“HERMOSA VENGANZA” (“PROMISING YOUNG WOMAN”)
Por: Juan Pablo Martínez Zúñiga
(Nota: Estas películas se exhiben en cartelera comercial y se incluyen en este espacio por la naturaleza analítica y observadora del fenómeno cinematográfico, pero es responsabilidad del espectador si decide asistir a una sala cinematográfica ante la contingencia sanitaria que impera).
“HERMOSA VENGANZA” (“PROMISING YOUNG WOMAN”)
Esta película posee muchas cualidades y propiedades dignas de mencionar, pero la más peculiar es la deconstrucción posmoderna del subgénero rape and revenge que se fijara como uno de los puntales del cine de explotación de finales de los 70’s y principio de los 80’s erogando en producciones “malditas” como “Escupo en tu Tumba” (Zarchi, E.U., 1978) o “El Ángel de la Venganza” (Ferrara, E.U., 1981), despojando de la misandria adherida a un relato donde una mujer ultrajada aplica merecida e hiperviolenta justicia a quienes la violentaron para enfocar el tratamiento desde una perspectiva terciaria donde la protagonista aplica su vendetta en nombre de una amiga, la cual fue violada en estado de ebriedad para posteriormente suicidarse en un convivio universitario. Esto tal vez se deba a que el proyecto está regido por una fémina, la otrora actriz y productora británica Emerald Fennell, quien disecta esta premisa para construir uno de los personajes femeninos más pertinentes cuya quid reside en la conducción inteligente de su sañoso proceder. En este caso se trata de Cassie (Carey Mulligan en revelador papel), una mujer de 30 años que vive con sus padres una vez que truncó su carrera como médico debido a la muerte de su amiga Nina, quien se quitó la vida por las razones descritas hace unos renglones. Motivada por la pérdida de su muy querida compañera de cuarto en la universidad, decide propinar punitivamente lecciones de corrección moral a los hombres que caigan en sus redes, fingiendo estar embriagada en bares con la finalidad de que hombres se la lleven a sus departamentos con el fin de abusar de ella, tan solo para sorprenderlos ante su lucidez y escasa vulnerabilidad. El castigo en este caso es la humillación y vergüenza a los que se ven sometidos estos posibles agresores sexuales, sin recurrir a medidas más drásticas que el cuestionarles sus motivos o poner en evidencia su incapacidad para seducir a una mujer que no esté en sus cabales. Este juego prosigue mientras Cassie alterna su empleo diurno como dependienta de una lujosa cafetería, hasta que se reencuentra con Ryan (Bo Burnham), un ex compañero del liceo con quien entabla una relación romántica que le permite guarecerse de su encono y frustración contra el género masculino, pues él es la antítesis de los hombres que ella atormenta, hasta que el mismo Ryan le notifica que Al Monroe (Chris Lowell), el sujeto que violara a Nina en la universidad, es un exitoso médico que está a punto de casarse con una afamada modelo. Esto detona en Cassie la obligación de llevar su desquite hasta las últimas consecuencias, lo que significa encarar a los responsables de la muerte de su amiga, particularmente Al, a quien le tiene reservado un castigo muy particular.
Los potenciales rasgos sombríos del relato se ven contrarrestados por un humor negro y ácido que le imprime Fennell a todo el proceso, manteniendo con cierta restricción la mera denuncia de género contra el maltrato a mujeres para preferir tejer un discurso inteligente al respecto sustentado en un personaje meticuloso, observador y cauto, que planea y ejecuta con sutileza en lugar de abaratar su conjura con escenas donde encañone a un macho con un arma, presentando su narrativa como un ejercicio distendido y con un excelente ritmo que pondera el sentido de lo dramático con el suspenso y su retorcido humor, como la escena donde Cassie se enfrenta al abogado (Alfred Molina) que liberó a los violadores sólo para encontrarse con un hombre abatido por sus actos que suplica su perdón sin que ella deba enunciar una sola amenaza. “Hermosa Venganza” lleva en su intertextualidad el acto acusatorio sobre la violencia de género sin que éste se transforme en el desgarre de vestiduras (metafórico y literal) que usualmente viene con este tipo de proyectos o sin dedos flamígeros que señalen directamente a los cerdos chovinistas, tan solo una formulación sensata y en momentos excesiva –pero curiosamente entretenida- sobre el porqué las mujeres a veces odian a los hombres. Y la respuesta suele ser poco grata, tal cual podemos apreciar en esta excelente y nada complaciente cinta que incomodará a muchos entes masculinos y tal vez a dos o tres femeninos, pero es esta franqueza que se aúpa tanto de las neuronas como de las vísceras la que se requiere ahora.
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