LA CAMPAÑA PERMANENTE DE TERE… O EL PRIMER INFORME DE GOBIERNO
Nos guste o no, la labor de comunicación, íntimamente ligada a la campaña permanente de cualquier gobernante, es fundamental para la vida pública ¿por qué? Porque lo que no se comunica es como si no existiera. Piense en el mejor gobernante, con los mejores programas de gobierno y el mejor plan, pero si las acciones de éste no se comunican, el grueso de la población lo percibirá como incompetente, cuando menos, simplemente porque no se le comunicó lo mucho que se ha trabajado.
Como consultor político conozco de primera mano la importancia de la campaña permanente para el crecimiento de cualquier proyecto, así como conozco la importancia de trabajar arduamente una vez que se llega al poder, pues la labor de comunicación debe estar robustecida con labores de fondo. Se comunica gestionando y se gestiona comunicando, esa es la fórmula de la mejor campaña permanente, la única válida si me lo preguntan.
El viernes pasado presenciamos un hecho inédito en la historia de Aguascalientes, el primer informe de gobierno de la primera gobernadora en la historia del estado (entiéndase la trascendencia del evento), que más que un informe, pareció un tributo. Con luces, drones, pulseras led y hasta acarreo de estudiantes amenazados desde la rectoría de la Universidad Tecnológica de Aguascalientes, fue que se desarrolló el concierto de Coldplay ¡digo!… El informe de Teresa Jiménez. Mucha faramalla y poco contenido es lo que ha caracterizado, no sólo el tributo a la gobernadora, sino a su primer año de gobierno.
Tal parece que la hoy gobernadora no ha comprendido la abismal diferencia entre ser alcaldesa y su actual encargo. Jiménez lleva un año inaugurando arranques y entregas de obras, como una edecán orgullosa de cortar listones.
No se percibe un plan de gobierno, no se percibe una estrategia contra la inseguridad, no se percibe que seamos “el gigante de México” como reza el eslogan de gobierno del estado; lo que más ha crecido en este año son los homicidios dolosos. No exagero y no es sarcasmo.
La campaña permanente de Teresa Jiménez, que dicen sus allegados, apunta a la presidencia de la república, es exactamente como la vimos el viernes pasado: con muchas luces, colores, payasos, matachines, pulseras, botanas, acarreo y dádivas, pero con muy poco contenido; me recuerda a los globos que se miran en ferias, rellenos de helio, con luces y listones alrededor, decorados de una manera preciosa, pero que con un pinchazo, todo, incluidas las luces, se desmorona.
En un estado que padece un transporte público deficiente, escasez de agua y una inseguridad alarmantemente al alza ¿qué hace la gobernadora? Dispendiar recursos millonarios para emular a Chris Martin en el Palacio de los Deportes.
Como alcaldesa, Teresa podía ir por la vida inaugurando pintas de bardas, parques rehabilitados o presumiendo el tapar baches como si fueran magnos megaproyectos con visión de estado a los siguientes 30 años… y nada pasaba.
En verdad nada pasaba porque una alcaldesa no tiene mayor responsabilidad que mantener los servicios públicos en orden; mientras eso se haga bien, el resto se reduce a que el o la presidente municipal le agrade o no a la ciudadanía, pues en la percepción de ésta, los grandes problemas, como la seguridad, la generación de empleos, la pobreza y el bienestar en general, son responsabilidades del gobernador en turno.
Con su probada pericia política, sorprende que Teresa Jiménez no entienda en dónde está parada y que lo que está en juego no sólo es el bienestar del estado, sino lo que a ella más le interesa: su proyecto político ¿cómo espera convertirse en un liderazgo nacional, en una presidenciable, con un frágil globo de helio lleno de luces y listones? El enorme margen de tolerancia del que hasta ahora ha gozado la hoy gobernadora se está agotando y, por el bien de todos los hidrocálidos, ojalá ella lo entienda pronto.