La Constitución Moral de AMLO
[bctt tweet=»el propósito no solo es frenar la corrupción política y moral, sino establecer las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad» username=»crisolhoy»]
En Tribuna Comunista publiqué la semana pasada un artículo sobre la izquierda y la familia, refutando a López Obrador sobre su consideración de que la corriente de pensamiento señalada, se había ido a la derecha en ese tema, cuando es enteramente al contrario, al reiterar posturas aparentemente laicas soportadas en la Cartilla Moral de Alfonso Reyes. El punto se relaciona a otro tema, que es ahora al que me quiero referir: la Constitución moral.
Hay que recordar que AMLO presentó dicha propuesta al momento de aceptar la postulación presidencial del Partido Encuentro Social, de claro corte conservador y religioso. Entonces señaló entre otras cosas que, “deben incluirse principios y derechos de nuestro tiempo, los derechos actuales, conseguidos o por conseguir como la no discriminación, la diversidad, el respeto a la diversidad, la pluralidad, el derecho a la libre manifestación de las ideas: estos fundamentos deben tomarse en cuenta para poder hacer realidad una república amorosa y debemos tener un código del bien». Asimismo subrayó que, «el propósito no solo es frenar la corrupción política y moral, sino establecer las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad».
Sin embargo, para el presidente electo el amor está dado en la consideración cristiana, de ahí también su apreciación sobre el perdón. Precisamente por estos días también acaba de manifestar que si persiguiese a todos los corruptos no serían suficientes las cárceles del país, para lo cual señaló que habría perdón a todos ellos hasta el primer día de su mandato, a partir de ahí combatiría implacablemente a quienes incurran en acciones de corrupción.
AMLO no pretende hacer surgir algo nuevo. El equipo de notables encargado de elaborar la mencionada Constitución (más allá de nuestro máximo documento jurídico), soportaría la integración del documento (que presuntamente estaría listo en medio año), en los ejes planteados hace más de setenta años por Alfonso Reyes, dígase a) El respeto a nuestra persona en cuerpo y alma; b) . El respeto a la familia; c) el respeto a la sociedad humana en general y a la sociedad particular en que nos toca vivir; d) el respeto a la patria; e) el respeto a la especie humana y, f) el respeto a la naturaleza.
Visto así las cosas, más allá de una consideración general aceptada por todos, yendo más al fondo pudiese tener sus asegunes por la carga religiosa, que por lo mismo mantiene un cuestionable contenido dogmático, que por lo mismo no acepta posturas discordantes, de tal manera que el documento en cuestión podría convertirse en una guía para la moral y las buenas costumbres, muy a tono del México decimonónico y no precisamente el periodo liberal, en el cual se reivindica López Obrador.
En la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, éste explicaba que en el texto se pretendía integrar una Constitución no escrita, con preceptos de validez universal, para un México que hoy no existe, que ha evolucionado de tal manera que se debe pensar de manera diferente.
El otro elemento es que estos preceptos constituirían uno de los ejes que integran el plan para el combate al crimen organizado y la erradicación de la violencia en nuestro país. Es saludable la intención, pero no podría esperarse resultados positivos en corto plazo. La transformación de la cultura política, cívica o la mentalidad de los mexicanos, requiere esfuerzos, insistencia, concientización y picar piedra en una veta que sabemos que es dura y a veces impermeable.
Por venir de quien viene, alguien que va a estar en el equipo de gobierno de una de las colaboradoras más estrecha de López Obrador (Claudia Sheimbaum), reproduzco el comentario que sobre el particular publicó en febrero pasado Andrés Lajous. Dice: “No me parece interesante la idea de una «constitución moral», pero nada más de ver las preguntas retóricas que en su crítica tantos hacen, da la impresión de que su noción de pluralismo está limitada a sí mismos”.
Y eso es precisamente la otra cuestión que está presente en la iniciativa, pues aunque se diga lo contrario, pudiese recurrirse a la aplicación de un pensamiento indiscutido, que no recibe ni acepta críticas y que, por lo mismo, mantendría un dejo de intolerancia.
Finalmente, con una soterrada visión espiritual en lo religioso, se pondría en entredicho el carácter laico del estado mexicano, el cual chocaría con el juarismo que dice reivindicar López Obrador.