INEGI: de la familia y la dominación masculina

INEGI: de la familia y la dominación masculina

Muchas son las personas que ya se han sorprendido por el sesgo de las preguntas, al ser cuestionados por parte de los encuestadores del INEGI que aplican el Cuestionario del Censo de Población y Vivienda INEGI 2020; la verdad no es la culpa del encuestador si no de quienes realizaron y aprobaron el cuestionario. Tal vez la pregunta que más llama la atención no es si el hogar ¿cuenta con consola de videojuegos?, o la larga batería de preguntas sobre discapacidad, o si se es ¿afromexicano, indígena o no? (excluyendo otro tipos de etnicidades), si no la pregunta ¿Qué es (NOMBRE) de la Jefa (e)?, que se incluye en el apartado III. Características de las personas.

La pregunta cobra mucho sentido en medio de un ambiente social en el que los medios de comunicación han sido parte activa para difundir lo que Simone Beauvoir, madre de la segunda ola feminista, llamó la lucha de género, lucha equiparable a la lucha de clases en términos de Carlos Marx, ya que para Beauvoir dentro de la lucha de social de las clases, existe latente la lucha de género.

No es poca cosa lo que vemos aquí. El cambio de los <<paradigmas>> ha modificado las <<unidades culturales>>, generando nuevas formas de organización que gracias a la liberación femenina no solo han obtenido reconocimiento y derechos para las mujeres, si no que vivimos la transformación que para nada ha sido silenciosa de las familias y la forma en la que estas se organizan.

Haciendo un recuento breve de los primeros 75 mil años de evolución humana, Claude Leví-Strauss en <<Las estructuras elementales del parentesco>>, reconocía que en el transcurso de la evolución humana se han presentado en diferentes momentos de la evolución social siete tipos de familias, todas ellas producto de <<transformaciones>> y <<adaptaciones>> de los grupos humanos en los que se reproducen esquemas de <<unidades culturales>> basadas en una dominación masculina (ver Pierre Bourdieu <<La dominación masculina>>), fruto de una relación de función, sustentada en la <<división social del trabajo>> descrita por Émile Durkheim en su obra <<La división del trabajo social>>, la cual es cimentada en las propiedades reproductivas de los géneros: dando origen al mismo tiempo al <<PATRIARCADO>> como sistema operativo de organización social.

Para Claude Leví-Strauss el sistema del <<patriarcado>> originó los siete tipos de familia, mismos que se representan en su análisis del <<átomo del parentesco>> en diferentes obras como la ya mencionada y Antropología estructural. En estos siete tipos de familia, la <<JEFATURA>> de la familia recae en el <<marido>> o en el <<avunculo>> (hermano de la esposa), ya que como primera definición de derecho, lo que estaba en juego en estos tipos de familia y organización no sólo era la jefatura de familia, sino principalmente el control de la descendencia, principio de la propiedad privada, y con ello, como manifestación visible a la norma jurídica el establecimiento de los sistemas y rituales de intercambio de mujeres que aún subsisten en nuestra sociedad occidental como el ritual de <<solicitud de la mano de la novia>> o la <<fiesta de quince años>>, formas festivas de rituales que reproducen la dominación masculina.

El término <<jefatura femenina>> se reconoció inicialmente a mediados del siglo XX como producto de la segunda ola del feminismo: aceptado la posibilidad de que una familia por la ausencia de un hombre, marido, avunculo o cualquier otro varón de la familia, fuera quien ejerciera el mando en la organización familiar, confundiendo con ello a muchas y muchos con la creencia de atestiguar la aparición de un sistema matriarcado emergente. Claude Leví-Strauss no desconoce que en diferentes momentos en los siete tipos de familia que han reinado en el <<patriarcado>>, por momentos coyunturales las mujeres han recobrado temporalmente la jefatura en ausencia de los varones, pero ninguna sociedad en la que las mujeres retoman el control de la familia ha logrado sobrevivir, ya que el equilibrio o dicho de otra forma la asimetría entre los sexos, se ha restablecido rápidamente restituyendo el control y dominación masculina, ya que las mismas mujeres aun y cuando recobran el control de la familia temporalmente, continúan en esos momentos reproduciendo <<unidades culturales>> del patriarcado, permitiendo con ello que a más tardar la siguiente generación de mujeres y hombres restablezca el control de la dominación masculina.

El término <<jefatura femenina>>, en este devenir histórico, muy reciente en la evolución humana, se dotó socialmente como un término que en su <<significante>> define a la <<familia de madre soltera>>. Por lo que el INEGI, como institución encargada de medir las características de la población, claramente ante las respuestas que suscribe como opciones para que el entrevistado responda: Jefa (e), Esposa(o) o compañera(o), Hija(o), Nieta(o), Nuera o yerno, Madre o Padre, Suegra(o), Otro parentesco y Sin parentesco, es partícipe de esta relación de dominación masculina, reproduciendo en su pregunta y respuestas el patrón o paradigmas de <<unidades culturales>> del <<patriarcado>>.

Parafraseando a Michel Foucault ante el hecho, atestiguamos como una institución que debiera ser neutra en su discurso, no hace más que reproducir la <<microfísica del poder>>, basada en la dominación del sexo masculino, para imponer categorías y formas de pensamiento y conducta, sin prestar atención en generar un discurso neutral que facilite el esclarecimiento de la posibilidad de nuevas formas de organización social.

En mi caso inicialmente pensé que era yo el único que se daría cuenta de la sutileza del discurso dominante envuelto en la pregunta del INEGI, sin embargo y con mucho gusto varios conocidos ante la pregunta antes mencionada le respondimos inicialmente al entrevistador que en nuestros casos sería que la Jefatura es compartida por la mujer y hombre que habitan en el hogar, y las decisiones se toman de forma consensuada, sin embargo el cuestionario y los entrevistadores no están preparados para este tipo de respuesta, por lo que rápidamente insisten en que la jefatura tiene que recaer en alguno de los dos, y que no puede ser compartida. Ante la coyuntura, varias y varios hemos respondido que entonces la jefatura de la familia se le atribuya a la mujer, con la intención de hacer ver la importancia y reconocimiento a la lucha de las mujeres por la igualdad y una sociedad más justa para todas y todos.

Esto va a generar que el INEGI presentará un dato final que no refleja la realidad de miles de familias que reconocen la importancia de establecer nuevas formas de relaciones familiares en la que la responsabilidad recae en dos personas y que tratan de evitar la reproducción de patrones de dominación masculina.

Esta era una pregunta coyuntural que podría ser parte de un estudio social que estableciera dimensiones EMICS y ETICS. El antropólogo norteamericano Marvin Harris define que:

“Los estudios enfocados desde la perspectiva del participante generan descripciones e interpretaciones emics. Los enfocados desde el punto de vista del observador generan descripciones e interpretaciones etics.” (Harri, Marvin. (2000). Teoría sobre la cultura en la era posmoderna. Barcelona, España.: CRÍTICA.)

Más concretamente, los enunciados emics describen los sistemas sociales de pensamiento y comportamiento cuyas distinciones, entidades o «hechos» fenoménicos están constituidos por contrastes y discriminaciones percibidos por los propios participantes como similares o diferentes, reales, representativos, significativos o apropiados. Puede refutarse una proposición emics si se logra demostrar que contradice la percepción del participante de que las entidades y los acontecimientos son diferentes o similares, reales, representativos, significativos o apropiados.

Los enunciados etics, por su parte, dependen de las distinciones fenoménicas consideradas apropiadas por una comunidad de observadores científicos. Las proposiciones etics no pueden refutarse si no se ajustan a la percepción del participante de lo que es significativo, real, representativo o apropiado. Sólo pueden rebatirse si se comprueba la falsedad de las pruebas empíricas aducidas por los observadores para respaldar dichas proposiciones. (Op. cit)

Desconcruido el discurso dominante de la cultural patriarcal en el cuestionario del Censo de Población y Vivienda 2020, la institución perdió la oportunidad de proveer elementos estadísticos a los estudios de género de las nuevas realidades de organización familiar en México, por lo que no se puede observar con claridad ¿cuántos hogares de jefatura femenina realmente son de madres solteras y cuántos son de responsabilidad compartida, o cuántos aun con la presencia de varones la jefatura recae en la mujer?.

Por el error metodológico del INEGI la cultura dominante del patriarcado se ha manifestado como paradigma de organización incluso en una institución que debe por principio metodológico proveer de datos neutrales, ¿cuántos cuestionarios más están siendo aplicados por parte del INEGI sin la aplicación de una cultura de género que deconstruye el discurso dominante del patriarcado? Posiblemente ninguno; el INEGI como organización es reflejo de las instituciones públicas en México, y cierto es que cuando dicen aplicar “políticas de género” o “visión de género”, caen en los excesos de grupos radicales del feminismo que Marta Lamas llama <<“mujeriles”>>, sin crear alternativas reales para la organización deseada, en la que mujeres y hombres logren establecer relaciones de equidad e igualdad no sólo ante la ley, si no que esta lucha triunfe en la construcción de nuevas reglas y formas de organización participativa en la que se incluya la voz de todas y todos. Por ello se ha perdido con este cuestionario la posibilidad de medir el avance o situación real en las familias de las políticas de género y los impactos en ellas de los derechos de las mujeres.

Dato Anecdotico:

Para todas y todos aquellos que dicen que no se ha logrado nada por estas luchas de género, hay que recordar que hasta hace muy poco, incluso en Aguascalientes, por ley era necesario para la mujer trabajadora presentar en la fuente laboral, carta notariada en donde su marido le daba permiso de laborar, así como número de cuenta, controlada por el esposo, en donde debían hacerse los depósitos por las remuneraciones producto del trabajo de las mujeres. Considerando 75 mil años de historia del <<patriarcado>>, es muy veloz la forma en la que las nuevas estrategias de organización se están dando, tan rápidas, que las instituciones quedan rebasadas con facilidad ante los nuevos tiempos.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero.

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