ortodoxia marxista debido a su escepticismo respecto a la inevitabilidad del socialismo y su desconfianza en las instituciones estatales.

Nuestro autor como pensador siglo XIX al que Eric Hobsbawm se refiere como el “siglo XIX largo” o “largo siglo XIX” (en inglés, “The Long Nineteenth Century”), para describir todo un periodo histórico, influenciado por las mismas «unidades culturales» que dieron origen a las guerras de independencia, revoluciones sociales, al capitalismo y al imperialismo, que son parte de los grandes «mitos sociales» que contribuyeron para que Sorel encontrará predilección por las lecturas no solo de corte marxista, que completo con aquellas del género anarquista y sindicalista, desarrollando una especial curiosidad en los procesos que desencadenan la «LUCHA DE CLASES» y por lo mismo, la violencia con la que diferentes grupos pueden actuar en la búsqueda de mejores condiciones sociales, por las que los participantes pueden preferir morir antes de seguir aceptando su lugar dentro de las clases oprimidas.

Cabe señalar que, a diferencia de otros teóricos marxistas, Sorel no veía la violencia como un mal necesario sino como una fuerza creativa y regeneradora. En otras palabras, la expresión “lucha de clases” para él, es un concepto de conflicto entre diferentes grupos sociales, a saber, oprimidos opresores (los pobres y los ricos), en un contexto de desigualdad económica y social. Por lo que Sorel caracteriza a la violencia como una fuerza que el proletariado necesita usar para exigir y ejercer sus derechos humanos para restaurar la estructura de clases. Desde esta perspectiva, la violencia juega un papel crucial en la teoría de la revolución, por lo que violencia se llega a manifestar como catalizador que restaurar el espíritu de la lucha de clases entre las clases oprimidas, superando así la inercia de la paz social, esta última motivada en oposición por la clase dominante para mantener el statu quo.

El pensamiento de Georges Sorel es un intento de fusionar ideas marxistas con un enfoque nietzscheano sobre la moral y la acción. Su obra es también una reacción contra lo que percibía como la decadencia del socialismo reformista y la corrupción de las instituciones democráticas. En este sentido, Sorel es un feroz adversario de lo que él llamaba el «espíritu burgués», caracterizado por el conformismo y la renuncia a los ideales revolucionarios.

«Reflexiones sobre la Violencia» y la Teoría del Mito Social

“Reflexiones sobre la violencia” es un ensayo complicado sobre la relación entre la violencia, la cultura y el mito social en la lucha de clases.

A juzgar por su contenido, Sorel no exige literalmente emplear la violencia en sí mismo, ni cometer actos de barbarie, sino que considera la violencia como ya se parafraseo, como un principio moral que necesita la clase trabajadora para su recuperación y oposición a la descomposición del orden.

Aquí encontramos uno de los primeros grandes aportes del pensamiento de Sore; me refiero al término que acuñó como «mito social»; el cual usa para englobar aquellos relatos que de forma simbólica representan los ideales que inspiran la agrupación y acción de un grupo. En este sentido el “mito social”, aporta a los individuos y los colectivos una identidad que implica aceptar, negar y afirmar la vida tal como es produciendo al mismo tiempo el deseo por una transformación de la misma, ya que su sufrimiento y alegría solo encontrarán consuelo en el momento en que el “mito social”, sea cumplido o al menos en parte satisfecho.

Dicho de otra forma; en estructuralismo se diría que el mito es un relato construido por diferentes elementos culturales (“unidades culturales”), provenientes de un grupo social determinado, elaborado por elementos estructurales que Claude Lévi-Strauss (1908 – 2009) nombro “mitemas”, los cuales cobran sentido textual e identidad social y moral, porque estos “mitemas” basados en “unidades culturales” se encuentran en relación de función por medio de metáforas y de metonimias[1], los cuales interactúan entre sí por relaciones de paradigmas y sintagmas[2], donde los símbolos, significantes y significados del “mito social” le dan sentido no solo al grupo si no a la acción social para lo que son resguardados en el imaginario colectivo.

En este punto Georges Sorel tiene bastantes coincidencias con Claude Lévi-Strauss, ya que ambos ven al mito, como un relato que está formado por «unidades culturales» que estructuran el sentir y hacer de una población.

Al respecto Robert K. Merton (1910-2003), quien propiamente no define el “mito”, pero que si utiliza herramientas de análisis para poder interpretar “relatos”, nos diría que un “relato” está integrado por conceptos que se encuentran en relacionados unos con otros, por “funciones manifiestas”[3] y/o “funciones latentes”[4], además de operar en este relato al mismo tiempo el principio de “la profecía auto cumplida”[5], que donde no importa que las condiciones sociales que originan el mito sean verdad o mentira, lo importante es que la población o el grupo lo crean para que actúen en consecuencia.

Bajo estas herramientas de análisis agregadas en el presente ensayo para el análisis del concepto de Sore de “mito social”; se puede afirmar que el “mito social”, crea la identidad de un grupo, al tiempo que reivindica la acción y las estrategias que puede usar el grupo para lograr su cometido. Cuando las estrategias usadas por el grupo “no son atendidas por el poderoso”, el grupo irá escalando en sus formas expresivas hasta llegar a la violencia para hacer que su voz sea escuchada, ya que el “mito social” justificara por el principio de “profecía auto cumplida”, las acciones necesarias para su reivindicación, ya que el “mito social” tiene un poder movilizador porque ofrece una narrativa heroica y un sentido de propósito. Como lo reconoce

Vladimir II´ich Lenin (1870-1924) comprendió el poder de las ideas y las narrativas para inspirar y dirigir el comportamiento de las masas. En su libro “El Estado y la Revolución” (1917), plantea diferentes argumentos para justificar el uso de la violencia por parte del proletario, pero advierte que existen condiciones sociales que van gestando la aparición y el incremento de la misma violencia, que aparece en escena cuando “las contradicciones de la clases son irreconciliables y que el Estado burgués no puede ser reformado para servir a los intereses del proletariado”.

En México ejemplos de lo que podemos llamar un «mito social» dentro del pensamiento de Georges Sorel es La Revolución Mexicana, la cual en su «contenido narrativo» posee varios significantes de una lucha heroica del pueblo mexicano contra la opresión y la injusticia. Los líderes revolucionarios como Emiliano Zapata y Pancho Villa son vistos como figuras míticas que simbolizan la resistencia y la lucha por la justicia social. Desencadenando un «impacto» que ha inspirado movimientos sociales y políticos a lo largo del siglo XX y XXI, promoviendo ideales de igualdad y justicia.

Pasando al caso Aguascalientes, los escándalos de corrupción acumulados por las pasadas administraciones en el municipio capital y los que acumula el gobierno Estatal actual, comienzan a crear las condiciones sociales, para producir un “mito social” que justifique diferentes brotes de violencia social política, más aún, cuando no se ve, ni se percibe por parte de la sociedad la intención mínima de las autoridades por combatir la corrupción o transparentar los procesos del ejercicio público del poder.

La Violencia como Fuerza Moral


George Sore

Como ejemplos apropiados de mitos ofrecí esos que fueron elaborados por el cristianismo primitivo, por la Reforma, por la Revolución, por los mazinistas. Quería demostrar que no hace falta analizar dichos sistemas de imágenes tal como se descompone una cosa en sus elementos; que basta tomarlos en conjunto, como fuerzas históricas, y que, sobre todo, hay que cuidarse de comparar los hechos acaecidos con las representaciones que habían sido aceptadas antes de la acción.

Georges Sorel: 1908

La concepción de la violencia en Sorel es quizás la más polémica de su obra. Recordemos, para él, la violencia no es simplemente un medio para un fin, sino una expresión de la vitalidad moral de una clase social. La huelga general, que Sorel defiende, no es solo una táctica económica, sino un acto simbólico de resistencia y de afirmación de la dignidad proletaria. En este sentido, la violencia, tal como la entiende Sorel, es un antídoto contra la decadencia moral de la sociedad burguesa y un vehículo para la regeneración social.

Sin embargo, Sorel diferencia entre la violencia proletaria y la violencia Estatal o gubernamental. considera esta última como una forma de represión y control, dirigida a mantener y perpetuar las relaciones de producción y el statu quo. Por otro lado, la violencia de los trabajadores crea y les permite liberarse; es una fuerza que puede derrumbar las estructuras antidemocráticas y crueles actuales, abiendo la puerta a un nuevo orden social.

Postura muy similar a la presentada por Hannah Arend (1905-1975) en “Sobre la violencia” (1970), donde analiza las manifestaciones de la violencia entre individuos y colectivos, especificando que la violencia ejercida en los movimientos sociales se distingue claramente de la que ejerce el poder. La primera los movimientos sociales la practican como recurso para cambiar a la sociedad mientras que la que ejerce el Estado es una violencia que practica con la intención de controlarla.

En cuanto a este punto, aquí Sorel introduce otra idea, que afecta la trascendencia del “mito social”, y es que para que este pueda provocar la violencia, deben existir “mitemas” que justifiquen el ejercicio de la violencia para movilizar a las masas y hacer que sus acciones fueran significativas por medio del uso de la violencia.

Pasando por Michel Foucault (1924-1984), en sus diferentes obras explica la existencia de diferentes formas de violencia que ejerce el Estado en contra de la sociedad e individuos, utilizando los siguientes términos:

Micropoderes: describe cómo el poder fluye “en pequeñas dosis” a través de las instituciones como hospitales, escuelas y prisiones. Ese tipo de micropoderes “solo pueden manifestarse como violencia simbólica y estructural” porque disciplinan y regulan a las personas.

Micropoder: el control de la población. Las políticas y prácticas que controlan la vida y la muerte son una violencia social, como el trabajo del Estado y otras instituciones de la salud, la reproducción, la vida cotidiana y la muerte .

Disciplina y castigo: Vigilar y castigar, son las prácticas disciplinarias que actúan en las instituciones modernas, y la disciplina aquí es acerca de la política que atañe a los propios cuerpos de las personas. La violencia es la forma en que se administra. Foucault ve la violencia de la sociedad como violencia de dos maneras: control y poder. Es una herramienta que se utiliza contra los débiles y los marginados.

Como se puede observar Georges Sorel y Michel Foucault, analizan cada uno, un lado diferente de la misma moneda. Foucault se concentra en cómo el Estado o el poder ejerce la violencia para el control, mientras que Sorel con el “mito social”, explica como este “instrumenta” a la violencia para un fin dentro de una movilización social, generando una “acción” contra la microfísica del poder y sus instrumentos, pero mientras Foucault se concentra en las formas simbólicas, Sorel se concentra en la violencia “física” y su capacidad para instrumentar el cambio.

Completando este esquema con Claude Lévi-Strauss y Hannah Arend, el “mito social”, dependiendo de quien tiene el control de la violencia, este justificará su actuar bajo los mismos principios de legitimidad que le da el “mito social”.

Hubiera podido dar otro ejemplo que, quizá, es más gráfico: los católicos no se han desanimado jamás en medio de las más duras pruebas, porque ellos se figuraban la historia de la Iglesia como una serie de batallas entabladas entre Satanás y la jerarquía apoyada por Cristo; cada nueva dificultad que surgía era un episodio de esta guerra,y finalmente, todo ha de desembocar en la victoria del catolicismo. (Georges Sorel: 1908)

La explicación de Foucault involucra cómo la violencia se usa para mantener la acción social controlada por la estructura mientras que Sorel habla de cómo la misma violencia se utiliza para desafiar la estructura y cambiarla. Tanto la derecha (conservadores) y la izquierda (progresistas), utilizan, generan y reproducen sus propios “mitos sociales”; alimentando la continuidad o la transformación de la sociedad. Lo que es más curioso es que los conservadores son estadísticamente más propensos al uso de la violencia, esto lo explica Sore, al tratar de analizar los fundamentos del discurso del derecho natural y movimientos religiosos.

El mito satánico les parece peligroso entonces, y señalan sus aspectos ridículos; pero no comprenden siempre bien el alcance histórico. Las costumbres sencillas, escépticas, y sobre todo pacíficas de la actual generación, no son propicias a su mantenimiento. (Georges Sorel: 1908)

Por lo anterior se puede afirmar que el “mito social” de la derecha, y movimientos religiosos (sobretodo el cristianismo), religión surgida del judaísmo pero que a diferencia de la religión hebrea se manifestaba de una forma agresivamente proselitista e intolerante hacia las otras religiones (Santiago Navajas; 2018. Eso no estaba en mi libro de Historia de la Filosofía); siempre han sido estadísticamente más proclive a promover la violencia, de ahí los casos más frecuentes de movimientos violentos de contra reforma o la instauración de dictaduras de derecha por medio de golpes de Estado sustentados a su vez en el “mito social” del derecho natural, por lo que don más violentos que los movimientos progresistas.

Pues está escrito:

Destruiré la sabiduría de los sabios.
Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba?
¿Dónde está el disputador de este siglo?
¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Carta de San Pablo a los Corintios 1:19-20

Ejemplo de lo anterior y por mucho, los discursos de odio en redes sociales denominados “hater”[6], poseen más “mitemas” o elementos en común con los discursos conservadores y religiosos que con las narrativas progresistas. De ahí su violencia simbólica que suele trasmitir para incitar a las acciones físicas sin mediación.

Un elemento común con los movimientos progresistas que generan violencia, es cuando sus los participantes por el “mito social”, consideran que es menos importante vivir y continuar con lo que los oprime que la muerte, llegando a ese punto, la violencia física se dará irremediablemente.

Conclusión

Hoy en día, el trabajo de Sorel sigue siendo relevante para los estudiosos de la relación entre la ideología, la acción política y el cambio social. Su enfoque sobre el mito como un motor de movilización proporciona un marco teórico útil para entender cómo los movimientos sociales generan narrativas poderosas que catalizan la acción colectiva. Además, su desdén por las instituciones democráticas y su condena de la corrupción moral del liberalismo siguen identificables en la política contemporánea, en la que hay un sentimiento extendido de desencanto hacia la política dominante, elemento que tiene su gran referente con los bajos niveles de participación ciudadana como representantes de casillas o las bajas tasas de participación en las elecciones.

Otro “mito social” que se encuentra presente en Aguascalientes que puede desencadenar violencia y de forma muy explosiva, es el que agrupa a varios de los detractores de la 4 T. Voceros de estos “haters” (sembradores de odio), no encuentran mejor representante que María de Jesús Marmolejo, mejor conocida como “La Chuya” senadora por Aguascalientes, quien con signos, significantes y significados vulgares, no mide sus expresiones de odio y violencia. Con comentarios como los que hace, es sorprendente que no tenga demandas en su contra por la violencia política y violencia de género que ejerce en un sin fin de sus comentarios y dichos. ¿Será que como es mujer a ella no le puede alcanzar la LEY GENERAL DE ACCESO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA?, entre otras.

Al wey que no vote en contra de la reforma judicial que lo agarren a chingadazos: La Chuya
Flamante senadora del PAN por Ags
https://youtu.be/0AoLBd5_49U

La gran diferencia de la violencia de la izquierda es que es creativa y reivindicativa, mientras que la violencia de la derecha es conservadora y se alimenta y genera odio.

En conclusión, la obra de Georges Sorel, “Reflexiones sobre la Violencia” plantea una reflexión profunda y provocadora sobre el papel de la violencia en la lucha social y su conexión con los mitos que movilizan a las masas.

A través de su análisis, Sorel ofrece una visión crítica del Estado y del orden establecido. En su estudio se destaca cómo la violencia puede servir como un catalizador para la reivindicación de los derechos de las clases oprimidas, en un contexto donde la inacción y el conformismo parecen prevalecer. Pero también como esta potencial violencia está al servicio de los grupos conservadores que detienen los cambios y la justicia social.

Hoy, al observar situaciones de tensiones en Aguascalientes, se hace evidente que los mitos sociales continúan alimentando narrativas que justifican la violencia como medio de resistencia. Si bien la violencia no es y no debe ser un destino deseable, Sorel nos invita a entender su significado y potencial en la búsqueda de justicia social. Por lo tanto, es fundamental que los movimientos contemporáneos reflexionen sobre cómo sus propios mitos pueden ser utilizados para movilizar a la acción de manera constructiva, evitando caer en la espiral de violencia que solo perpetúa el conflicto. Así, el legado de Sorel resuena en la actualidad, instándonos a cuestionar, actuar y redefinir nuestras luchas por un futuro más equitativo.

Notas y Fuentes

  1. Metáfora y metonimia: Lévi-Strauss emplea estos conceptos para analizar cómo los mitos y las narrativas culturales se estructuran y comunican significados. La metáfora implica una relación de semejanza entre dos elementos, mientras que la metonimia se basa en una relación de contigüidad o proximidad. Florián, V. (2009). Claude Lévi-Strauss (1908-2009). In Memoriam. Ideas y Valores, 58(141), 277-280. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/809/80914951022.pdf.

  2. Paradigma y sintagma: Op cit

  3. Funciones manifiestas: Son las consecuencias intencionadas y reconocidas de cualquier acción social. Por ejemplo, la función manifiesta de la educación es impartir conocimientos y habilidades a los estudiantes. Merton, R. K. (1949). Teoría social y estructura social. Fondo de Cultura Económica.

  4. Funciones latentes: Son las consecuencias no intencionadas y no reconocidas de una acción social. Por ejemplo, una función latente de la educación podría ser la formación de redes sociales entre los estudiantes Op. Cit.

  5. Profecía auto cumplida: Se refiere a una predicción que, una vez hecha, influye en las acciones y comportamientos de las personas de tal manera que provoca que la predicción se haga realidad. Op. Cit.

  6. «Hater» es una etiqueta utilizada para referirse a las personas que usan comentarios y comportamientos negativos y críticos para abatir a otra persona, haciéndola sentir mal.


Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

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