Frivolidad y apariencias

Frivolidad y apariencias

El primer debate presidencial del actual proceso pasó sin pena ni gloria. Preguntarse ¿quién ganó?, sería por demás ocioso y trivial. Además de las copiosas críticas por el formato, la opinión pública ha centrado su atención en los aspectos chuscos, materializados en «memes», por encima del contenido en materia de propuestas.

El público se quedó con la «frivolidad» de Claudia, la emoción de Maynez y el nerviosismo de Xóchitl. De ahí en fuera nadie o casi nadie recuerda lo que plantearon en temas específicos como combate a la corrupción o atención de grupos vulnerables.

Contrario a ello, las «estampas» de la sonrisa fingida de Jorge Maynez, la bandera de cabeza de la candidata del PAN-PRI-PRD o la inexpresión de Sheinbaum ante los ataques de su oponente más cercana; se quedaron en el imaginario colectivo. ¿Por qué?, porque en los debates, contrario a lo que se piensa, pesan más los aspectos histriónicos que los argumentos.

Si bien un debate está diseñado para el contraste de propuestas de gobierno, en la praxis se construyen narrativas propias y frente al oponente, para decirle al electorado indeciso: aquel es el malo, yo soy el bueno. Por ello cualquier error del pasado o escándalo personal, sirve para, como decimos en el argot de campañas, tiznar al rival.

¿Pero de verdad siguen funcionando esas estrategias?, ¿el espectador promedio cambia su intención de voto frente a esas historias contadas por los candidatos?, ¿siguen siendo esos recursos visuales (fotos, notas periodísticas, símbolos diversos) elementos que impactan en la psique del votante?

Hace justo seis años, cuando tuvo lugar el debate entre Ricardo Anaya, López Obrador, José Antonio Meade y «El Bronco»; la gente se quedó con el «Ricky Riquín canallín» lanzado por el tabasqueño, ante un ataque estructurado y bien argumentado del panista. Uno hubiera pensado que era más importante el tema revelado por Anaya sobre los conflictos de interés y posibles actos de corrupción cuando AMLO fue jefe de gobierno de la CDMX.

Sin embargo, un gran porcentaje de los espectadores celebraron incluso y rieron con las expresiones del hoy presidente de la República. ¿Por qué?, porque el mexicano promedio (y lo digo con preocupación) carece de educación política, cívica y democrática. No cuenta con los elementos, ni con el marco cognitivo que le permita analizar, detenidamente, el peso de lo que en un debate se dice.

Lo de Andrés Manuel en 2018 era grave, como también lo es el caso Rebsamen, los fideicomisos del 2017 y la caída del Metro; temas que Claudia simplemente minimizó. Pero también, del lado de Xóchitl hubo señalamientos sobre sus relaciones, empresas y propiedades. Son temas que también la han anclado y que han sido usados, por el cuarto de guerra contrario, para desgastarla round tras round.

Lo cierto es que, entre que son peras y manzanas, el debate pasado es intrascendente y no hubo, siquiera, un intercambio real de argumentos que permitan al mexicano promedio elevar el nivel de análisis y discusión. Sin duda alguna deben replantearse formatos, estrategias, discursos. Si el próximo debate es parecido a éste y las candidatos (y candidato) salen con más de lo mismo, confirmarán porque el cincuenta por ciento de los habitantes de este país desprecian la política y se abstienen de participar en democracia.

Adrián Valencia
Adrián Valencia

Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Tiene una especialidad en Análisis Estratégico Internacional por el CIDE (Santa Fe). Ha sido asesor en temas de comunicación y prensa, en la Cámara de Diputados, el Senado de la República y en distintas campañas electorales en todo el país. Entre sus publicaciones se encuentran “El Oro Negro Mexicano, alianza IP-Estado para alcanzar el bienestar social” y “AMLO y Trump. Hacia una nueva alianza para el progreso”, ambas editadas por la extinta Revista Connection México Global.

Adrián Valencia

Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Tiene una especialidad en Análisis Estratégico Internacional por el CIDE (Santa Fe). Ha sido asesor en temas de comunicación y prensa, en la Cámara de Diputados, el Senado de la República y en distintas campañas electorales en todo el país. Entre sus publicaciones se encuentran “El Oro Negro Mexicano, alianza IP-Estado para alcanzar el bienestar social” y “AMLO y Trump. Hacia una nueva alianza para el progreso”, ambas editadas por la extinta Revista Connection México Global.

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