La cuestionada credibilidad
Una mancha más al tigre, le llamó Andrés Manuel López Obrador al fallo del Tribunal Electoral, que le otorga al Bronco (Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, exgobernador de Nuevo León), la participación como candidato presidencial independiente, al igual de Margarita Zavala.
Casi todas las voces que se han escuchado sobre el tema manifiestan que respetan el resolutivo del Tribunal, pero no están de acuerdo con él y dudan de que se haya soportado en un análisis objetivo, más allá de seguir con escrupulosidad la técnica y normatividad jurídicas.
Incluso el consejero electoral Ciro Murayama recurrió a la sátira para criticar la forma de analizar el asunto por parte del Tribunal, en aspectos donde el primero tiene razón. Pero el asunto no es dirimir en quien está la verdad y las apreciaciones correctas, sino que repercusiones tendrán en el buen desarrollo del proceso, cuestionadas resoluciones como esta.
No era la única pifia del Tribunal, están los antecedentes de las elecciones en el Estado de México y sobre todo en Coahuila, con lo que ha venido cavando el hondo hoyo de su desprestigio. El problema es que ello puede afectar la salud democrática del país y sesgar la certidumbre del respeto al voto, con el organismos fiscalizador como garante.
En este sentido, es indignante que premien a quien a través de triquiñuelas legaloides ha logrado acceder a la participación, aun cuando (como ya señalé) los mismos consejeros electorales como Ciro Murayama han denunciado la serie de irregularidades en la entrega de avales ciudadanos. También es enojoso que aquellos que discursivamente manifiesten respetar las instituciones y las leyes, sean los primeros en no respetarlas. Con ello se remagnifica la actitud de Mary Chuy, cuyo 94% de las firmas presentadas fueron legales y correctas.
La decisión del Tribunal también alienta a la impunidad y a los malos manejos de parte de políticos, refuerza la percepción popular de que ante todo lo que prevalece son los intereses particulares no los del bien público, el cual debiera ser el interés del organismo de fiscalización electoral salvaguardar. No sólo eso, coincido con Magdalena Gómez (La Jornada, martes 17 de abril), cuando señala que con estos procederes, “no augura transparencia ni imparcialidad alguna para los próximos comicios”.
Otro problema que se suma a lo anterior es que no es la única institución involucrada en el proceso electoral, cuestionada por su proceder y la parcialidad que pudiese asumir en el mismo. Me refiero a la FEPADE, sobre todo después de la salida del organismo de Santiago Nieto, “retirado” después de su investigación de implicados en el escándalo de Odebrecht.
De esta manera no sólo es tender una estrategia contra el fraude y la manipulación del electorado a través de las campañas mediáticas, como la desplegada nuevamente del fomento del miedo, en escenarios cínicos promovidos por el PRI y su candidato, como si ahora viviésemos en jauja. Sin embargo, reconozco que muchos se van con la finta y le creen. También sería cerrarle el paso a que por la vía “legal” se cambie la voluntad popular con resolutivos de instancias construidas e integradas a modo.
Ahora el poder y el gobierno (con la complicidad de los medios de comunicación) han tapado este tema, con el despliegue de otros asuntos. Por lo menos estos días con el affaire Slim-López Obrador en torno a la suspensión o no del proyecto de construcción del aeropuerto en el vaso de Texcoco. Incluso este martes en el programa televisivo de Carlos Loret de Mola, el inicio del debate fue este punto, la realidad fue todos contra AMLO.
Lo que está claro es que el criticado fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), corresponde a un solo paso en la estrategia de la derecha y el peñismo para construir el fraude que los mantenga en el poder, evitar el cambio y dar continuidad a un modelo por demás restrictivo y defensor de los intereses de unos cuantos.
Corresponde al movimiento de un alfil en la disputa por el poder, de ahí que la izquierda y el movimiento progresista debe dejar de jactarse que las cosas van bien hacia un posible triunfo de López Obrador, para hacer lo conducente para eso realmente ocurra.
